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    El escritor inglés Hanif Kureishi escribe, vía dictado y en una cama de hospital, un diario sobre su vida

    Luego de pasear por la Piazza del Popolo y recorrer la Villa Borghese, el escritor inglés Hanif Kureishi (68) sufrió, el 26 de diciembre de 2022, una insuficiencia cardíaca. La descompensación le produjo una caída que dañó su columna vertebral de forma severa, por la que el escritor perdió la movilidad de sus brazos y piernas.

    Desde entonces, se encuentra internado y tetrapléjico en un hospital en Roma, sin poder volver a su país. Todo esto lo ha contado Las crónicas de Kureishi, un boletín gratuito y en inglés que se convirtió en su última gran obra literaria. Es un repaso de su enfermedad, de su tratamiento, de un futuro incierto y, en especial, de un presente teñido por lo que el autor ha identificado como una gran interrogante cuya respuesta todavía desconoce. ¿Por qué, en su hora más negra, se ha sentido más creativo que nunca?

    Nacido en Kent, hijo de madre inglesa y padre paquistaní, Kureishi ha contado en sus novelas las contradicciones de una vida marcada por la integración de culturas, el racismo de su nación y una juventud rockera en la década de los 70. Empezó en el teatro, se destapó en el cine y se consagró con la literatura. Recurrió a las artes para escapar de los demonios de su vida y se convirtió en un escritor celebrado en Inglaterra y el extranjero. El buda de los suburbios, Intimidad, El álbum negro y Algo que contarte son sus libros más populares. Varios están disponibles en librerías en Uruguay bajo el sello Anagrama.

    Como un escape del frenesí de las redes sociales, varios escritores, profesionales y no, han recurrido a las newsletters como un canal directo de comunicación con los lectores. Algunas empresas como la estadounidense Substack, servicio que utiliza Kureishi, ofrecen además sistemas de pago al autor mediante la implementación de artículos exclusivos. Hasta ahora, todas las publicaciones del inglés son de lectura libre y aparecen, en extractos, en su cuenta oficial de Twitter (@Hanifkureishi).

    Previo a su accidente, Kureishi escribió sobre sus procesos creativos, su relación con el músico David Bowie y hasta publicó un par de cuentos inéditos. Un posterior silencio de meses fue interrumpido por la tragedia.

    “Estoy en el hospital. No puedo mover mis brazos y piernas. No puedo rascarme la nariz, hacer una llamada telefónica o alimentarme. Como puedes imaginar, esto es humillante, degradante y una carga para los demás”, escribió en un primer y fatídico envío, titulado Media vida y publicado el 7 de enero.

    “Ojalá nunca me hubiera pasado lo que me pasó, pero no hay familia en el planeta que escape a la catástrofe o al desastre. Pero a partir de estos descansos inesperados, habrá nuevas oportunidades para la creatividad”, agregó, en otro envío más optimista, unos días después.

    Con la ayuda de Isabella, su pareja, y dos de sus hijos, Carlo y Sachin, quienes transcriben sus palabras dictadas, Kureishi convirtió su diario público en un refugio.

    Hoy sus crónicas cuentan con más de 40 publicaciones. Inicialmente, su escritura se concentró en su salud. Detalla su rutina en el hospital, la esperanza de sus doctores en una recuperación eventual y los avances en su tratamiento, que lo han llevado a experimentar leves sensaciones en algunas de sus extremidades. El hospital lo ha provisto de un sinfín de personajes. En una de sus crónicas reconstruye la conversación que tuvo con un joven doctor y un dilema profesional que este le presentó. El médico, que a su vez era un excelente pianista, le confió su mayor dilema: seguir una vida dedicada enteramente al arte o rendirse de lleno ante el juramento hipocrático. La pregunta generó, además, una reflexión del autor sobre cómo nacen y mutan las vocaciones. “Le dije, todas las mañanas, si tiene tiempo, cuando esté practicando, que intente hacer un sonido nuevo que viniera de sí mismo, para poder comenzar a encontrar su nuevo yo. Esto sonaba aterrador para él. Le dije que el miedo es el motor del arte, el motor de la conversación y del amor. Puedes tener miedo de decir algo, pero nunca puedes anticipar cómo lo recibirá el otro”.

    Por fuera del personal del hospital, Kureishi también se ha topado con una curiosa galería de pacientes, con problemas similares a él, quienes se han convertido en personajes recurrentes. A dos de ellos hasta los llama “sus nuevos mejores amigos”. Una es la Señorita S., una mujer de pelo verde azulado que sufrió un infarto cerebral y que inicialmente solo podía comunicarse con un ojo, pero hoy es capaz de trasladarse por su cuenta para compartir con el escritor su cigarrillo electrónico. También está el Maestro (estilizado así por su escritura en italiano), un productor y director de cine que es capaz de hablar durante horas sobre el consumo erróneo que los estadounidenses hacen del café.

    Cuesta, por la naturaleza y fluidez de sus textos, pensar que las palabras no salen de las manos de Kureishi. Cuesta imaginar a sus familiares mientras transcriben sus palabras, en particular por la honestidad con la que ha hablado sobre la reconfiguración de estos vínculos. “Mi accidente fue una tragedia física, pero las consecuencias emocionales para todos van a ser significantes, aunque también interesantes”, dice.

    Pese a su situación, y como es recurrente en su literatura, no es ajeno al humor. De eso hay un montón en Las crónicas de Kureishi. Algunos títulos en las publicaciones ya lo revelan: Enema, El dolce aburrimiento, Sobre el cunnilingus, la envida y otras cuestiones. En todos ellos hay pequeñas tragedias cotidianas, como cuando el iPad en el que se encontraba viendo una película se cae y el autor quedó a merced de una asistencia que demoró en llegar. El iPad, por cierto, su fuente de entretenimiento constante y también de introspección profunda. “Estaba feliz viendo Better Call Saul cuando el iPad dejó de funcionar. La pantalla se puso negra y apareció una leyenda, preguntando: ‘¿Estás ahí todavía?’. Ahora, esa es una pregunta interesante”, cuenta.

    En las últimas semanas, el diario se ha alejado de los reportes médicos y a medida que la exposición del boletín ha aumentado, también lo ha hecho la participación de los hijos de Kureishi. Ambos son guionistas y han utilizado el canal de su padre para contar sus experiencias en telenovelas inglesas y en concursos de escritura para los lectores.

    Mientras tanto, el escritor recuerda anécdotas, como cuando fue jurado en el Festival de Cannes o se vio como padre primerizo de gemelos, habla del apoyo recibido por sus seguidores y amigos como Salman Rushdie, quien diariamente le escribe y le pide que tenga paciencia.

    En su último escrito hasta la fecha, publicado el domingo 5 bajo el título Abajo, ya capaz de sentarse en silla de ruedas, manifestó su deseo de trasladarse a Londres lo antes posible y señaló que se encuentra, anímicamente, en un momento difícil. “Lucho por escapar de mí mismo, pero es imposible. Existo en un estado constante de pánico, miedo y lágrimas”.

    Las respuestas de los lectores, publicadas a continuación del diario, le envían ánimo, optimismo y le repiten que escriba, escriba y escriba.