Nº 2249 - 2 al 8 de Noviembre de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHay cosas que uno imagina que nunca verá en su vida. Por ejemplo, a Robert De Niro explicando con seriedad filosófica y con esa insuperable pronunciación que solo se consigue en inglés la diferencia entre boludo y pelotudo. Sin embargo, esa es tan solo una de las tantas situaciones inimaginables que nos regala la nueva serie de los argentinos Mariano Cohn y Gastón Duprat, los mismos de El ciudadano ilustre (2016), Mi obra maestra (2018) y El encargado (2022). Lleva el sugestivo título de Nada, se puede ver en la plataforma Star+ y tiene tan solo cinco capítulos de 30 minutos, cosa que se agradece en tiempos en los que a todas las series les sobran al menos dos episodios.
Protagonizada por un deslumbrante Luis Brandoni y secundada por una ingeniosa participación a distancia de De Niro —salvo en el último capítulo—, Nada es una comedia dramática repleta de humor, ingenio, ironía y guiños culturales. A su vez, Buenos Aires opera con todas sus contradicciones y esplendores, casi a la manera de la Nueva York de Woody Allen. Una suerte de telón de fondo, que termina siendo una carta de amor a la ciudad y a los porteños, a sus formas de ser, hablar y comer.
La historia es sencilla y en igual dosis aguda por lo afilado del guion; Manuel Tamayo Prats (Brandoni) es un esnob crítico gastronómico que vive arrullado por los cuidados de una asistente todoterreno (María Rosa Fugazot) que lleva décadas consintiéndole sus innumerables caprichos. Pedante al grado de ser desagradablemente ofensivo, Manuel vive por encima de sus posibilidades, no maneja —ni quiere aprender—, no tiene celular —y no quiere tener—, solo come la carne a punto bleu y exige que todo esté a la altura de sus excentricidades. Hace décadas que no publica —aunque es universalmente temido en el mundo gastronómico por sus críticas— y ha aceptado los adelantos de un libro que no consigue escribir porque según declara ya no tiene nada que decir.
Pero su mundo entra en crisis cuando un hecho inesperado lo obliga a enfrentar la cotidianeidad de la vida real y así aparece en escena el personaje disruptivo: una humilde y empeñosa chica paraguaya (Majo Cabrera) que sobrevivirá a sus desplantes con la tenacidad de alguien para quien la realidad es más simple por la sencilla razón de que es más dura y difícil.
Hasta aquí, puede parecer una historia sin matices y hasta si se quiere sensiblera, sin embargo, es todo lo contrario, porque el hilo que zurce tal disparidad es la fragilidad de ambas situaciones, las que opuestas en esencia se asemejan en vulnerabilidad. De ese modo, con el ritual gastronómico que oscilará de un lomo Wellington en versión Clark’s a un simple caldo de agua y cebolla, Manuel experimentará la epifanía: nada puede ser todo.
Párrafo aparte merece la participación de Robert De Niro encarnando a Vincent Parisi, escritor famoso, ganador de dos Pulitzer y que siendo un viejo amigo de Manuel cumple el rol de presentador de los capítulos en los que reflexiona sobre sus caprichos, la porteñez de los porteños y nuestro lunfardo rioplatense. Vincent se hará un lugar en su apretada agenda para visitar a su amigo en Buenos Aires, y así vemos a De Niro caminando por La Boca, almorzando bife de chorizo en el Once y comunicándose con Brandoni en una desopilante jerigonza mezcla de italiano y spanglish.
El acierto en el tono del guion, las escenas cuidadosamente construidas y hasta los guiños a la propia obra de la dupla Cohn-Duprat, como por ejemplo la referencia al papel de Brandoni en Mi obra maestra o el pequeño bolo de Guillermo Francella, son un verdadero deleite. Pero hay más, porque la portada del libro que finalmente Manuel terminará escribiendo (perdón, por spoilear) tiene una innegable similitud con la tapa de Arte visual en el Di Tella, uno de los más conocidos libros del provocador crítico de arte argentino Jorge Romero Brest, que fuera en los años 60 director del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires y del Instituto Di Tella. Todas estas pequeñas señales a decodificar, desde las más directas hasta las más complejas y cultas, enriquecen la historia y quizá hallan explicación en las raíces familiares de Duprat, hermano de Andrés Duprat, arquitecto, curador y crítico de arte, actual director del Museo de Bellas Artes porteño, que ha sido guionista de varias de sus películas, las ya citadas El ciudadano ilustre y Mi obra maestra, así como de la genial El hombre de al lado (2009), una desopilante tragicomedia centrada en la polémica por la construcción de una ventana medianera en la famosa casa Curutchet, única obra diseñada por Le Corbusier en Argentina.
En definitiva, Nada es una fórmula perfecta; actuaciones brillantes, imperdibles recetas de cocina y una ironía despiadada al esnobismo de los críticos. Porque al fin de cuentas, y aunque parezca un epígrafe salido de una galleta china de la fortuna, nada puede ser todo.