—No. No tendría sentido. Nosotros hicimos el gran cambio con el censo inmobiliario de 2008. Localizamos ocho millones de metros que no estaban declarados y eso generó un aumento de los aforos, porque aquellos que pagaban por un baldío, hoy de repente pagan por una casa grande. No hubo aumento de ningún tipo. Las alícuotas quedaron igual, y el aforo lo pone el Catastro. Eso generó un salto e incluso algún ruido de fondo relacionado a un aumento demasiado notorio en algunos casos. Evidentemente este departamento debe de seguir revisando algunos criterios. Deberíamos analizar y revisar la zonificación, que básicamente son dos: el departamento como un todo y la zona costera, en donde se utilizan otro tipo de alícuotas. Pero lo que sin duda tenemos que hacer cada muy poco tiempo es la actualización de los datos, que eso quizás dispare mayores valores de recaudación. Ya han pasado siete años desde que actualizamos los datos, que antes eran de 1978. Sin duda la realidad debe de haber cambiado. Lo que necesitamos son herramientas tecnológicas para actualizarlos. Estamos detrás de eso. Nosotros lo que hicimos, por ejemplo, fue fotografía aérea y calle por calle. Debemos utilizar herramientas un poco más dinámicas, más prácticas.
—En Canelones hay un nivel de morosidad de la Contribución Inmobiliaria muy alto, del entorno del 35%. ¿Cómo piensa recaudar ese dinero?
—Seguimos con el mismo proceso. Nosotros arrancamos hace diez años con un 60% de morosidad y, con altibajos, lo hemos traído a esa barrera del 30%, que es un núcleo duro que sigue estando difícil de bajar. Nosotros trabajamos con Afisa para la gestión de cobro, y también con el Clearing. Hicimos un acuerdo con la Dirección Nacional de Registro, pero evidentemente falta trabajo y efectividad.
Un día me entero de que un piso en la rambla de Montevideo paga 25.000 pesos. Pago yo eso en Salinas y no tengo nada, ni cuneta, ni alumbrado. Está barato Montevideo. Como me decía un tipo el otro día, si vos tenés 750.000 dólares para comprar una propiedad en Canelones, ¿no vas a tener 5.000 dólares para pagar la Contribución? Sacá la cuenta de la relación. No podés tener un piso que vale un millón de dólares y pagar 25.000 pesos de Contribución, como pasa en Montevideo. No hay relación. Creo que a mí se me va un poco la mano en Canelones, sin duda…
—¿Es por eso que algunos sectores no pagan la Contribución?
—En la zona de la costa es donde menos morosidad hay. Hace poco una persona muy conocida en Uruguay me mostró las facturas de la Contribución, en las que pasó de pagar 35.000 a pagar 130.000 pesos. Miro y son cinco padrones. ¡Cinco padrones! Cuando le dije al tipo que son cinco padrones, me respondió que estaba todo bien.
—Uno de los problemas que han surgido en su departamento en el último año ha estado vinculado a la ocupación de terrenos en la Costa de Oro. ¿Qué opina al respecto?
—Cuando se ocupan predios que son de la Intendencia nosotros de inmediato intervenimos y desalojamos. Cuando es un problema entre privados debemos de ser muy cuidadosos. Pero existe una ley y una figura que marca que cualquier individuo o institución, de sospechar o de intuir que se está cometiendo ese delito, tiene el derecho de informarlo. Entonces, lo que hemos hecho es, cuando algunos vecinos nos plantean la posibilidad de que algún predio está ocupado irregularmente, dejamos que la Justicia determine qué es lo que corresponde.
—Hay casos que se trata de familias de bajos recursos. ¿Desalojarlos no genera una contradicción dentro de su fuerza política?
—Hay dos tipos de situaciones. Por un lado tenés la necesidad, y por otro tenés la especulación. Es evidente la diferencia. Entonces ahí tenés varios actores. El primero es el privado. El segundo es el vecino, o el otro que, siendo un tercero, se siente afectado, y con razón. Después está la Justicia que actúa. Y obviamente está el Estado que interviene a través de la Policía. Nosotros también somos un actor importante. En primer lugar por el ordenamiento del territorio. En segundo lugar por las necesidades de nuestra gente. A tal punto que ante la existencia de un viejo asentamiento en la Ruta 33, que es un barrio entero y que pertenecía a un privado, nosotros enviamos una comunicación a la Junta Departamental para adquirir esas manzanas. Hicimos un acuerdo con el propietario y, obviamente, la Intendencia va a negociar con cada uno de los habitantes. Está bien que exista el derecho posesorio, o sea, alguien que generó derechos, que formó su familia, que crió sus hijos y que, como buen vecino, se instaló en un lugar sin tener relación de propiedad. Distinto es que haya gente que venda terreno que no le corresponde, o que, y ahí hay casos delicados que hemos tratado de intervenir con la Policía, acceda a información privilegiada que pueda surgir de las propias oficinas municipales. Si me preguntas qué opino, creo que debemos, junto a la Justicia, establecer protocolos de actuación, en donde nosotros también podamos intervenir y ver cuál es la situación. A lo que voy es que algunos vecinos dicen que nosotros denunciamos a los pobres vecinos. Me consta que no ha sido así, porque hay gente que se ha instalado en los balnearios y la Justicia los ha sacado con denuncias nuestras también. En el caso de las familias hay que ver cómo se resuelve, con el Mides (Ministerio de Desarrollo) y otras instituciones. Pero no hemos podido satisfacer todas las necesidades de vivienda.
—En el otro extremo, su departamento también tiene una cantidad importante de barrios privados...
—En realidad tiene en Camino de los Horneros. En esa zona se dictaminó que podían instalarse clubes de campo. En otras no. Ahí se instalaron varios y se dieron permiso para otros tantos. Lo que ocurre es que la ley de Ordenamiento Territorial, si bien no lo prohíbe, establece condiciones para que puedan establecerse espacios de carácter cerrados o semi-cerrados que lo hemos visto florecer en Rocha y en Maldonado. Pero ellos tienen delimitada la zona y nosotros nos debemos un plan maestro para lo que es toda la zona de Camino de lo Horneros, que en realidad no solo tiene barrio privado sino que también implica un proyecto de hotel. Hay un proyecto de barrio vinculado a los viñedos y a las bodegas. Hay una idea que es de Páez Vilaró que recibe el nombre de La Casaona, que es un barrio abierto pero vinculado al arte. En fin, es una zona muy particular que acompaña lo que es el desarrollo de la ruta 101. Todos eso genera muchísimos puestos de trabajo.
—¿Se van a seguir autorizando proyectos de este tipo?
—Si reúne ciertas condiciones, sí. Por ejemplo, lo que establece la ley de Ordenamiento Territorial es que tiene que haber un destino turístico para la instalación de sitios como esos. Eso lo establece la ley nueva, anteriormente se autorizaban sin que el destino turístico fuera requisito. Entonces, vos tenés lo que es la vieja Tahona, Carmel, incluso algún permiso otorgado ya en otro tiempo. Pero después tenés modalidades nuevas que tienen que incorporar un atractivo, como un hotel.
—Desde tu fuerza política han criticado mucho la existencia de barrios privados y ustedes tienen proyectos para fomentarlos...
—Sí, es muy polémico. Pero no vamos a caer en lo que sucede en Argentina, donde es una exageración. Pero en la medida que se cumpla la norma. Si cuaja y se encamina el proyecto de Páez Vilaró, una especie de centro poblado de aldea, de ateliers, y de propiedades de menor valor que, sin ser cerrado, permite un atractivo distinto y alude a lo que es Casa Pueblo, evidentemente yo lo voy a acompañar.
—Lo van a criticar desde el MPP...
—Mucho.
—¿Con ese tipo de proyectos no se generan, por la vía de los hechos, más barrios cerrados?
—Barrios privados hay varios en desarrollo, sí. Y hay varios que no se desarrollaron. Lo que tiene de particular un club de campo es que tiene un nivel de seguridad y un cerramiento en régimen de propiedad horizontal diferente. Dicho de otra forma, en vez de ser una torre de 20 pisos para arriba con apartamentos lujosos, lo que tenés son casas, propiedad de 1.000 metros, con un nivel adquisitivo y con un valor potente.
—¿Eso no supone una discusión filosófica en su fuerza política, no solo por la seguridad, sino por el intercambio que generan esos vecinos con el resto del departamento?
—Claro que sí, pero hay un derecho adquirido que yo no puedo violentar.
—¿Y con los que se están desarrollando?
—Lo único nuevo que apareció ahí fue los viñedos de la Thaona, que nosotros le dijimos que no, que la ley no lo permitía, salvo que tuviera algún tipo de atractivo turístico. Por ejemplo, puede ser el rugby o la cancha de golf. Ya está hecho eso. Ahora se plantea una bodega y un hotel boutique, que a nosotros nos pareció positivo que estuviera, sin perjuicio de que también va a haber residencia dentro del club de campo. En una posición ortodoxa no me vas a encontrar.
—En las últimas semanas dio a conocer el gabinete que lo acompañará durante su gestión. La oposición cuestiona que entre ellos se encuentra Matías Carámbula, hijo de su antecesor en el cargo. ¿Qué responde a esas críticas?
—Resolví encarar el tema de la ruralidad del departamento de una manera distinta a como se había encarado hasta el momento. Hasta ahora encarábamos el tema desde lo productivo, pero hay otras aristas que pasan desde lo cultural, social, con respecto al medio rural. ¿Qué pasa con las escuelas rurales, los clubes? Entonces decidí ampliar la visión desde lo productivo más hacia una visión integral. Por eso creo la Agencia de Desarrollo Rural y lo separo de Desarrollo Productivo. Analizando el perfil, Matías Carámbula es uno de los pocos —en Uruguay creo que son tres— que es doctor en Estudios Agrarios. Se ha interesado en lo rural desde lo social. Y lo conozco desde hace mucho tiempo.
—La designación de otros directores que ya trabajaron en la administración de Carámbula es una señal de continuidad.
—La mayor continuidad soy yo mismo. Fui secretario general, suplente de él durante 10 años con línea directa. Claro que soy la continuidad, que es distinto de un continuismo pasivo. Obvio que hay un peso fuerte de la presencia de Marcos Carámbula.
—¿Cómo prevé relacionarse con el gremio de trabajadores de la Intendencia?
—Con Adeom siempre he tenido una posición de diálogo permanente. Y las cosas claras desde un principio: lo que se puede, se puede, y lo que no se puede, no se puede. No me gustan las negociaciones largas por el simple método del tire y afloje. Hay mucha cosa para mejorar en la situación de los trabajadores que va mucho más allá del tema salarial, que es muy importante. Desde comisiones de trabajo, desde involucrarlos en una futura reestructura que nunca hemos hecho y que implica mecanismos de ascenso y concurso que no tenemos. Esa va a ser la prioridad para el período: que quede instalado un mecanismo donde se hace carrera en la Intendencia. Ahí quiero involucrar al sindicato.
—¿Ahora funciona a dedo?
—Funciona por designación directa.
—¿Y los ascensos son por antigüedad?
—Vos sos contratado y si cumplís con determinados requisitos te presupuestan. Nosotros instalamos mecanismos para presupuestar, ahora tenemos que armar la estructura funcional.
—Llevan 10 años en el gobierno. ¿Por qué todavía no lo hicieron?
—Nos lo habíamos planteado hacer pero no pudimos. Ha habido dificultades de todo tipo y una de las dificultades ha sido la relación con Adeom. No hemos logrado los acuerdos con el sindicato para instalarlos. Si es por oposición y mérito, si es por concurso, no hemos llegado a acuerdos. Teníamos otros temas que nos entretuvieron en el primer período: la estabilidad laboral, en el segundo fue la mejora salarial. En el tercer período se tiene que ser terminar con la discrecionalidad. Ahora queremos dar reglas de juego claras para los ascensos, que no sea la discrecionalidad nuestra la que defina los ascensos, sino que sea por concurso. Se ingresa por concurso, pero después el mecanismo de crecimiento adentro es discrecional.
Información Nacional
2015-07-02T00:00:00
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