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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“Si Mujica tuviera nietos, hoy tendría un Smartphone”.
Este pensamiento me vino a la cabeza luego de que, coincidentemente, me cruzara frente a varias notas sobre nuestro futuro ex presidente.
Una de ellas es la columna de Claudio Paolillo respecto a las afirmaciones de Mujica en relación a su enfrentamiento con el Poder Judicial (“L’Etat c’est moi?”, pág. 6) en la pasada edición de Búsqueda.
La otra fue un suelto de “El País” con recomendaciones del presidente sobre nuestros hábitos de consumo (“el presidente cuestionó el consumismo de los uruguayos”, miércoles 31 de diciembre).
A primera vista no parece que tuviera nada que ver una nota sobre la opinión de Mujica sobre el consumismo y la columna cuestionando con toda razón el desapego que Mujica tiene con la legalidad y la pretendida superioridad de su ética frente a aquella.
Mi punto es que lo que une ambas notas es el hecho de que Mujica no tiene hijos.
Me explico: soy de la opinión de que nada de lo que Mujica diga o haga trascenderá luego de que Mujica deje de existir.
De manera que no debemos preocuparnos por sus flagrantes violaciones a la Constitución (su intervención en la pasada campaña electoral es solo un ejemplo) ni podemos augurar que alguien les dé un mínimo de bolilla a sus recomendaciones respecto a no consumir demasiado.
Todo eso terminará cuando termine Mujica.
Puedo identificar dos razones por las cuales en mi opinión el pasaje de Mujica por el gobierno será intrascendente en la Historia del Uruguay: la primera es la anodina gestión de su gobierno, donde no podemos contar logros notorios, obras que trasciendan su vida o algo significativo que haya dejado su marca.
Su gobierno surfeó la ola de la bonanza económica y eso fue suficiente para renovar la confianza del electorado.
Tampoco nos deja una ideología, un “mujiquismo”, en razón de su bipolar modo de pensar, donde nada de lo que piensa puede considerarse sustento, un “core”, de una ideología, porque todo está sujeto a sus cambios de humor y al “como te digo una cosa te digo la otra”.
Tal es el vacío que deja su gobierno. Vacío en obras, logros y, sobre todo, vacío de ideología.
La segunda razón por la que sostengo que Mujica será intrascendente y donde ambas notas confluyeron en mi mente es el hecho de que Mujica no tiene hijos.
Esto, para mí, tiene suprema importancia para entender a Mujica.
Por un lado, aun frente a una gestión sin muchas luces, si hubiera un Mujica hijo, seguramente habría una voz, una imagen y un apellido que continúe su no-ideología.
La “marca” Mujica seguiría vigente y como es usual en la política, nuevas generaciones podrían adaptar el pensamiento, o permanente improvisación en este caso, de sus antecesores.
Pero por otro lado y más importante, el hecho de no tener hijos explica muchas de las conductas de nuestro presidente.
Cuando uno es padre, es ejemplo para sus hijos. Uno quiere lo mejor para ellos, los hijos son la proyección de la persona en el futuro. Tener hijos te hace pensar sobre el futuro de otra manera, muy distinto de una situación en la que el mundo se termina contigo.
Seguramente, si Mujica hubiese tenido hijos, la necesidad de darles techo, comida, salud, higiene y una buena educación, lo hubiese llevado al mundo del trabajo.
Tener hijos lleva naturalmente asociada una conducta de aspirar a algo mejor para ellos respecto a lo que uno vivió. La ausencia de aspiración, el masomenismo que caracterizó a esta administración, el vestir mal, hablar mal y menospreciar la excelencia, a los “dotores”, etc., nos hablan de alguien que no tiene a quién dar ejemplo, no tiene que rendir cuentas a sus hijos en la cena familiar sobre sus conductas.
El abogar por el no consumo habla de alguien que quiere quedarse como está, seguir con la radio Spica, no tener celular, seguir con el Fusca viejo, porque sabe que tanto da poseer bienes o no, porque no tiene a quién dejárselos.
Con esto no estoy cuestionando moralmente a Mujica por no tener hijos. Quizás intentó tenerlos y no pudo. Ciertamente, su vida de guerrillero y años de reclusión conspiraron para tener un proyecto de familia, no lo sé.
No cuestiono eso, sino solamente voy al hecho, y las consecuencias que estimo debe tener sobre su conducta y pensamiento.
Por eso, estoy convencido de que si Mujica tuviera nietos, su celular integraría hoy un grupo “Familia” en el WhatsApp, les mandaría fotos de sus viajes presidenciales, y estaría más apegado a la Constitución y menos peleado con el Poder Judicial.
Y no aspiraría al Nobel, sino a que la educación pública funcione.
Lord Ponsomby