N° 2048 - 28 de Noviembre al 04 de Diciembre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAl lector le parecerá una obviedad el título de esta columna. Pero el mapa del Uruguay marca claramente que con excepción de Montevideo y Canelones todo el resto del país se pronunció por Luis Lacalle Pou como su candidato a presidente.
Las diferencias entre los dos candidatos son muy pequeñas, como lo ha sido en general en las últimas elecciones. El contorsionista verbal de la izquierda maquilla la derrota como una victoria y espera lo inevitable. A nadie le gusta perder y no debe ser simple el asimilar una derrota, luego de gobernar en condiciones casi únicas en democracia por los últimos 15 años.
El que casi todo el interior le haya dado la espalda al FA debería ser un llamado de atención para sus autoridades. Sin duda, se hizo un avance importante en aspectos que para la izquierda son importantes como el desarrollo del Instituto Nacional de Colonización, la ley de 8 horas para los asalariados rurales y los planes de manejo y uso de suelos, como forma de cuidar nuestros recursos naturales. Habría que empezar por preguntarse por qué la ciudadanía del interior del país no valoró eso como para tenerlo en consideración al momento de votar.
La izquierda tiene un problema grave con eso de que solo atiendo a los pobres y enfermos del campo y se olvida de los que ella cree que son ricos y que no siempre lo son. Las medidas que tomó la izquierda para apuntalar la producción agropecuaria no siempre fueron las acertadas y jamás aceptó que no estaban dando el resultado que esperaba. Y no es que no se les avisara, simplemente prefirieron mirar para el costado y dejar que las cosas siguieran su curso.
Cuando apareció el movimiento Un Solo Uruguay la respuesta fue descalificarlo, nadie midió sus consecuencias más allá de lo puntual. Es cierto que el movimiento tuvo sus altos y sus bajos, pero logró algo que no es menor y que fue poner en la agenda varios temas que en Montevideo ni se escuchaban. La problemática del empleo, la falta de ingresos suficientes para sostener una familia, la seguridad rural y el acceso a los servicios básicos no siempre de calidad empezaron a pasar factura. En lo personal, identifico dos gestiones bien claras: la del exministro Aguerre, quien hizo un esfuerzo genuino por imponer su impronta y dejar activos para el futuro, y la de Benech, que no me deja nada claro.
Naturalmente que no es sencillo desentrañar la madeja del Uruguay agropecuario en cinco años. Empezando por el orden macroeconómico mínimo que tenemos que tener para ser exitosos y volver al círculo virtuoso del crecimiento. Felizmente la ganadería, a la que un número importante de agricultores llega casi que por llevarlo en la sangre, tiene una coyuntura muy buena que ojalá dure y permite así alivianar la carga. Los cultivos de invierno vienen bien y tienen buenos precios con rindes buenos, aunque no serán récord como los del año pasado. La soja tiene todo el partido por delante y si los modelos de clima son correctos, entonces no deberíamos tener mayores problemas y el año sería normal. Pero necesitamos tiempo para poner en pie la casa de la producción y eso no se va a lograr en tres meses. Le tengo miedo a que el Uruguay exija demasiado en el corto plazo a los nuevos gobernantes y no entienda el mensaje. Para mí, el margen de maniobra que tiene el nuevo gobierno es acotado y no puede hacer mucho en el corto plazo. Hay que ser paciente, pero sí tiene que enviar señales claras de cuáles son sus prioridades de para dónde se pondrá el foco. Como país tengo claro que muchas veces la acción del Estado no es todo lo rápida que la producción necesita, pero hay que dar margen de maniobra (por poco que sea) para que los cambios den sus frutos. Y permítanme que lo diga, creo que es justo y corresponde a todo buen administrado que deja su función y a todo administrador que toma una nueva gestión, que se haga una profunda auditoría para saber en qué se usaron los recursos de los uruguayos y cuáles fueron sus resultados. No es una caza de brujas, es simplemente una ayuda para rectificar el curso.
Quiero finalmente tener unas palabras de felicitación al ingeniero agrónomo Juan Ignacio Buffa, por su incansable trabajo en pos de armar un programa para el sector agropecuario en tiendas nacionalistas. También a Azucena Arbeleche por haber sabido escuchar y entender las prioridades del sector. A ambos, el mejor de los éxitos en la etapa que comienza.
(*) El autor es ingeniero agrónomo (Dr.), asesor privado y profesor de Agronegocios en la Universidad ORT.