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    Cuesta arriba para el mercado de trabajo

    Los datos del mercado laboral presentados el jueves 24 por el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmaron que la economía uruguaya continúa destruyendo empleos, a pesar del repunte del crecimiento que se viene observando con fuerza desde el último trimestre del año pasado.

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    En efecto, en junio la tasa de desocupación se ubicó en 7,8%, frente a 7,5% del mismo mes del año pasado. Lo más preocupante, sin embargo, fue que la tasa de empleo se ubicó en 57,3%, frente al 58,5% del año pasado, por lo que el hecho de que el desempleo no subiera mucho más se debió a la caída que se produjo en la oferta de trabajo (la tasa de actividad pasó de 63,2% en junio de 2016 a 62,2% en el sexto mes de este año). Si no hubiera caído la oferta de trabajo, la tasa de desempleo en junio de este año se hubiera ubicado en 9,3%.

    Tomando el segundo trimestre en su conjunto, el panorama es similar, con la tasa de desempleo alcanzando 8,1%, frente a 7,8% en abril-junio de 2016. Eso con una tasa de empleo promedio de 57,8% (respecto a 58,2% del segundo trimestre de 2016) y una tasa de actividad promedio de 63% (levemente por debajo del 63,2% del mismo período del año pasado).

    Prácticamente desde el inicio de 2015 el nivel de empleo viene cayendo, lo que sin lugar a dudas es un elemento preocupante. Como recientemente señaló el ministro de Economía, Danilo Astori, entre el primer trimestre de ese año y el de 2017 se perdieron unos 40.000 puestos, algo que para Uruguay es una cifra “preocupante y alta”.

    Diversos factores confluyen para explicar la complicada situación por la que está atravesando el mercado laboral. En primer lugar, es claro que una parte no menor del repunte del crecimiento de los últimos trimestres se ha dado en sectores poco intensivos en el uso de la mano de obra. A vía de ejemplo, la excepcional cosecha de soja, el crecimiento de la generación de energía eólica y el aumento en la actividad del sector comunicaciones, no tienen mayor impacto en la demanda de trabajadores. Los sectores más intensivos en el uso de mano de obra, como la construcción, el comercio y la industria manufacturera, son los que menos han crecido en los últimos trimestres.

    En segundo lugar, la pérdida de rentabilidad que se observa en la mayoría de los sectores productivos, sea por la evolución de los precios externos o por el aumento de los costos internos, constituye un factor de fuerte desincentivo para que las empresas se embarquen en aumentos de sus plantillas laborales, especialmente teniendo en cuenta además la incertidumbre respecto al mantenimiento del contexto económico regional y mundial, y los enormes costos en que hay que incurrir en caso de que se deba reducir personal en el futuro.

    En tercer lugar, el aumento de los salarios reales que ha generado la súbita caída de la inflación de los últimos meses ha incrementado el precio relativo de la mano de obra. Frente a ello, los empresarios lógicamente tenderán a sustituir trabajo por otros factores productivos, con lo que también ha caído y seguirá cayendo la demanda de trabajo.

    En cuarto lugar, las rigideces introducidas en el mercado laboral en los últimos años sin lugar a dudas constituyen una carga mucho más difícil de sobrellevar ahora que en la época de bonanza que generó el boom de los precios de los commodities —que ha quedado definitivamente atrás. Y estos costos implícitos y explícitos que se han incorporado al mercado ahora tenderán a disminuir la demanda por trabajo, especialmente en aquellos sectores de menor calificación.

    Es difícil pensar que el panorama laboral pueda cambiar de manera significativa en el corto plazo, particularmente por el lado de la demanda de trabajo, dado que no parece esperable que se vaya a producir una caída relevante de los costos internos que les devuelva rentabilidad a los sectores productivos, ni un cambio en el marco regulatorio del mercado que facilite la adaptación a los cambios tecnológicos. En promedio, la lógica indica que las empresas continuarán “ahorrando” trabajo, y solo ante situaciones muy puntuales decidirán contratar más mano de obra.