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    El Partido Colorado

    Sr. Director:

    El Partido Colorado, carpintería y el futuro. Si el Partido Colorado ha de retomar en el futuro su protagonismo en la construcción de un Uruguay más libre, justo y próspero, habrá de hacerlo desde un discurso que enuncie con convicción ese futuro, y describa con precisión y credibilidad los pasos necesarios para alcanzarlo.

    La recordación de las batallas perdidas, las gestas heroicas que en esencia significan la derrota del héroe, como Carpintería(1) o Quinteros, no son el camino.

    La recordación de los mártires es justa y necesaria, pero nos habla del pasado, de acciones que ya no son de recibo, esencialmente la de la revolución armada, que ha sido definitivamente erradicada de nuestras prácticas políticas, al extremo que los guerrilleros del 63, derrotados en 1972, previo a la caída de las instituciones que buscaban derrocar, (febrero de 1973), terminaron logrando por vía del voto popular lo que fracasaron en obtener por las armas.

    Por suerte fracasaron en aquel intento, por terrible que haya sido el precio para las instituciones de la República, porque si hubieran tenido éxito, quizás tendríamos una dictadura hereditaria como la que ha padecido Cuba, modelo inspirador, instigador y motorizador de la desangelada triste y sangrienta aventura tupamara.

    Me disculpo por la contradicción de reclamar abandonar el pasado y tentarme de hablar de él, porque los problemas que enfrenta el país, hoy y en el futuro, son de una magnitud extraordinaria, y no responden a ideologías ni a partidismos políticos.

    Los problemas del Uruguay de hoy son los derivados de décadas de negligencia, del “más o menos” de la mediocridad, del quedarse en la contemplación narcisista del reflejo en la superficie, sin animarse a nadar hacia el fondo del asunto, de la retórica vacía, de la codicia disimulada del “proletariado intelectual” que denunciara Figari, cuya única preocupación real es obtener una participación mayor en la actividad “rentívora” definida genialmente por Methol Ferré, que sigue siendo el eje de la economía del país.

    Los problemas del Uruguay son la no previsión, la falta de responsabilidad acerca de lo que ocurrirá en un futuro, que ya sabemos cómo funciona y que, sin embargo, nos negamos a aceptar. Hay un afán inmediatista, que asume que todo es para siempre, y que rechaza con infantil pertinacia la entropía inexorable del paso del tiempo.

    Nos volvemos más viejos, las cosas se gastan por el uso, desde la ropa hasta las maquinarias, que además quedan obsoletas (unas por la moda y otras por el avance de la tecnología), los pavimentos se destruyen, los procesos y los procedimientos que eran buenos en el pasado dejan de ser eficaces para enfrentar los problemas nuevos del tiempo nuevo.

    El tiempo nuevo que la comunidad educativa rechaza, destruyendo las posibilidades futuras de niños y jóvenes, que enfrentarán su realidad adulta desprovistos de las herramientas mínimas para poder desenvolverse razonablemente.

    El tiempo nuevo de una sociedad segregada, donde los excluidos por la economía, la educación y la cultura comienzan a tomar el protagonismo inexorable de la violencia antisocial, que solo ha tenido por respuesta una discusión emocional acerca de cárcel sí-cárcel no, como si reprimir y aislar a quienes destruyen el primer derecho humano (el derecho a la vida, para poder disfrutar los demás derechos), fuera un tema “ideológico” y no de estricta autodefensa.

    Pero pensar que el problema se resuelve solo construyendo cárceles es un disparate, inclusive la idea de reeducar a los delincuentes se queda en la superficie, porque este drama no se gestó de repente, y llevará por lo menos 20 años enmendarlo, empezando ahora mismo, a nivel preescolar.

    Hay problemas en la educación, en la producción, en la infraestructura, en la prestación de los servicios básicos; donde miremos hay problemas y hay asimismo miles de diagnósticos, que por ser formulados desde la ideología, (“la ideología es una enfermedad de la ideas”, decía Vaz Ferreira) son inexorablemente parciales, y se agregan al problema mismo.

    Y naturalmente están los problemas de la economía, que pone un límite a los recursos disponibles para efectivizar las soluciones que cada asunto requiere, y ese problema está agravado por la contracción del ciclo económico, que en esta oportunidad será más penoso porque el período de “las vacas gordas”, (nunca mejor empleado), fue más exuberante y prolongado de lo que se tenga memoria.

    Los ajustes imprescindibles serán tenazmente resistidos por los beneficiarios de las rentas estatales, (especialmente los últimos 100.000 becados vitalicios de la coalición de las izquierdas), que lucharán con uñas y dientes, antes de resignar una parte de lo que han incorporado a su recaudación de bolsillo. La lucha presupuestal antiajuste, resultará un obstáculo enorme en el camino hacia las soluciones imprescindibles, como nos muestra lo ocurrido el 19 de setiembre en el Senado.

    La lucha entre el interés general de los ciudadanos y el interés particular de los funcionarios y grupos de presión sindicales, no ha sido asumido aún, y se celebra que un sindicato quiera hacer un liceo para los hijos de sus afiliados, cuando debiera alarmar que el costo de ese privilegio será pago por la empresa y, en definitiva, por los consumidores.

    Siendo esto grave, es aún más grave que la dirigencia sindical y las autoridades del sistema educativo, (corresponsables de la catástrofe educacional que sufre el país), con acritud ingrata y argumentos de infame deshonestidad, censuren el esfuerzo de empresas y personas que financian y gestionan en forma privada liceos destinados a dar verdaderas oportunidades de superación, por la educación, a los jóvenes de los barrios más carenciados, y que en esencia molestan porque ponen en evidencia la inepcia de su gestión.

    Y si hiciéramos un listado de los problemas, que sería interminable, estaríamos cayendo en el mismo error de quienes desde la ideología formulan el diagnóstico y dejan sin enunciar la solución, por incapacidad y falta de valor para asumir el corolario evidente de sus elucubraciones.

    En verdad, creo que los problemas del Uruguay no tendrán solución hasta que la ciudadanía emprenda la tarea de mejorar la calidad política de su representación, que por cierto no es fácil de encarar con la actual legislación electoral, que ha sido diseñada en función de las necesidades y conveniencias de la dirigencia nacional-capitalina.

    El Partido Colorado, que ha retrogradado al estadio de las tribus cazadoras recolectoras, es la primera víctima de la insatisfacción de los ciudadanos, pero no será la única.

    M. J. LLantada Fabini

    1) La batalla entre Rivera y las fuerza de Oribe y Lavalleja, a orillas del arroyo Carpintería, donde se usó por primera vez la divisa colorada, (por falla del pigmento de la cinta celeste), es considerada fecha de nacimiento del Partido Colorado, (19 de setiembre de 1836), y en el caso del Partido Nacional, la fecha es la del decreto de Oribe haciendo obligatorio el uso de la cinta blanca con el lema “Defensores de las Leyes”, (10 de agosto de 1836).