Uno de los puntos de encuentro de mayor prestigio en la industria cinematográfica desde su fundación a fines de los setenta de la mano de su creador, el actor Robert Redford, Sundance, es, como se suele decir dentro del sector, un festival “clase A”. El certamen, que volvió a ejecutarse en línea al igual que en 2020, también significa el primer y victorioso paso que Loayza emprende como cineasta años después de una decisión que cambió el rumbo de su carrera profesional: abandonar la fotografía y dirigir su primera película como cineasta. Lo logró, sin más, de la mano del talento audiovisual uruguayo.
Utama es el resultado de una coproducción entre Bolivia y Uruguay a través de una alianza creativa entre Alma Films y La Mayor Cine, dos productoras audiovisuales con una similitud: ambas son emprendimientos familiares. Instalada en La Paz, Alma Films está integrada por Loayza y su padre, el también cineasta Marcos Loayza, mientras que La Mayor Cine nació como la división de producción sonora cinematográfica y de contenidos audiovisuales que el productor uruguayo Federico Moreira lleva adelante dentro de la productora de sonido La Mayor, fundada por su padre, el músico uruguayo Gonzalo Moreira.
Premiada en la competencia internacional de Sundance por “su íntimo y tierno retrato de una familia luchando por mantener su forma de vida tradicional”, según el fallo del jurado, la película se ambienta en el altiplano boliviano y presenta el retrato de una pareja de ancianos quechuas cuya cotidianeidad se ve amenazada tanto por una sequía en la región, como por la llegada de un nieto que quiere trasladarlos hacia la ciudad. Un drama humanista centrado en el retrato de una población poco retratada, Utama también es, en palabras de Loayza en conversación con Búsqueda, una obra “de doble nacionalidad”, fruto de una colaboración entre técnicos y artistas de dos países.
En su rol como productor, Moreira fue el encargado de reclutar a un grupo de figuras con experiencia dentro del audiovisual nacional que pudieran completar el equipo necesario para materializar la visión de Loayza. Desde Estados Unidos, en una de las paradas de su viaje vinculado a la película, el productor de LaMayor Cine explicó que antes de emprender la odisea de filmar en los paisajes áridos de Bolivia quiso conformar un equipo de profesionales avezados.
Bárbara Álvarez, cineasta uruguaya radicada en Brasil y quien ha trabajado bajo la orden de realizadoras como Lucrecia Martel y Gabriela Amaral, fue la elegida para liderar la dirección de fotografía. El montaje, en tanto, estuvo a cargo del editor y productor Fernando Epstein, quien además de liderar la productora uruguaya Mutante Cine, ha desarrollado, en paralelo, una carrera como montajista que incluye películas latinoamericanas celebradas como Divino amor, Las herederas y Boi Neón. Tanto Álvarez como Epstein, junto con el director de fotografía Pedro Luque, son miembros votantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, organización encargada de llevar adelante los Premios Oscar.
Otros roles técnicos también fueron ocupados por uruguayos. Además de la producción, Moreira conformó, junto con el realizador Fabián Oliver, el Departamento de Dirección de Sonido. Por su parte, Leticia Almeida, Mathías Chumino y Luciano Correa, de la empresa Aparato, realizaron efectos especiales de la película.
El último salto
Hijo de uno de los cineastas más reconocidos de Bolivia, el caso Loayza es también algo paradigmático. Dentro del cine, es un novato con experiencia.
Tras estudiar publicidad y diseño gráfico en Córdoba, Argentina, define el resto de su trayectoria profesional por saltos. Luego de incursionar en el mundo de la fotografía fija, dio el salto a la imagen en movimiento como director de fotografía en cine al trabajar con su padre y su hermano, el productor Santiago Loayza. Más adelante, viró hacia la dirección impulsado por una búsqueda de “mayores responsabilidades y una mayor libertad”.
“La transición de fotógrafo a director se me fue dando naturalmente por las dinámicas de los rodajes”, señaló. “Disfruto mucho de los rodajes. Es mi lugar favorito del cine. Pero veía como director de fotografía que mis responsabilidades eran limitadas. Quería tener más responsabilidades y más decisiones. Eso fue lo que me impulsó a decir: ‘también puedo contar algo y quiero hacerlo’”.
Con la idea de Utama en mente, Loayza vino a Uruguay por diferentes motivos. Uno de ellos fue acompañar el estreno de la última película de su padre, Averno. El drama fantástico se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Punta del Este de 2018. Averno y su lanzamiento en Uruguay puso en contacto a Loayza con Moreira y el trabajo de La Mayor Cine. Como parte de una ampliación de la casa de sonido hacia el sector audiovisual regional, la invitación del productor uruguayo al cineasta boliviano para colaborar en un proyecto no demoró en realizarse.
El acuerdo tomó forma en otra ciudad. Acompañando el pasaje de Averno en el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI), Loayza y Moreira emprendieron el camino que los llevaría a Utama. Moreira recordó que la primera lectura del guion de la ópera prima de Loayza lo llevó a las lágrimas.
Rememorando el camino recorrido por la película desde aquellos encuentros, ambos realizadores reconocen que, durante el proceso inicial de financiación, la obtención del Fondo de Coproducción Minoritaria otorgado por el Instituto Nacional del Cine y el Audiovisual (INCAU) fue esencial para el comienzo de la producción. “Sin ese fondo la película no existiría y eso es lo que hay que resaltar”, remarcó Loayza. Otros programas y fondos de financiamiento obtenidos fueron el Programa Uruguay Audiovisual (PUA), el Programa Ibermedia y el Fondo Concursable PIU del Ministerio de Obras Públicas de Bolivia.
La participación en Sundance, festival en el que el cine uruguayo obtuvo un reconocimiento en 2019 por la dirección de Lucía Garibaldi en Los tiburones, ha llevado a Loayza a contemplar en profundidad su camino recorrido dentro de las industrias de cine en Bolivia y en Uruguay. El director afirmó que en el sinfín de entrevistas otorgadas durante el evento se ha visto obligado a hacer una revisión del estado actual de estas cinematografías latinas. “Me ha permitido contrastar ambos países y me doy cuenta lo lejos que está Bolivia en políticas públicas para el cine, que en Uruguay tienen años ininterrumpidos en ello sin importar la tendencia política del gobierno. En Bolivia hay muchos profesionales, hay mucho talento, pero nos faltan los incentivos”, remarcó.
Entre otros recuerdos del director, también se colaron los primeros nervios por emprender su primera película. “Creo que la ansiedad de dirigir un largometraje me entró más adelante, cuando ya iba a ser real”, recordó. “Cuando estábamos a semanas de filmar, sentí una especie de vértigo. Fue fundamental el apoyo de mi padre, transmitiendo su experiencia de cómo encarar esos nervios, ese momento en el que te enfrentas a todo tu equipo y haces que tu guion sea ahora una película. Es un momento difícil, pero creo lo he sorteado bien”.
Utama se filmó, previo a la pandemia, en el municipio de Colcha K en Potosí, a dos horas del Salar de Uyuni. Las imágenes que se pueden ver en los adelantos de la película otorgan un vistazo a un paraíso árido, donde el relato enfocado en una dupla de protagonistas parece incrementar la inmensa soledad del páramo. Moreira destacó esa belleza melancólica, pero también apuntó el lado menos gentil de ese paisaje, debido a las extremas temperaturas cálidas durante el día y un frío tirano durante la noche.
De todas formas, director y productor coincidieron en algo que incluso les sorprende hasta el día de hoy: definieron el rodaje como “feliz” y sin grandes problemas. Con un equipo de alrededor de 40 personas, la producción tomó a Santiago de Chuvica como base y principal locación, y también filmaron en las zonas de Julaca, San Juan y Catavi K. Destacaron como uno de sus grandes aciertos la construcción íntegra del hogar que habitan Virginio y Sisa, el matrimonio protagonista interpretado por José Calcina y Luisa Quispe. La edificación incluyó la implementación de paredes móviles que permitieron una mayor posibilidad de movimiento en la cámara.
Con la sequía de la región como amenaza para los personajes, el cambio climático ha sido una de las temáticas que ha trascendido dentro de la difusión internacional que la película obtuvo a partir de su premio en Sundance. Loayza aclaró, de todas formas, que su ópera prima tiene como centro la crisis de una familia.
“Esencialmente es un drama familiar”, reconoció. “Es una historia de amor que está ambientada en un contexto afectado por el cambio climático, pero también por la actualidad. La migración forzada, la relación intergeneracional y la globalización. Como ellos viven, también es consecuencia de la migración hacia las megaciudades. Creo que es un trasfondo que está, que se percibe, y es algo que mi padre siempre me dijo. Hay algo en el ambiente y uno tiene que tener la capacidad, como guionista, de atraparlo y contarlo en una película. Por eso es que le llega a la gente”.
Por el momento, el futuro de exhibición de la película es similar al de otras películas que han logrado un lanzamiento con notoriedad. Hay planificada una agenda de festivales internacionales y un recorrido con la película, si la pandemia lo permite, de manera presencial. El destino más próximo llevará a Loayza y Moreira a Suecia, al Festival Internacional de Cine de Gotemburgo. En Uruguay está previsto un estreno en salas de cine en agosto. Desde La Mayor Cine se adelantó que la película también contará con un preestreno dentro de la Semana de Turismo que será anunciado a la brevedad.
Mientras prepara un año de festivales, un próximo regreso a Uruguay y su participación en la futura película de su padre, Los abrazos (que será coproducida también por La Mayor Cine), Loayza confesó que la experiencia de evocar en Sundance lo vivido en su primer rodaje como director ha sido tan cansino como gratificante. “Este trabajo te hace volver atrás en el tiempo. Cuando pasan muchos años de una película y ya se estrena es maravilloso lograr mantener la esencia con la que la pensaste. La esencia de Utama, y las ganas de contar una historia de amor entre dos personas que solo se necesitan una a la otra, sigue estando. Y por eso, es lindo recordar”.