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    Da Silva pide presencia militar en la calle para “molestar a los ciudadanos ligeros de prevención” y así bajar contagios de Covid

    “Si hubiera un ateneo de síndrome de Estocolmo, la relación entre Cabildo Abierto y el MPP debería estar sobre la mesa”, dice el senador blanco, y cuestiona que el Frente Amplio se transformó en una “izquierda del emoji”

    Por si acaso los periodistas de Búsqueda no se habían dado cuenta del detalle, el senador blanco Sebastián da Silva propuso salir de su despacho antes de que comience la entrevista. Lo hizo para señalar orgulloso un cuadro que está colgado arriba de la puerta de entrada: “Acá se defiende al campo y a Lacalle Pou”. Toda una declaración de principios. Dueño de un perfil políticamente incorrecto y provocador, Da Silva fue uno de los primeros en plantar la idea de Lacalle Pou presidente. Y ahora que esa semilla germinó, se ubica como uno de sus soldados más leales y se jacta de tener un diálogo fluido con el presidente. Dice que es su nexo con los reclamos del campo y advierte a otros blancos más urbanos y perfilistas que no hay que olvidarse de ir hasta la otra punta del Uruguay a venerar la derrota de Masoller. En horas decisivas para el control gubernamental de la pandemia, Da Silva también tira látigos contra un Frente Amplio “adolescente”; una izquierda de “emoji con puñito levantado” que tiene su caldo de cultivo en las redes sociales donde, señala, se han promocionado marchas y aglomeraciones. Sobre las medidas de prevención, el senador blanco es drástico. Aseguró que la gente tiene que ver a militares en la calle para que el “uruguayo desconfiado sienta miedo”.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —¿Le costó entrar en caja sobre lo que es ser oficialista?

    —Sí, me costó. Me cuesta adaptarme al ritmo parlamentario. Si bien esta es mi quinta legislatura y me considero un bicho político, a medida que voy creciendo los ritmos parlamentarios me parecen más lentos. O los tiempos me parecen cada día más ociosos. Yo estoy acostumbrado a hacer 10.000 kilómetros por mes. Los sigo haciendo. A veces termina una sesión del Senado y me voy a ver cómo está la siembra de soja y al otro día estoy acá en una reunión de bancada. Quizás mi mayor aporte es no perder la perspectiva del mundo de afuera. Acá se respira política todo el tiempo y probablemente yo sea el único de los 120 legisladores que no está preocupado por su futuro político. Yo estoy cumplido: soy senador del gobierno de mi amigo Luis Lacalle Pou. Pero imaginarme hasta las 65 años en este despacho, haciendo lo mismo, me frustra.

    —¿Y por qué está acá ahora?

    —Estoy acá porque tengo un compromiso. Soy militante. Estoy acá porque se dieron las circunstancias. Mi cargo favorito es ser senador suplente. Yo entro y salgo.

    —Pero le toca estrenarse como senador titular en un gobierno blanco. Usted tiene un perfil confrontativo, belicoso. Y acá tiene que defender al gobierno.

    —A cara de perro. Hasta el día de hoy hay una defensa más sencilla que hacer porque estamos heredando 15 años de un gobierno que… va a seguir dando jugo hasta dentro de un año y medio.

    —¿Eso lo usa como un discurso que realmente tiene sustento o como una chicana?

    —Lo uso desde la indignación. Cuando uno ve posturas absolutamente fuera de la realidad, de integrantes de equipos económicos del pasado, que nos dejaron un déficit fiscal del 5%… Aparte de mi forma de ser, batalladora, se le suma la indignación natural. Porque hoy estamos sufriendo. Nosotros heredamos un país en recesión. Las afirmaciones de Javier Miranda de hace unos días sobre la pandemia realmente marcan que es el presidente de la izquierda del emoji, que piensan que por mostrar un puñito cerrado en las redes sociales, hacen la revolución. Es tanto el archivo que tienen los diferentes dirigentes del Frente Amplio que tienen un rostro de piedra. Nosotros tenemos día y hora de cada una de las promociones que han hecho para aglomerarse. El Río de la Plata institucionalizó la relativización de las aglomeraciones. Alberto Fernández, con el velorio de Maradona, y acá el Frente Amplio, que por lo menos en ocho o nueve ocasiones apoyó institucionalmente manifestaciones de tipo, desde la diversidad sexual hasta marchas del PIT-CNT.

    Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

    —¿No cree que está muy partidizado el tema de la pandemia?

    —¿Sabés que no? Mirá: El 13 de marzo, a las tres y media de la tarde, yo me subí al helicóptero con el doctor Lacalle Pou, estábamos en Bella Unión, y Álvaro Delgado le dijo que se habían confirmado los primeros cuatro casos de coronavirus. Creo que a las cuatro menos cuarto, con las aspas girando, Luis lo llama a Nicolás Martínez para coordinar una reunión con el sistema político y le dijo que al primero que tenía que llamar era a Miranda. Ahí está un jefe de Estado tratando de anticipar las cosas. Siempre se ha estado despolitizando el tema, porque además si hay algo que tiene la izquierda son los cuadros científicos, que muchos integran el GACH (Grupo Asesor Científico Honorario). Después de todo eso, que la respuesta sea que el Estado tiene que combatir la pandemia… es la izquierda del emoji que se revolcó varias veces ya.

    —¿A su juicio qué es lo que tiene que hacer el gobierno para controlar la pandemia?

    —Tiene que anticipar un escenario drástico y hacerle sentir el miedo al uruguayo desconfiado.

    —¿Cómo se hace eso?

    —Bueno, mostrando blanco y negro cosas que han pasado. Lamentablemente en estas horas han muerto referentes: Enrique Soto, Jean Pierre Hounie. Se le está poniendo rostro a la cosa. Me acuerdo cuando estalló el brote en Treinta y Tres, yo pasaba seguido porque trabajo en un campo en Cerro Largo. Y ahí estaba la presencia militar en la entrada del puente del Olimar, que te daba miedo. Querías poner primera e irte. Y lo único que hacían los militares era tomarte la temperatura y preguntarte adónde ibas.

    —¿Cree que hay que volver a eso, a una presencia policial o militar disuasiva?

    —Ah, yo creo que tenemos que molestar a los ciudadanos ligeros de prevención. Molestarlos. Hacerlos sentir que están en falta. Si fuera por mí hasta en las redes sociales. Porque todos nosotros vemos a cara descubierta cómo hay uruguayos que hacen asados, lo celebran. Y eso hace que la gente se frustre o se contagie. Se frustra porque no puede ir a un asado o se contagie haciendo asados. La rienda floja la tuve yo incluso con mi hija adolescente. A veces capaz que no se da cuenta de lo expuestos que estamos. Más con alguien que no se hace querer en la izquierda como yo. Pero no es un tema político, es así.

    —A propósito, tanto en la discusión de la ley de Presupuesto, como en la ley de urgencia expresó que votaba algunas cosas a desgano, pero que las votaba igual. ¿Qué le dejó eso?

    —Acá no hay un lugar para la irresponsabilidad. Este es un gobierno que no tiene un lugar para los loquitos sueltos, por lo menos dentro del partido. Por eso a veces me preocupa —y es un tema que está bueno hablar— que haya un apresuramiento mediático de algunos compañeros que hoy están viendo que tienen cierta exposición, que pueden tener cierto reconocimiento y en lo único que piensan es en su futuro político.

    —¿Lo está viendo a eso?

    —Lo veo, sí. Pero no estoy hablando de las grandes dirigencias, estoy hablando a todo nivel.

    —¿Ve esos perfilismos tan temprano?

    —Bueno, sí, sí. Es parte de la política y yo me agarro grandes calenturas. Porque Saravia, si estuviera hoy en el lugar de Luis, estaría haciendo eso mismo: pidiéndole a la tropa el sacrificio. Acá puede haber un efecto Constanza Moreira o Christian Di Candia, que es el de mucha exposición, que se creen muy importantes, y a la hora de abrir las urnas, uno no sacó votos ni para ser edil y la otra no sacó ni un diputado. Eso es de los peligros que tiene ser gobierno. La inteligencia del Partido Nacional tiene que estar en ver los errores que ha cometido el Frente Amplio y tratar de no repetirlos. Nosotros tenemos que volver siempre a Masoller. Y a cuadros nuestros yo veo que les falta Masoller. ¿Qué es el Masoller? Es ir hasta la punta del Uruguay a venerar una derrota, con los gauchos, pasando frío.

    —¿Y cree que el interior se vio bien representado en los cargos, que está presente en el gobierno?

    —El campo está presente. Con Luis hablo todas las semanas y hablamos del campo. Si ves el accionar de ASSE, vas a ver el interior. Lo mismo con el Ministerio de Defensa o en la Educación. Como en todo, hay premios revelaciones y hay gente que está dando la estatura que uno imaginaba y otros que… bueno, esta es una pandemia complicada, generalmente los ministros necesitan tres o cuatro meses para conocer y acá tuvieron que salir calzados.

    —Usted fue uno de los referentes de la movida del campo Un Solo Uruguay. ¿Cómo se lleva con esos reclamos del otro lado del mostrador?

    —Yo tengo que escuchar por lo menos tres veces por semana Radio Rural y yo sigo siendo parte de Un Solo Uruguay. Hay que conocer la idiosincrasia del paisano, que tiene una relativa soledad, una relativa indefensión. Son productores rurales, uno de los sectores menos versátiles de la sociedad.

    Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

    —¿Cómo se lleva con Cabildo Abierto? En la interna de su sector ha realizado críticas a este partido.

    —A Cabildo Abierto lo respeto. El área militar para mí es totalmente ajena. No entiendo la lógica militar. Esa es la verdad.

    —¿Es un socio incómodo?

    —Es un socio… eh… parece una paradoja, pero siendo de una estructura militar es bastante anarquista. Si vos ves la cúpula de Cabildo Abierto, son todos militares, pero la tropa son todos anarquistas, con situaciones impredecibles. Hoy estamos todos en la etapa de asumir el cargo, después nos acostumbramos, y después tenemos miedo a perderlo. Ese último extremo puede ser el que haya que recordar a la hora de que haya actitudes como las de hace unas horas en el Parlamento con el tema de la forestación. Acá se prendió una lucecita, tampoco creo que sea tan relevante. Por supuesto que en el Senado vamos a trabajar esa ley como se trabaja las leyes.

    —Fue paradójico también ver al Frente Amplio y Cabildo votando juntos.

    —Si hubiera un ateneo de síndrome de Estocolmo, la relación entre Cabildo Abierto y el MPP debería estar sobre la mesa. Es solo explicable por esas motivaciones. Yo no lo entiendo. Si a mí me dicen una parte de lo que le dijeron al general Manini en este año, yo no les voto nada.

    —Usted ha advertido sobre posibles estallidos sociales. ¿Sigue sosteniendo que la izquierda está buscando un mártir?

    —Sí, sí. Lo que pasa es que una cosa es la izquierda del emoji, que podemos sintetizar en unas mil personas, y otra cosa es el uruguayo. Naturalmente esas mil personas, activistas, militantes, dirigentes que sí están en esa. Hay una especie de fanatismo por la globalización. Y ven episodios que ocurrieron en Chile o en Estados Unidos y a muchos de ellos se les cae la baba. Después está la izquierda uruguaya, mi suegro es fundador del Frente Amplio, que es gente normal como cualquiera de nosotros. Pero reitero, no es lo mismo este Frente Amplio, adolescente, del emoji, que el Frente de toda la vida.