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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHizo bien el periodista Raul Ronzoni en dudar del calificativo entre signos de admiración, con que encabeza su columna del 31 de octubre de 2013. Un hombre tan experimentado y avieso, debe dominar sus instintos y poner los calificativos de forma más liviana. Si entramos a enojarnos con los violadores, asesinos, estafadores, etc., que diariamente ocupan los titulares de prensa, no alcanzarían las páginas para llenarlas de títulos, colgados y signos. No obstante, tiene razón. Se le saca del bolsillo al autor, que hizo un trabajo intelectual merecedor de una retribución decorosa por lo mucho que invirtió y lo importante que aporta a aquellos que la usan. No obstante, no olvidar que este fenómeno fue creciendo inocentemente en una galería instalada en pleno centro, año a año hasta ocupar todos los locales a la vista y paciencia de autoridades, así como de los prestigiosos juristas enunciados, sin que nadie se quejara. ¿Nadie advirtió que se cometía un ilícito a diario? ¿Cuántos autores, también fueron a copiar textos suyos o ajenos? ¿Se hicieron ricos los delincuentes que instalaron una fotocopiadora en un local minúsculo, pagando la máquina a crédito con 12 horas de trabajo diarias, para obtener el equivalente a un salario medio? ¿Se hizo todo en la clandestinidad en oscuros tugurios ocultos? Muchas son las interrogantes y dudas que se plantean. Al día de hoy, con las cartas arriba de la mesa, no hay duda que Ronzoni tiene razón; pero que no se caliente tanto. El tiempo pasa y hay que ir adecuando día a día la producción de bienes con las nuevas tecnologías. En mis tiempos no había fotocopiadora y en el Centro de Estudiantes de Derecho y Notariado, existía un mimeógrafo que sacaba copia de apuntes y libros enteros. Muchos hoy jueces, actuarios y ministros ya eran delincuentes aunque no punibles por aquello del “Nula pena sine legge, nula…”. Debemos calmarnos y buscar una rápida solución que contemple los legítimos intereses de todos los actores en cualquier rama.
Los saludo con la mayor estima
S. Lakierovich