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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl Tenderredes Huracán fue uno de los buques más aguerridos de la Armada.
El antiguo Nahant de la US Navy en la Segunda Guerra Mundial sirvió de buque de apoyo y entrenamiento para generaciones de marinos uruguayos, uno de los más potentes y marinos, en incontables operaciones de búsqueda y rescate.
Cuando fue desafectado de servicio, ya se había rematado y comenzado a desguazar, cuando amigos de la Armada me pidieron que interviniera, comprara el casco para transformarlo en un pontón de construcción y se salvara.
Desde el Huracán los 40 traidores de la Armada se unieron por radio a los golpistas del 73, una deshonra que el buque no merecía. El trabajo honrado sería su redención.
Con el capitán Ernesto Ocampo, uno de los héroes de la Armada de Zorrilla que sufrió la persecución de la dictadura, estudiamos de proa a popa las posibilidades y lo acondicionamos para ser un pontón de apoyo que sirvió fielmente en la construcción de los muelles de Ontur y los nuevos muelles, muelle fluvial y Muelle Sur de la ANP en Nueva Palmira. Durante una pausa hasta estuvo amarrado en el muelle de Navíos, a quienes ayudamos a estudiar el dragado, en ese generoso intercambio de gauchadas que ha sido parte de la cultura de Nueva Palmira.
Claro que no había ya repuestos para motorizarlo, pero fue una útil herramienta y taller flotante para atender a las obras y ser una marina oficina técnica para los ingenieros y las visitas.
Y lo bautizamos nuevamente, con el padre Livio, con el nombre de la señora que guió a los Treinta y Tres cuando cruzaron el río desde el Delta, Nuestra Señora de los Treinta y Tres.
Cuando el conflicto de las papeleras nos llevó cerca de la guerra con Argentina, asumimos nuestro compromiso secreto, como patriotas y fuerza amiga de la Armada, con los amigos del mejor remolcador ítalo-uruguayo de la hidrovía. Si Argentina invadía, remolcábamos el pontón Nuestra Señora de los Treinta y Tres y lo hundíamos en la entrada del Paraná para bloquear la navegación por el Paraná de los buques oceánicos.
Gracias a Dios el conflicto no llegó, hasta Vásquez agradeció la ayuda de Bush en desalentar a los Kirchner, pero debimos sufrir otros conflictos.
Ontur y los muelles de la ANP se terminaron, su diseño nos ganó premios internacionales de la Federación Internacional del Hormigón, Obra del Año de Infraestructura de FIABCI Uruguay, y ejemplo de éxito en DBIA Diseño y Construcción en Dallas. Pero la ANP no terminó de pagar el dragado y un adicional de obra, el pontón quedó atracado fuera de la zona de operación esperando la orden.
En ese tiempo, la draga de la ANP en un error de operación descargó durante una semana arenisca junto al pontón. Por permisos que nosotros mismos hicimos ante la Dinama, ese material debía volcarse en seco, como habíamos dragado nosotros, nunca junto.
Esa situación fue constatada en un informe técnico del perito naval capitán Ernesto Ocampo, que presentamos en la Prefectura de Nueva Palmira junto con una Protesta Naval, solicitando cortésmente que se tomaran las medidas necesarias para librar al pontón de la situación de varadura por la descarga errónea y sin permiso. Al mes siguiente verificamos en el sitio la situación con el entonces presidente de la ANP, que prometió tomar medidas. No hasta ahora.
Esta historia de Huracán la traemos ahora porque con la falta de comunicación que esta pandemia nos ha traído nos llega un increíble aviso de la ANP que quiere declarar en abandono al pontón Nuestra Señora de los Treinta y Tres y desguazarlo. Y una reclamación sin fundamento por costos al buque que no se aplican nunca a un artefacto naval, menos por error y desidia de funcionarios de la ANP.
Estos abusos, que cierto fueron muchos en administraciones pasadas (ver El límite oscuro de la ingeniería, de mi autoría), no pueden seguir hoy con un gobierno honesto que quiere defender lo nuestro, al trabajo y a las empresas nacionales.
Por favor, liberen al Huracán de su prisión de arenisca y enfrenten con transparencia la reparación de todos los perjuicios que se nos han causado y que corresponden.
Ing. José M. Zorrilla