En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En Argentina se produce el 60% del total mundial de yerba mate. Y el 90% de esa producción está concentrado en la provincia de Misiones. En los años 90, la crisis del sector provocó una importante migración de trabajadores rurales hacia los alrededores de distintas ciudades de la provincia, formándose así los “barrios tareferos” en alusión a la “tarefa”, que así se llama la cosecha de yerba mate. Empleo en negro y en condiciones de esclavitud, viviendas precarias, falta de acceso a los servicios básicos, trabajo infantil y otros etcéteras son el pan cotidiano de estos cosechadores de la yerba mate. Parte de ese mundo se ubica en los suburbios de la ciudad de Montecarlo, en la provincia de Misiones. Allí llevó su cámara el realizador argentino Diego Marcone (Buenos Aires, 1984) y el resultado es Raídos (Argentina, 2016), su primer y auspicioso documental, ganador de varias menciones en el Bafici 2016, que puede verse en el servicio de televisión a demana Qubit, similar a Netflix, que vale la pena explorar porque contiene una oferta diferente, con mucho cine clásico recuperado en excelente calidad HD.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
La película se abre con un primer plano de su protagonista excluyente: la hoja de yerba. Mientras la imagen fija muestra las gotas de rocío sobre la hoja, cantan los gallos en la oscuridad cuando solo ellos saben de la inminencia de las primeras luces. Un grupo de hombres espera a la vera del camino un camión que los recoge. Se apilan con frío en la caja sin techo del vehículo, acostados sobre un colchón de bolsas vacías de nylon. Cuando llegan al yerbal, todavía oscuro, prenden un fuego para calentarse, antes de empezar la jornada de trabajo.
La cámara los sigue mientras “tarefean”, conversan y se hacen bromas, al mismo tiempo que capta rostros silenciosos que se pierden mirando el horizonte, o que con el dorso de una mano se secan la frente. La cámara también los acompaña en los descansos en medio del yerbal, mientras una mujer discurre si le alcanzará el dinero para comprarse ojotas nuevas. O registra a dos varones adolescentes bromeando con la sexualidad a raíz de la aparente conquista que uno de ellos ha hecho en Facebook. Los trabajadores hablan de la relación que hay entre lo mucho que vale el kilo de yerba en el almacén y lo poco que les pagan a ellos por cosecharla. Hay también primeros planos de manos que se revisan unas a otras los dedos maltrechos de callos y ampollas por lidiar con las ramas del yerbal.
La noche es el marco adecuado de momentos plenamente logrados. Un partido de fútbol sirve para que uno de los tareferos al borde de la cancha se lamente de no haber entrado al fútbol profesional cuando lo citaron de Huracán, y en lugar de presentarse se quedó tomando vino en el barrio. Otro de los muchachos se emborracha y canta sus tristezas con algunos compañeros frente al fuego. Minutos más tarde, todos se han ido a dormir y él queda solo, en silencio, mirando las brasas que agonizan.
Hay ausencia de figuras paternas, pero las madres siempre están: cocinando, lavando, tarefeando o cavilando con preocupación sobre el futuro de sus hijos. Estos, adolescentes y casi todos hombres, tienen con ellas una relación algo inmadura, donde se mezcla el afecto, la disculpa por mucho “escabio” o por no haber seguido estudiando, la angustia existencial de esa vida estancada y compartida.
La filmación sigue a los protagonistas durante un año y por eso la hoja de yerba vuelve a aparecer en primer plano marcando el cambio de estación: con una cubierta blanca de helada o bañada por una lluvia tropical. Cuando ese año finaliza, asistimos a una graduación de quinto año de Primaria que algunos pocos jornaleros lograron terminar. Y mientras el maestro discursea que “el futuro es de ustedes” y las madres se abrazan llorando por el diploma que han logrado sus hijos, la cámara vuelve a la noche, donde cuatro o cinco niños solos juegan en la calle de tierra con un pelotón de bolsas de nylon vacías y atadas que después quedarán al costado del camino hasta la madrugada, cuando el camión levante a los tareferos y a las bolsas para la siguiente jornada de trabajo.
Es muy interesante el armado de la banda sonora, donde se contrastan los silencios con algunas irrupciones de música tropical; mientras los protagonistas hablan, suenan con naturalidad por detrás los ruidos del paisaje, los cantos o las conversaciones de otros fuera de cuadro, o la radio que transmite un partido de fútbol.
El realizador Diego Marcone declaró en una entrevista que el proyecto del documental le llevó más de cien horas de filmación durante más de un año, y que la mayoría de los viajes para filmar los hizo solo, sin equipo técnico, para lograr mayor intimidad con la gente. “Tal vez esto significó ceder algo de posibilidades técnicas, pero me permitió pasar más tiempo allá, convivir y formar un lazo auténtico con la gente del barrio”, dijo. El resultado atestigua que lo consiguió y que eso le permitió registrar con ojo sensible una realidad vergonzosa.