Nº 2219 - 30 de Marzo al 12 de Abril de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáComo ocurre una vez al año, una delegación de técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) llegó este mes a Montevideo en el marco de la revisión del organismo a la que deben someterse sus países miembros. La misión visitante suele reunirse con las autoridades del gobierno, así como también con agentes económicos y sociales, incluyendo sindicatos, académicos, consultores y líderes políticos para recoger opiniones diversas sobre el país.
En esta ocasión la comitiva habló, entre otros, con los intendentes y posibles precandidatos frenteamplistas Carolina Cosse y Yamandú Orsi, y con el secretario de la Presidencia y eventual postulante blanco, Álvaro Delgado, como informó el semanario en su anterior edición. Parece razonable que el organismo financiero internacional escuche a quienes seguramente serán, junto con otros aspirantes presidenciales, actores protagónicos del próximo año electoral, para interiorizarse sobre su visión del presente y el futuro de Uruguay.
Es claro que todavía falta para que la ciudadanía deba ir a las urnas y para que las precandidaturas —esas y las demás— estén todavía lanzadas y mucho menos que haya equipos o programas de gobierno armados como para mostrar. Pero son acercamientos necesarios para las dos partes, cualquiera sea el partido o coalición que gobierne desde marzo de 2025. Para Uruguay, el organismo sigue siendo un prestamista al cual recurrir en caso de una contingencia, y desde 2006 su rol ha sido el de brindar asesoramiento y colaboración técnica para cuando se quieren implementar determinadas políticas o reformas, un aporte que puede ser útil para cualquier gobernante.
Es cierto que la visión predominante en el FMI —donde las potencias mundiales son las que tienen mayor poder de voto en su conducción— sigue siendo la de defender economías libres y abiertas, algo que quizás rechine en el sector más ortodoxo del Frente Amplio. También lo es que cada vez son menos los dirigentes de izquierda que se reúsan a hablar de un Estado eficiente, de atraer capitales extranjeros que generen empleos o de lograr tratados comerciales que mejoren las condiciones para colocar la producción exportable uruguaya.
La misión dejó algunas recomendaciones a las actuales autoridades en asuntos estructurales y que trascienden un período de gobierno. Por ejemplo, instó a “redoblar los esfuerzos” para mejorar “la eficiencia y la productividad de las empresas públicas”, sugirió la adopción de un ancla de deuda explícita adecuadamente calibrada para estabilizar la relación entre la deuda y el Producto Bruto Interno en un nivel inferior a mediano plazo —perfeccionando la nueva regla fiscal— y aconsejó reforzar la “independencia de jure” del Banco Central para que pueda llevar adelante la política monetaria sin intromisión de los gobernantes de turno.
Son temas que subyacen al mentado “costo país”, la productividad y competitividad de la economía y, en definitiva, a las posibilidades de desarrollo de Uruguay a largo plazo. Son para el país parte de una discusión pendiente o que no termina de cerrarse; el FMI solo nos lo recuerda. Sería positivo que el debate y las propuestas sobre estas cuestiones también tengan espacio en la campaña electoral del 2024.
De todas formas, desde ya es una excelente señal que algunos de los precandidatos presidenciales con más posibilidades de ganar las próximas elecciones nacionales acudan al llamado realizado por el FMI para intercambiar distintos puntos de vista y proyectos. Da la sensación de que algunos de los viejos eslóganes, especialmente de la izquierda, quedaron por el camino. Esperemos que así sea.