En 2050 seguramente habrá festejos en Uruguay por el centenario del “maracanazo”, la última gran gesta futbolística charrúa. Ello ocurrirá, muy probablemente, en un país con algunas características demográficas complejas que quizás maticen la celebración. Es que “la evolución futura del tamaño de la población, la estructura de edades y su envejecimiento tendrán un impacto determinante en la mayoría de los ámbitos de la sociedad”, lo que implica “grandes desafíos sobre la matriz productiva, el mercado laboral, la protección social, la salud y la educación”.
Ese es el escenario sobre el cual trabaja la Dirección de Planificación, un área de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), cuyo cometido es pensar el país en el largo plazo.
Un estudio sobre el asunto demográfico, al que accedió Búsqueda, será presentado el próximo martes 28, en un evento al que asistirán los ministros Ernesto Murro (Trabajo), Jorge Basso (Salud Pública) y Santiago Soto, subdirector de la OPP. Forma parte de los análisis prospectivos para la elaboración de una Estrategia Nacional de Desarrollo hacia mediados de siglo.
El trabajo se basó en estudios y talleres en los que participaron cerca de 100 actores provenientes de la academia, organismos públicos y privados, así como de la sociedad civil. Fueron identificados 43 factores y una matriz de relaciones directas con el fenómeno demográfico a largo plazo: el “envejecimiento”, la “relación de dependencia” y la “natalidad” están dentro de los más influyentes.
Los escenarios
En 2017, con 3.493.205 habitantes, Uruguay se encuentra en una fase “muy avanzada” de su transición demográfica hacia el envejecimiento poblacional debido al escaso crecimiento demográfico, producto de varias décadas de bajos valores de natalidad y mortalidad, consigna el documento. Además, agrega, el saldo migratorio durante las últimas cuatro décadas fue negativo, más allá de un reciente “empuje inmigratorio” que “difícilmente” se consolide.
Como parte del trabajo fueron elaboradas una serie de hipótesis acerca del comportamiento futuro (al 2050) de los tres componentes del cambio demográfico (esperanza de vida, fecundidad y migración), que definirán el tamaño y la estructura de edades de la población uruguaya.
Longevidad.
La esperanza de vida actual es de 77,23 años. Como parte del estudio se manejó como hipótesis que, por un lado, se mantengan las tendencias actuales (lo que llevaría la longevidad promedio a 82,2 años) y otra de máximo aumento (88), que es menos probable según los expertos. En otras palabras, en cualquier escenario esperable proseguirá la tendencia de envejecimiento, así como la feminización de la vejez (con las mujeres teniendo más esperanza de vida que los hombres).
Fecundidad.
Con un punto de partida actual de 1,88 hijos por mujer, por un lado, el escenario tendencial (el más factible según los especialistas que colaboraron con la investigación) es que la tasa de natalidad se reduciría a 1,7 hijos en 2050. Esto se explica por los “profundos cambios culturales” actualmente en curso asociados a la ampliación de los horizontes de realización para las mujeres, más allá de la maternidad, que se refleja en un aumento del nivel educativo y su mayor participación laboral, explica el estudio.
La hipótesis de crecimiento significativo de la fecundidad (a 2,1 hijos por mujer) tiene muy baja probabilidad, menos que la de una fuerte disminución de dicha tasa (en torno a 1,3).
Migración.
Los expertos concuerdan en que la migración es el componente demográfico más difícil de predecir, dado que responde a determinantes diversos (económicos, sociales, políticas o de otra índole). El estudio asume como el escenario más factible un saldo migratorio cero para Uruguay (igual cantidad de inmigrantes que emigrantes) hasta el 2050.
Como hipótesis alternativas, maneja, por un lado, una basada en saldos migratorios positivos constantes de 5.000 personas anuales. La aparición de flujos de origen latinoamericano observada en los últimos años (un promedio anual de 3.000 personas) no revertirían, como en otros momentos, el saldo negativo, conforme con la investigación.
Una segunda hipótesis es la ocurrencia de saldos negativos anuales constantes de 10.000 personas. Los expertos otorgan mayor probabilidad en el mediano plazo a un escenario de este tipo. Se entiende que en la medida que España continúe reactivando su economía retomará impulso el flujo hacia ese destino; además, la “cultura de la emigración” está instalada en los uruguayos, y los recursos humanos y materiales para facilitar la movilidad humana se fortalecieron.
A partir de la articulación de estas hipótesis fueron construidos ocho escenarios demográficos (modificando una variable o combinando alternativas de mínimo y máximo). En todos, el envejecimiento de la población se incrementa con el tiempo. Ello es válido aun considerando un muy improbable cambio en la tendencia a la caída de la fecundidad que la devuelva a los valores de la tasa de reemplazo, y si además, se dieran saldos migratorios positivos sostenidos durante el período.
Incluso, el estudio advierte que el envejecimiento puede acelerarse de manera importante si se produjera una reactivación de los flujos emigratorios a los niveles promedio del pasado reciente, o en caso de que la caída en la fecundidad se acelerara como resultado de eventuales logros de algunas políticas, como las que buscan combatir el embarazo adolescente y la extensión de la cobertura educativa. El impacto sería aún mayor si estos dos procesos ocurrieran en forma combinada.
Respecto al total de la población, en ningún caso se espera que, en 2050, Uruguay sea un país de más de 4,5 millones de habitantes; los números oscilan entre 3,16 y 4,5 millones. De hecho, si no se consideran los escenarios extremos de muy baja probabilidad (construidos solo a los efectos de tener los límites máximos y mínimos de la población total), existe una muy alta probabilidad de que la población se ubique entre 3,24 y 4 millones.
Las implicancias
En otro capítulo del documento se analizan las posibles implicancias de estas tendencias. “El proceso de envejecimiento es inevitable en el caso uruguayo y además es un fuerte indicador de progreso social. El desafío para el país no es combatir el envejecimiento sino prepararse para convivir con él, anticipando sus efectos negativos y aprovechando las potencialidades que puede implicar”, señala.
Uno de los ámbitos más golpeados será el mercado laboral, dado que se reducirá la oferta de mano de obra (las personas que trabajan o buscan activamente un empleo). Actualmente la población de entre 20 y 55 años representa casi la mitad de la población del país (48%), mientras que en los escenarios considerados esa proporción bajará, con alta probabilidad, a entre 45% y 41%. “Esto supone grandes desafíos sociales y productivos ya que el sostenimiento económico de todo el andamiaje social tenderá a recaer en un porcentaje cada vez más reducido de la población”, alerta.
Añade que este proceso “dificultará el crecimiento económico, afectando de esta forma la recaudación fiscal, justo en un contexto en que las presiones fiscales asociadas a los servicios públicos se van a ver incrementadas”.
Otro impacto de los escenarios planteados refiere al sistema de seguridad social y la “fuerte presión financiera” que soportaría, indica el documento.
Plantea que esta situación debe llevar a pensar en la posibilidad de incrementar los incentivos económicos y dar mayor flexibilidad para compatibilizar la etapa del retiro con actividades laborales remuneradas, puntuales o a tiempo parcial.
Luego alude a dos “lineamientos estratégicos centrales” para enfrentar los impactos económicos del envejecimiento de la población: seguir incrementando la participación femenina en el mercado laboral y sostener altos niveles de crecimiento de la productividad laboral, de forma que un porcentaje menor de trabajadores activos pueda, a través de una mayor generación de riqueza, sostener al resto. De estos dos aspectos, la productividad constituye la “clave central” para atacar el problema, señala el estudio. Y explica: “Esto es así ya que aunque se asumiera que la participación femenina cierra completamente la brecha con la masculina, esto solo permitiría evitar la caída en las tasas globales de actividad hasta 2050, pero no más allá”. Dicha situación plantea la necesidad de mejorar los niveles de educación y capacitación de los recursos humanos, elevar la inversión productiva (tanto pública como privada) así como la aplicación creciente de tecnología e innovación a la producción a todo nivel, un aspecto en el que el país se muestra “bastante relegado”, añade, sin dar lugar al optimismo para los que lleguen a vivir el centenario del “maracanazo” y las generaciones que los sucedan.
Contratapa
2017-11-23T00:00:00
2017-11-23T00:00:00