El discurso del Rey

escribe Javier Alfonso 

“Una de las cosas que hice al irme a dormir fue rezar para agradecer. Pensé: ‘Caramba, ¿saldrá todo bien mañana?’. Hay cosas psicológicas que también lo afectan a uno”. Quien habla no requiere presentación. De inmediato se ve el gol de Luis Cubilla en la semifinal de México 70, en Guadalajara. Como un fogonazo, en un cuarto de segundo, vemos el gol de Ghiggia en Maracaná. “De verdad se pierde el control. No puedo explicarlo”, dice el hombre que llevó a Brasil del ostracismo futbolístico a la gloria impensable de tres copas Jules Rimet en 12 años. “Teníamos la posibilidad de ir a la final una Copa del Mundo. Pero todo Brasil estaba en pánico. Sí, estamos bien, Pelé está jugando muy bien, y Gerson. Pero es Uruguay. Ya sabemos qué es eso”, confiesa un periodista veterano y memorioso, sentado en una sala llena de libros, como aparecen los intelectuales en los documentales. Después viene el vendaval verdeamarelo, los tres goles y el mejor gol errado de la historia, con el amague increíble e inédito del talento infinito de o Rei.

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