El Bicho no inventó nada.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEste engendro orwelliano fue descripto, junto a otros dramas existenciales, en la novela “1984”, que debería ser de lectura obligatoria en Enseñanza Secundaria.
Así podríamos sensibilizar a la juventud con la catástrofe social que George Orwell predijo hace casi siete décadas, anunciándonos la llegada de los invasores de la intimidad que nos harían desconfiar hasta de los espejos.
Ahora resulta que el ministro dice que se confundió, y que al narco de los Cuinis lo agarraron en realidad porque el tipo fue tan gil que le mandó un telegrama de felicitaciones al Chapo Guzmán con motivo de su inminente viaje a los EEUU, y lo firmó con su nombre y apellido, y en el formulario del correo llenó un talón con sus datos personales, y en “profesión/ocupación” puso “narcotraficante mexicano oculto en Punta del Este, Chalet Quincho Grande, San Rafael, Dpto. de Maldonado”, y agregó el número de su celular. Y que fue por esos datos que lo detuvieron.
¡Andáaaaa…!
Nosotros, que nos debemos a la sagrada tarea de echar luz en la oscuridad, en especial en estos ámbitos en los que campean la sospecha y la impunidad, tenemos detectados algunos otros deslices puestos en claro por ese maravilloso sabueso informático que es el Guardián.
A don Braulio Minarrieta, propietario de una panadería en la localidad de Mariscala, Dpto. de Lavalleja, gracias a un cruzamiento de informaciones surgidas de mails, llamadas telefónicas y mensajes de whatsapp pinchados por el Guardián, le cayeron hace una semana los inspectores de la DGI y del BPS, tras haberle detectado flagrantes infracciones. El Guardián reveló que don Braulio estaba atrasado tres meses en los aportes de Seguridad Social de su empleado de nombre Inmaculado Perdomo, maestro bizcochero, y por el lado de los impuestos, detectó que don Braulio se había equivocado en la planilla del IRAE, defraudando al fisco en $ 875 más mora e intereses.
Pero el caso no resultó tan sencillo para don Braulio, como pagar lo que debía y listo. No. Don Braulio está internado con conmoción cerebral y probable fractura de cráneo, ya que el Guardián reveló asimismo otras conversaciones telefónicas pinchadas a este ciudadano. Tras escucharlas junto a su esposa en la sede policial a la que fue llevado por la fuerza, ambos oyeron los diálogos de don Braulio con una vecina medio casquivana, doña Loreley Bernárdez (a) “La Tigra”, una meretriz jubilada pero todavía en estado de merecer, con la que don Braulio aparentemente tenía una relación poco clara. Una vez de regreso al hogar, sin mediar palabra, don Braulio fue agredido en forma brutal por su esposa, quien le partió un palote de amasar en la cabeza. Este episodio terminó con doña Ramona Pebete de Minarrieta, la esposa agresora, procesada por violencia doméstica.
De las conversaciones pinchadas que le grabaron a don Braulio, el Guardián reveló también un posible caso de abigeato.
En uno de los diálogos desgrabados, un chacarero amigo de don Braulio, don Erasmo Machicote, le dice a don Braulio que le habían ofrecido media res recién faenada, si no le interesaba algún corte de asado o de pulpa.
En conocimiento de esta delicada situación, la policía procedió a la detención de don Erasmo, a quien se viene interrogando intensamente con el fin de que confiese el origen de la carne bovina ofrecida a su vecino.
El periódico “La Voz de Mariscala” publicó un editorial diciendo que tenía conocimiento de que todos estos procedimientos policiales determinados por las investigaciones secretas del Guardián no habían sido previamente autorizados por un juez, razón por la cual estaban tan en infracción como el caso “puntual” (Bonomi dixit) del narco mexicano.
El que salió al cruce de tal ofensa al correcto proceder del Ministerio del Interior fue el Comisario de la zona, Insp. Ppal. Nolberto Requesoni, quien aseguró públicamente ante los medios de comunicación del departamento de Lavalleja, que antes de la iniciación de los procedimientos se había requerido la aprobación de un juez.
Poco después se supo que quien había sido consultado telefónicamente por las autoridades policiales para dar su conformidad había sido en realidad un juez, pero de fútbol. Don Gualberto Tarjé Tarroja, árbitro de las ligas deportivas del interior, quien, llevado a declarar por la policía, declaró que a él le habían preguntado si estaba de acuerdo con que se procediera a la detención de unos delincuentes, y que él obviamente había dado su conformidad, por puro sentido común. Fue detenido y acusado del delito de usurpación de funciones, los antecedentes pasaron a la justicia.
El caso prosiguió con los pinchazos del Guardián a las llamadas telefónicas del juez trucho (para la justicia, no para el deporte) de las que pudo saberse que, en diálogo con su colega arbitral Carmelo Delsil Bato, este le contó a don Gualberto que en un partido entre los equipos del Alma Barrial y Juventud Unida, que jugaban la final del Dpto. de Cerro Largo, el presidente de Juventud Unida le había dicho que si favorecía a su equipo le regalaba un cordero, cosa que había hecho cobrando un penal inexistente en los descuentos del match.
Este otro árbitro marchó en cana por cohecho especialmente agravado, gracias al Guardián, y todo sin que los verdaderos jueces se enteraran.
Ya van a ver cómo igual desde el Ministerio del Interior van a salir a desmentir todo, hasta que se sinceren y lo vuelvan a copiar a Orwell, sustituyendo a esta Secretaría de Estado por el Ministerio de la Verdad, que existía en aquel siniestro país del Gran Hermano con el fin de manipular toda la información, y conseguir que las evidencias presentes y pasadas coincidan con la versión oficial de la realidad y de la historia, custodiada y mantenida por el Estado.