• Cotizaciones
    domingo 09 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El cambio imposible

    Director Periodístico de Búsqueda

    Nº 2169 - 7 al 20 de Abril de 2022

    , regenerado3

    La reivindicación de la sinceridad en las cuestiones políticas es, aunque parezca absurdo, una mentira. Todos dicen defenderla y apostar por ella. Debe ser de las palabras a las que más recurren los dirigentes para intentar sumar adhesiones y también los votantes para explicar por qué eligen a uno u otro. Ser sincero parece ser una de las principales ventajas comparativas, ocupa el podio entre las virtudes más valoradas. Pero, otra vez: no es cierto.

    A los más sinceros, a los que realmente dicen lo que piensan y hacen lo que dicen, no les va bien. No quiere decir que no lleguen a nada pero suelen quedar por el camino. En algún momento esa prédica sin ningún tipo de filtro ni censura les juega una mala pasada y los deja sumergidos en un mar de tiburones hambrientos. Es ahí cuando los mismos que reclaman a los líderes políticos sinceridad, se sienten agredidos y menospreciados y los corren del camino.

    Al igual que decir todo lo que se piensa es muy complicado para los que manejan el poder público, también lo es hacer sí o sí lo que se necesita, por más que afecte a muchas personas y tenga un costo electoral alto. Primero los votos, después las palabras y último las acciones. En definitiva de eso se trata la política para la mayoría de los que la ejercen: de mantenerse. Y para lograrlo es necesario sumar apoyos, que son inversamente proporcionales a la sinceridad más extrema.

    Un episodio de los últimos días parece matizar esas reflexiones, pero no hace más que confirmarlas. Con una honestidad extraña, el senador nacionalista Jorge Gandini reclamó al Frente Amplio que sume sus votos a la reforma de la seguridad social y advirtió que, si no lo hace, el oficialismo tampoco debería votarla para no favorecer su derrota en las elecciones nacionales de 2024. “El sueño del pibe del Frente Amplio es que votemos una ley muy antipática y después disfrutarla en los años que siguen, porque van a empezar ahí los resultados”, dijo el 30 de marzo en el programa Fácil desviarse de Del Sol FM.

    Muy cierto lo que concluyó Gandini. Es una descripción perfecta de lo que está pasando con el sistema político y explica muchos de los problemas que Uruguay arrastra por décadas. Hacer lo realmente necesario suele quitar votos, ser evaluado como antipático, y nadie está dispuesto a asumirlo en solitario. Pero en este caso la honestidad de Gandini es para describir la realidad, no para cambiarla. Cuando llega el punto de actuar, termina predominando lo otro, el maquillaje que rinde electoralmente, aunque mejore muy poco o directamente nada.

    Por eso el verdadero cambio, el definitivo, parece ser prácticamente imposible, ya que nadie se quiere hacer cargo de él. Se necesitaría que por una vez todos sean sinceros, entre ellos y con el electorado. Solo así podrían ponerse de acuerdo, confiar y actuar sin sospechar que una alta traición los espera a la vuelta de la esquina. Y esa posibilidad parece muy lejana.

    La reforma de la seguridad social es quizá el mejor ejemplo, como muy bien lo describe Gandini. No hay recetas mágicas al respecto, todos saben lo que hay que hacer. Y no de ahora, hace mucho tiempo que lo saben. Es un tema que desvela a los gobernantes desde al menos una década. En proporción, cada vez hay más jubilados y menos aportantes y la situación empeora día tras día. No es nuevo ni sorprendente ni misterioso ni nada. El problema es estructural, de fondo, y es inevitable postergar la edad de retiro para así reducir la cantidad de jubilados, entre otras medidas. Esa es quizás la más abarcativa y una de las más antipáticas.

    Pero para adoptarla en serio, sin atajos, es necesario que oficialismo y oposición se comprometan. Los números de la seguridad social son una bomba de tiempo a punto de explotar. Lo dicen todos los especialistas, no hay uno solo que plantee ni siquiera un matiz. El sistema actual no es viable, gobierne quien gobierno y haga lo que haga. Es un problema que involucra a todos y cuyo abordaje es urgente.

    Pero ni siquiera en eso parece ser viable el diálogo. Si no están ustedes, nosotros tampoco estamos y quedará para después, sugieren del oficialismo a la oposición. La respuesta que reciben es: háganlo ustedes, háganse cargo, que para algo son gobierno. Y el resultado de ese intercambio un tanto infantil son unos pocos parches que van haciendo cada vez más cercana la debacle.

    Lo irónico es que todos hablan de diálogo. Después de un resultado electoral que muestra un país dividido, como ocurrió con el referéndum de la Ley de Urgente Consideración (LUC), lo pide la oposición y también una parte del gobierno. De un lado y del otro aseguran que fomentan el intercambio y que están dispuestos a hacer sus mayores esfuerzos para acercarse a los que piensan distinto y acordar. Buena cosa es que lo digan. El problema es que no lo hacen.

    El gobierno se muestra decidido a impulsar una serie de reformas una vez superado el referéndum contra la LUC y lo peor de la pandemia de Covid. Ahora empezará esa postergada y necesaria etapa. Pero seguramente quede en la superficie porque serán mucho más fuertes las resistencias que los apoyos. Principalmente de la oposición, que ya tomó la decisión de iniciar la campaña electoral luego de llegar a casi el 49% de los votos el domingo 27 de marzo. Pero también de una parte del oficialismo, que está en la misma tesitura. Cabildo Abierto, por ejemplo, ha dado muchas señales en ese sentido durante los últimos días.

    En definitiva, el problema de fondo es que Uruguay no está dividido en dos, sino en muchas más partes que casi no dialogan entre sí. Cada una de esas mitades que quedaron de manifiesto en las últimas instancias electorales también tienen confrontaciones internas que impiden llevar a cabo una reforma profunda, por más necesaria que sea.

    No debe haber ni un solo integrante del sistema político que no esté a favor de cambiar en serio la seguridad social o la educación. Ni uno solo. No se entiende mucho entonces por qué no logran un pacto ni siquiera en eso. Salvo que ninguno de ellos esté siendo sincero y todos prefieran conservar los votos que concretar los cambios. Me gustaría estar equivocado pero ese parece ser el caso. A la realidad y a Gandini me remito.