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    De lo clásico a lo moderno: el dinero, la TV y las redes sociales son los protagonistas de la campaña electoral en Estados Unidos

    Estados Unidos. (Christian Müller, enviado). Música trágica de órgano. Primer plano de Joe Soptic, un hombre calvo que dice a la cámara: “No creo que Mitt Romney entienda lo que hizo a la vida de la gente cerrando la planta”. Plano general de Romney sentado a una lustrosa mesa de directorio con una sonrisa maléfica. Leyenda que dice que Romney y su financiera Bain Capital “hicieron millones para ellos y después cerraron esta planta siderúrgica”. Traveling y plano general de una triste planta detrás de un alambre de púas. Soptic dice que él y su familia perdieron su atención médica cuando cerró la planta. “Poco después mi mujer se enfermó. No sé cuánto tiempo estuvo enferma, creo que tal vez no dijo nada porque sabía que no podíamos pagar el seguro”. Lamenta que cuando la llevó al hospital, el cáncer que descubrieron ya estaba en etapa cuatro, “y no había nada que se pudiera hacer”. Primer plano de Soptic casi quebrado: “Murió en 22 días. No creo que Mitt Romney se dé cuenta de lo que hizo. Es más, no creo que le importe”. Fade out.

    La pieza publicitaria televisiva que carga la muerte de una mujer sobre los hombros de Romney, el candidato republicano, fue creada y pagada por Priorities USA Action, un grupo “externo” que recoge donaciones de individuos y corporaciones para apoyar la campaña del presidente demócrata Barack Obama. El anuncio es solo el más controvertido —“indignante” según Romney— de muchas publicidades de ambos partidos políticos que explotan como bombas en los televisores de los estadounidenses en estos días de una frenética campaña electoral que está bajo la influencia del poder económico de esos grupos de aportantes millonarios, los “Super PAC”.

    La publicidad televisiva, el dinero que aportan los Super PAC y la comunicación al instante a través de las redes sociales, que a su vez sirven para recaudar más dinero y poner más avisos, son —más allá de programas, discursos y candidatos— los factores que están determinando el transcurso de la campaña electoral en Estados Unidos, quizás más que nunca.

    En combinación entre lo clásico y lo moderno, el dólar y el Twitter trazan el camino a seguir por quien quiera llegar al salón oval de la Casa Blanca.

    El dinero y algo más.

    En 1896 el candidato republicano William McKinley hizo toda la campaña desde su casa en Canton, Ohio. Unas 750.000 personas se congregaron ahí durante el otoño. Una bandera estadounidense colgaba del balcón del primer piso sobre las columnas de la entrada de la casa, donde, parado sobre una tarima, McKinley predicaba ante el público que lo había visitado.

    Ese mismo año, su rival demócrata, William Jennings Bryan, inauguró una nueva forma de hacer campaña política: viajó miles de kilómetros en tren durante casi dos meses y llevó su palabra a decenas de estados.

    La innovación que introdujo Bryan no le alcanzó para ganar. Fue McKinley, quien cinco años después moriría asesinado, el que llegó a Washington. McKinley no caminó una sola cuadra pero los billetes movieron la campaña por él.

    Mark Hanna, presidente del Comité Nacional Republicano, recaudó ese año U$S 3,5 millones para McKinley y usó el dinero para distribuir material que lo glorificaba y para llevar adelante una campaña negativa contra Bryan.

    “Hay dos cosas importantes en la política —dijo Hanna en 1895—. La primera es el dinero, y no recuerdo cuál es la segunda”.

    Una máxima que, un siglo después, sigue vigente. En el año 2012 la campaña electoral funciona con el combustible de millones de dólares aportados por individuos con intereses políticos. Los avisos de televisión, la mayoría para atacar al candidato rival, son el principal destino de esos desembolsos.

    Los avances tecnológicos profundizaron en el último siglo la llegada del mensaje político a las grandes audiencias. En 1924 la radio fue usada por primera vez en forma extensa como una herramienta de campaña y los primeros avisos de TV se usaron en la campaña de 1952 entre “Ike” Eisenhower y Adlai Stevenson.

    Este año se consolida en Estados Unidos la importancia de Internet y las redes sociales como plataformas de reclutamiento de voluntades y de recaudación de dinero. Gran parte de la organización de las campañas tiene lugar en ese espacio virtual que cambia bits por votos.

    Construya su propia campaña.

    Quien aspire a competir por la presidencia de Estados Unidos debe empezar su campaña tres o cuatro años antes de la elección. Lo primero que tiene que hacer, explica Jeremy Mayer, profesor de ciencia política de la Universidad George Mason, es recaudar dinero. Para eso establece un “comité exploratorio” y anima a personas de su confianza —quizá futuros ministros, asesores o legisladores— a juntar efectivo. En teoría, cada individuo puede aportar, por ley, hasta $5.000, aunque eso varía en cada estado.

    Las primeras etapas de la recaudación consisten en hacer contactos. El interesado en postularse dedica horas de cada día a llamar a conocidos y extraños. “Senadores y representantes invierten unas 20 horas a la semana recaudando dinero”, sostuvo Mayer.

    El segundo paso es armar un staff de campaña. Se contratan encuestadores, publicistas y escritores de discursos, entre otros profesionales.

    ¿Cómo hace el candidato para delinear su plataforma política? “Primero, identifica asuntos con un gran atractivo para los bloques de votantes —dice Akram Elias, presidente de la consultora Capital Communications Group—. Las elecciones son vistas a través del prisma de un mercado que se llena con ideas, asuntos, desafíos, oportunidades, y se gobierna por demanda, oferta y competencia. Segundo, vende o promociona las ideas de forma que los electores lo vean digno de confianza. Tercero, destaca su experiencia práctica (no las credenciales académicas) que demuestre liderazgo, capacidades para gobernar, entendimiento de los negocios e involucramiento en la comunidad”.

    En campaña electoral cada estado se organiza diferente, pero todos están bajo la misma estrategia, explica una fuente de la campaña demócrata en el estado de Colorado, uno de los “swing states” que puede definir la elección inclinándose para uno u otro candidato.

    La principal operación de campo es la de reclutamiento de voluntarios. “El 98% de los miembros del staff son voluntarios —dice Akram Elias—. Su motivación es estar en condiciones de influenciar más efectivamente el proceso político promocionando candidatos que están comprometidos con sus asuntos y preocupaciones”.

    Así, los equipos de campaña reúnen a liceales, universitarios y jubilados recorriendo instituciones y campus, llevando fiestas y estrellas de rock que despierten el interés por militar. Esos voluntarios, a su vez, forman una red y cada uno recluta a cinco voluntarios más. También se dedican a recaudar pequeñas contribuciones de U$S 2 y U$S 5.

    Este año la campaña de Obama en Colorado tiene más de 46 oficiales de campo y más de 400 miembros del staff, sin contar a los voluntarios. En la campaña de Obama del año 2008 hubo 22.000 voluntarios en Colorado, 17.000 de ellos entrenados, dijeron las fuentes.

    A veces se hacen movimientos de ajedrez. Por ejemplo, como los demócratas de California saben que allí siempre gana su partido, entonces envían voluntarios a Colorado

    Los logos y mensajes de las campañas son de alcance nacional y antes de decidirse por ellos se hacen encuestas. Además, los estrategas políticos de cada candidatura están viendo los números constantemente. “Sabemos cuántos están registrados, cuántos son los indecisos, dónde viven. Todo lo que hacemos es estratégico, los movimientos son deliberados”, dice la fuente demócrata.

    Algunos staffers son organizadores profesionales de campañas, y después de las elecciones se mueven a otras campañas en distintas partes del país.

    Mientras los candidatos presidenciales apelan a los medios de comunicación y a mítines en los diferentes estados, en las campañas electorales locales o estatales la política puerta a puerta sigue siendo fundamental para involucrarse con la comunidad. Eso cree el representante estatal demócrata de Colorado Dan Pabon.

    “Invierto tiempo recorriendo las calles y golpeando las puertas de la gente para saber cuáles son sus problemas, como conseguir empleos o el ingreso. Cuando golpeas en las puertas de las casas y dices que quieres asegurar que todos estén en condiciones de vivir el sueño americano, te dicen ‘sí, buenísimo’. Pero, ¿quién sabe qué es el sueño americano?”.

    Hay algunos trucos para crear una buena imagen a los ojos de los vecinos. “Visito a alguien que me dice que está interesado en la atención de salud. Yo anoto todo y la próxima vez golpeo a su puerta y puedo preguntar otra vez sobre ese asunto y cómo lo está llevando. O anoto el nombre del perro, y la próxima vez pregunto ‘¿cómo está Jimbo?’, y ellos dicen ‘qué memoria que tiene este tipo’”.

    Super ayuda.

    En 1947 el gobierno prohibió el financiamiento de empresas y sindicatos a los partidos políticos para evitar que influyeran en las elecciones. Se crearon “comités de acción política” (political action committee, PAC) en los que se podía aportar dinero con fines políticos. En 1971 se aprobó la ley de elecciones federales que regulaba el financiamiento de las elecciones.

    Pero en 2010 la organización conservadora sin fines de lucro Citizens United quiso emitir un comercial que criticaba a Hillary Clinton y fue demandado por una supuesta violación de las normas. La Suprema Corte de Justicia dictó un fallo que sentó jurisprudencia: dijo que por la primera enmienda de la Constitución el gobierno no puede prohibir a corporaciones y sindicatos gastar dinero en política. Desde entonces empezaron a proliferar los Super PAC, millonarios PAC por medio de los cuales individuos y corporaciones pueden invertir cantidades ilimitadas de dinero en la campaña política.

    En Estados Unidos “por ley se tiene que revelar el origen de los fondos en las campañas, no puede haber dinero secreto”, explica Jeremy Mayer, pero “los Super PAC crearon una ventana” porque permitieron “aportar montos secretos ilimitados”.

    La gran mayoría del dinero de los Super PAC se destina a publicidad en la televisión y en Internet. A diferencia de otros países, en Estados Unidos no existe tiempo gratuito para los candidatos, así que el financiamiento se torna aún más importante.

    Shane D’Aprile, editor de la revista “Campaigns & Elections”, afirma que ya se gastaron unos U$S 500 millones solo en avisos televisivos.

    Bob Biersack, integrante de Center for Responsive Politics, organización fundadora del sitio web opensecrets.org, que intenta revelar los gastos de campaña, explica el concepto que justifica la existencia de los Super PAC. “Nadie puede detener a los americanos de gastar dinero expresando sus opiniones —dice— Eso es la libertad de expresión”.

    ¿Libertad de expresión o influencia de los ricos sobre las elecciones? “A veces los valores entran en conflicto —afirma Biersack—. La democracia no es un objeto, es un camino. Pero los ciudadanos pueden protegerse contra la corrupción”.

    Para Biersack, “en esta elección el elemento de la libertad de expresión se ha vuelto más importante”.

    Obama es conocido por ser un gran recaudador. En las elecciones del 2008 tuvo una caja fuerte mucho más pesada que la de su oponente, John McCain.

    “Este año hubiera superado a Romney, pero Romney le gana en los Super PACs”, dice Jeremy Mayer. “Obama está enfrentando una gran inequidad en el financiamiento. Los Super PAC pueden entrar en la competencia en un estado determinado para emparejar la campaña, y ahí es donde entra la campaña oficial del candidato”.

    En 2008, dice Biersack, Romney gastó U$S 40 millones de su propio dinero en la campaña presidencial. “Este año no gastó ni un dólar”.

    A algunos comerciantes les interesa especialmente que gane Romney. “El mercado del petróleo goza de beneficios fiscales desde hace 60 años —explica Mayer—. Si gana Romney, esos beneficios estarán a salvo. Esa industria puso millones en Super PAC argumentando que creen en el libre mercado”.

    También la industria financiera apuesta al candidato republicano. Según Biersack, Wall Street gastó mucho menos en la campaña del presidente que en la de Romney.

    Es difícil saber con exactitud cuánto dinero invierten esos grupos y a favor de quién. Distintas investigaciones difieren en las cifras. Según la información de opensecrets.org, los 895 Super PAC registrados gastaron hasta ahora unos U$S 272,7 millones. Si se suma al gasto de los partidos y el de corporaciones, sindicatos e individuos, la cifra llega a U$S 471,8 millones.

    El Super PAC que más gastó es Restore Our Future, que apoya a Romney, y ya invirtió unos U$S 84,5 millones. American Crossroads (U$S 43 millones) y Americans for Prosperity (U$S 30,8 millones) también están a favor del republicano. El principal Super PAC que hace campaña por Obama es Priorities USA Action, con U$S 30,1 millones.

    Pero el viernes 21 el periódico digital “Huffington Post” informó que en agosto Priorities USA Action, con una recaudación de U$S 10,1 millones, superó por primera vez en la campaña a sus contrapartes conservadores: American Crossroads, del millonario Karl Rove (U$S 9,4 millones) y Restore Our Future (U$S 7,1 millones).

    Para D’Aprile el “efecto práctico de los Super PAC es que amplifican la voz de un pequeño número de personas”. No obstante, dice, “algunos argumentan que la negatividad va a tener el efecto contrario y va a llevar a obtener menos votos”.

    Biersack sostiene que “una de las consecuencias del sistema es que los oficiales electos se volvieron más ricos como funcionarios” porque “se necesita mucho dinero para postularse a un cargo”.

    Hay otras formas de buscar financiación para la campaña. Una de las más comunes es la de los “bundlers”, que son individuos que organizan reuniones con personas para recaudar dinero legalmente en paquetes de cheques a nombre de distintos aportantes.

    También hay un crecimiento de los pequeños donantes en Internet. Según Jeremy Mayer, en el 2008 tres millones de estadounidenses dieron dinero a la campaña de Obama.

    Además, existe financiamiento público para las campañas, que se activa después de las convenciones. En el 2008 Obama lo rechazó porque tenía la capacidad para recaudar el dinero por sí mismo. Esta vez ambos candidatos lo rechazaron. “Es la muerte del financiamiento público”, aventuró Mayer.

    La Comisión de Elecciones Federales (FCE por sus siglas en inglés) monitorea desde 1974 los gastos en las elecciones a nivel federal y reporta quién aportó dinero y en qué se gastó. Pero a juicio de Mayer “la actuación de la FCE se está enlenteciendo y está perdiendo severidad”.

    ¿Serán determinantes los Super PAC en el resultado de la elección?

    “No creo que sepamos cuán importantes están siendo en esta campaña. Es la primera elección presidencial con Super PAC”, opina Biersack.

    “Los Super PAC están cambiando la forma en que se conducen las elecciones”, sostiene Pabon.

    “Decir que los Super PAC cambiaron completamente las campañas es una afirmación drásticamente insuficiente”, dice D’Aprile.

    Las maniobras económicas en la campaña pasan inadvertidas para el público. Pero sí se percibe con claridad el producto final: montañas de minutos televisivos dedicados a criticar a un candidato que desbordan las programaciones en los estados más importantes.

    Un voto, un tuit.

    El demócrata Howard Dean se presentó a las elecciones primarias del año 2004 como candidato a presidente. No fue electo, pero su campaña dejó una huella: fue la primera que usó los medios digitales para transmitir su mensaje y recaudar dinero por e-mail.

    Internet es, desde la campaña del 2008, uno de los medios más usados y exitosos para hacer proselitismo. Ese año, dice Akram Elias, “los jóvenes permanecieron involucrados por dos años hasta la elección siguiente por el uso exitoso de las redes sociales”.

    “La revolución del conocimiento empoderó al pueblo y los individuos, que ahora pueden obtener información de formas antes impensables —afirma—. Eso lleva a la necesidad de organizarse. La desventaja es que algunas personas permanecen ignorantes”.

    Mindy Finn, encargada de asociaciones estratégicas en Twitter y estratega política de varias campañas republicanas, expuso sobre el impacto de las redes sociales en el panel de discusión “Campañas del siglo 21” organizado como parte de la Convención Nacional Demócrata en Charlotte el miércoles 5.

    “La tecnología es un gran igualador”, sostuvo, porque “ya no es cierto que quien recauda más dinero gana”.

    Finn afirmó que “hoy la gran mayoría de la organización de campaña sucede online” y eso ocurre porque es una plataforma que “trasciende el tiempo y el espacio” y permite que “mucha gente se involucre más rápido y más efectivamente”.

    “Los candidatos se están dando cuenta de que a través de la tecnología pueden hablarles a las bases con más potencia que a través del dinero”, agregó.

    Para Andrew Blecker, en cambio, “lo fundamental no ha cambiado, todavía tenés que conseguir los votos” y por eso “el dinero todavía importa, la recaudación es una parte fundamental de las elecciones”.

    Una de las principales funciones de Internet en el trabajo de campaña es que permite llevar mensajes individualizados a distintos electores. Con las nuevas tecnologías se puede llegar a una persona determinada y asegurar que el anuncio va a aparecer en su laptop o su teléfono.

    Varias compañías ofrecen a las campañas un servicio que roza el “gran hermano”: según explicó Colin Delany en un artículo del número de julio y agosto de “Campaigns & Elections”, la técnica consiste en hacer una búsqueda que cruza una lista de posibles votantes con la información de su historial de navegación —gracias a las famosas cookies—; el resultado permite enviar publicidad online individualizada a usuarios puntuales.

    En Estados Unidos hay que registrarse para votar, lo que incluye informar la afiliación partidaria, y esa información es pan para las campañas porque permite a los estrategas conocer a qué público se dirigen.

    A juicio de Finn, la novedad en esta elección es “la habilidad para integrar con inteligencia” los recursos de Internet y opinó que “las redes sociales están siendo un factor mucho más que en el 2008”. Para Gigi Sohn, presidenta de la organización Public Knowledge, “la preeminencia de Twitter es el cambio más radical”.

    “Internet es crisis: peligro y oportunidad —sentenció Finn—. Si no entiendes cómo funciona vas hacia el peligro porque va a ser usado en tu contra”.

    Los panelistas concluían la conferencia pero sólo algunos espectadores les dedicaban toda su atención. Muchos tenían la mirada baja y contemplaban una pantalla iluminada en medio de la oscuridad: una laptop, un iPhone. Leían las últimas noticias, revisaban sus e-mails, enviaban un “tuit”.