Hacer una “transformación de verdad”, abandonar la “intuición” a la hora de orientar la reinserción de los trabajadores, pasar del postulado de la formación presencial a una metodología híbrida que conjugue la educación a distancia para “ceibalizar” el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). Con esa visión, el Poder Ejecutivo pretende lograr los acuerdos sociales y políticos para “reinventar” este organismo —creado en 2008— y focalizar su actividad en las funciones más importantes, tras la “inflación de cometidos” que durante la administración anterior se le generó, en la “ficción” de que tenía fondos “infinitos”.
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Para lograrlo, el nuevo director general del Inefop, Pablo Darscht, dijo a Búsqueda que, “apretando las canillas al máximo”, este año el instituto gastará unos US$ 8 millones del “colchón” de reservas que tiene, pero que si se continúa con el “piloto automático”, a fines de 2021 el Inefop “cierra”. La “señal” de austeridad que a instancias del Poder Ejecutivo se resolvió por consenso en el Consejo Directivo fue reducir en unos $ 30.000 el sueldo de los ocho directores del instituto, que estaban cobrando esa cifra por encima de lo que la ley establece (70% de la remuneración del ministro de Trabajo).
Agregó: “Necesitamos tener una estrategia clara y mostrarle al país entero que el instituto es serio, austero y útil. Eso es lo que nos toca a nosotros”. Con ese objetivo, anunció un “rediseño” de la gestión del instituto en general —y en particular de la administración y finanzas—; “rever” sus 20 oficinas en el interior; mejorar el seguimiento de las capacitaciones; y la “urgente revisión” de la ley de empleo juvenil (ver recuadro), entre otras acciones.
El Inefop es una persona pública que se rige por el derecho privado que sustituyó a la Junta Nacional de Empleo. Tiene una conducción tripartita. Al inicio del último gobierno del Frente Amplio el organismo implementó una reestructura que amplió sus cometidos, procuró darle más eficiencia en los procesos y propició un diálogo más productivo entre los distintos actores, los representantes del Poder Ejecutivo y los sociales (las cámaras empresariales, del PIT-CNT y de las cooperativas).
“Apretando las canillas”.
Con la llegada del Covid-19 el Inefop debió suspender las 5.000 capacitaciones que estaba financiando y renegoció con las entidades a las que les contrata cursos (“Ecas”) para que mejoraran sus propuestas, adaptándolas en los casos que fuera posible a la virtualidad, e incluso reduciendo su costo. Para ello definió una serie de criterios (precio, calidad, pertinencia y territorio) que, dijo, antes no se consideraban “porque no había una restricción presupuestal” y “entonces, básicamente, se aprobaba todo aquello que parecía razonable”.
Este mes el Inefop seleccionó 38 propuestas de capacitación (de un total de 60 que se habían presentado en febrero) —dirigidas a jóvenes de contexto socioeconómico vulnerable— por unos $ 45,1 millones; el costo original era de $ 49,2 millones. Hacia delante, se pretende replicar el método para adquirir todas las propuestas de formación profesional, dijo su titular.
Darscht afirmó que actualmente hay unos 3.000 trabajadores que esperan participar en los cursos, una cifra que va a “aumentar mucho” en el marco de la emergencia sanitaria.
La preocupación por ahorrar del director general del Inefop parte de la base de la restricción presupuestal que tiene la entidad que administra el Fondo de Reconversión Laboral (FRL), nutrido con aportes de los trabajadores y empleadores del sector privado.
Por un lado, debido al deterioro del mercado de trabajo y la baja en la tasa de aportación resuelta en la anterior administración (de 0,125% a 0,100% del salario), se proyecta que los ingresos al FRL serían por $ 900 millones este año, una reducción de entre 5% y 7% frente a 2019, según las proyecciones que manejó el jerarca.
Por otro lado, el Inefop tiene comprometidos subsidios por $ 240 millones para las empresas que contraten a personas jóvenes (por la ley de empleo juvenil). A su vez, está intentando renegociar una serie de convenios y finalizar otros que “consumen” una parte del presupuesto, además de cumplir con la “batería” de programas que brinda el propio instituto.
Con ese panorama, Darscht estima que para desplegar sus acciones y cumplir con los cometidos comprometidos para 2020 el instituto tendrá que gastar “apretando las canillas al máximo” —unos US$ 8 millones extra— de lo que le ingrese, para lo cual recurrirá a un “colchón” de reservas que acumuló durante los años de baja ejecución de capacitaciones. Ese “fondo contracíclico” era de unos US$ 86 millones en 2015 y en marzo pasado se ubicaba en torno a los US$ 25 millones, informó. De ese total, esta administración destinó US$ 6 millones al Fondo Coronavirus, por lo que a fin de este año, considerando la sobreejecución de US$ 8 millones mencionada, quedaría con unos US$ 10 millones. “Con lo cual, si seguimos en piloto automático a fin de 2021 cierra el instituto”, infirió con inquietud. Y añadió: “Por eso es muy importante cambiar la lógica, redefinir todo el juego, para lo que se necesita acuerdos sociales y políticos para hacer una transformación de verdad”.
Es que, a juicio de Darscht, los cambios hechos al rol del instituto durante el gobierno anterior fueron “añadiduras” para atender las “necesidades políticas con uno de los pocos lugares donde había dinero de libre disponibilidad”. Y disparó: “Eso no es una crítica ni siquiera, es una constatación. Si mirás los cometidos del instituto y la cronología en la que se fueron agregando las letras del abecedario, llegamos a la ‘o’ y la ‘p’; hay una inflación de cometidos. Eso no fue una reforma” sino “nuevos ítems de erogación”.
A su juicio, con esa realidad, se deben lograr “acuerdos sociales y políticos para focalizar la actividad (...) porque el instituto tiene más trabajo cuando peor son sus ingresos. Tiene que ser contracíclico, pero fue procíclico”.
“Ceibalizar”.
A partir de los cambios en la economía y el mundo laboral que impuso el coronavirus, así como desde el punto de vista estratégico, para Darscht, el instituto debe transformarse en la herramienta capaz de ayudar a transitar a los trabajadores hacia las competencias que son demandadas.
Por un lado, el desafío del Inefop —señala— pasa por tener un “sistema de inteligencia” del mercado laboral “lo suficientemente sofisticado como para orientar a la gente a espacios donde existe posibilidad de empleo” a partir de las competencias de cada persona y del territorio donde aspira trabajar. “Eso es una oportunidad. No se está haciendo, se hace intuitivamente. (…) Necesitamos incorporarlo al proceso de orientación profesional como un elemento central”, afirmó.
Por otro lado, “hay un montón de productividad a ganar a través de la tecnología. (…) El acompañamiento de la formación permanente requiere de un uso más intensivo y sistemático de la tecnología. El instituto requiere de socios como las Ecas, diestros en el manejo de esta tecnología, con las herramientas pedagógicas para hacerlo”, argumentó. Y para ello, informó que se está comenzando a trabajar en un proyecto con Ceibal para el instituto, que incorpora a las Ecas, a partir de la experiencia y el proceso que en los últimos 15 años tuvo el Ceibal. En concreto, Darscht pretende “ceibalizar el Inefop”, asegurando, por un lado, el ancho de banda y el acceso a la tecnología (sea por un sistema de préstamo de computadoras, o utilizando los “centros MEC” o los de inclusión digital de Antel, que tiene unos 300 en el país con más de 2.000 computadoras instaladas). Por otro, diseñando “metodologías de enseñanza híbridas”, que combinen presencialidad y virtualidad de forma inteligente, lo que le permitiría ampliar la oferta de cursos porque bajaría los costos y donde la “territorialidad” dejaría de ser un problema, además.
Explicó que, actualmente, si alguien concurre a una oficina de Inefop en el interior y pretende hacer un curso, pero no existen en el departamento horas y cupos disponibles contratados en alguna institución de enseñanza, se le da un vale (de unos $ 20.000) para que lo tome en alguna academia de la zona. “Ese esquema sale muy caro y tiene un riesgo de discrecionalidad”, dijo. La forma, por ejemplo, sería poder cursarlo a distancia.
En la nueva etapa, el instituto pasaría de ser un “contratante de cursos” a “ser referencia de trayectorias profesionales de la ‘nueva realidad’, que tiene esa inteligencia para determinar los sectores y competencias, y la capacidad interna o externa de formar a las Ecas en todo lo que se requiere. Eso tiene una parte tecnológica, que quizás sea la más fácil, y otra de manejo de docentes, lo mismo que pasó con el Ceibal”, explicó.
Y añadió: “Tenemos que tener un espacio de formación e inteligencia en el instituto, que hoy no existe. Tiene que ser capaz de reflexionar, evaluar y ser una usina de ideas”. Darscht prevé, para viabilizar la nueva visión del instituto, celebrar un convenio con el Ceibal y alianzas con otras instituciones, incluso de cooperación internacional.
Para él sería “bastante natural” un convenio con Ceibal. Evaluó que como siete de cada 10 estudiantes de Secundaria abandonan la educación, el Inefop sería “prácticamente la última red de contención de formación para mucha de esa gente”, que podría captar. El jerarca aclaró que esta visión de “reinventar” el instituto es la que “trae” el Poder Ejecutivo y evaluó que “parte de ella” es compartida por el resto de los actores que participan en la conducción del Inefop. “No es una cosa saldada, estamos conversando, cada parte hace sus aportes, en un proceso de construcción de la estrategia” a futuro.