Nº 2239 - 24 al 30 de Agosto de 2023
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáCada nuevo asesinato a una mujer duele, indigna, enoja. El femicidio de Valentina Cancela, de 17 años de edad, el martes 15 de agosto en el departamento de Maldonado no es una excepción, y tampoco un caso aislado. Según el Estudio mundial sobre el homicidio publicado en 2019 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), “los hombres cometen alrededor del 90% de todos los homicidios registrados en todo el mundo”. Y si bien las mujeres y las niñas representan una proporción mucho menor de las víctimas globales de homicidio que los hombres, cuando se trata de asesinatos cometidos por la pareja íntima, las mujeres son el 82% de las víctimas a escala mundial. Como explica el informe de la Unodc, la particularidad que tienen los asesinatos cometidos por “parejas íntimas” es que no suelen ser el resultado de un acto espontáneo, sino más bien “la culminación de la violencia de género que se basa en relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres”. A su vez, el informe plantea que esta violencia es abrumadoramente poco reportada en todo el mundo, ya que el “miedo a las represalias, la dependencia económica y psicológica y la falta de fe en la policía” pueden llevar a las mujeres a no denunciar.
Pero la familia de Valentina Cancela sí había denunciado: el asesino (Santino Gandini, también de 17 años, exnovio de Cancela) tenía ya dos denuncias por violencia física y psicológica contra la joven. Y aunque la Justicia había expedido una orden de restricción, no se tomaron medidas preventivas de ningún tipo. “No sé si falló el sistema, eso no lo puedo determinar”, dijo el fiscal Jorge Vaz en rueda de prensa cuando se halló el cuerpo sin vida de la adolescente. “El fiscal dijo que había fallado el sistema, yo creo que tiene razón”, declaró el ministro del Interior, Luis Alberto Heber, como en un teléfono descompuesto. El mismo ministro que hace un año atrás se refirió en el Parlamento a los femicidios como “homicidios por razones sentimentales”.
“Hay un sentimiento de que fracasamos”, expresó la directora de Inmujeres, Mónica Bottero. “Sentimiento? No estimada @MnicaBottero es la cruel realidad. Renunciar sería lo más honesto de su parte”, retrucó por la red social X una diputada suplente de Cabildo Abierto, la misma que hace unos años declaraba que los hombres mataban a las mujeres por “exceso de amor”.
Y todo así. Mientras, por un lado, el ministro del Interior dice que “no podemos poner la tobillera si no es con autorización judicial” y que “si mañana un juez pide las tobilleras nosotros podemos instalarlas inmediatamente”, porque “sobran” las tobilleras en el ministerio; por el otro lado, la Comisión Directiva de la Asociación de Magistrados sale a aclarar que, “ante expresiones incorrectas de autoridades del Poder Ejecutivo”, comunican que “el Ministerio del Interior cuestiona (e incluso ha negado) la colocación de tobilleras en menores de 18 años”, basándose en una negativa reglamentaria de la Suprema Corte.
O el subdirector del liceo de Punta del Este al que asistía la víctima, Gustavo Opizzo, diciendo en el programa Desayunos Informales que nunca les llegó la notificación que el Juzgado de Familia debe enviar cuando se expide una orden de restricción, y que “si la hubiéramos tenido hubiéramos estado más atentos, quizás”.
Es todo como una versión enorme del meme ese del hombre araña que se señala con el dedo. Y es triste. Porque la realidad es que a nadie le importa mucho el tema, porque los casos de violencia contra las mujeres se siguen naturalizando. Como afirmó el senador nacionalista Rodrigo Blas: “Son cosas que pasan. Está en la naturaleza humana”. Y continuó diciendo: “Hay que proteger a esas niñas” porque en algún momento de sus vidas “pueden ser atacadas por unas bestias, un costado animal que tenemos que aflora en determinadas circunstancias y arrasa con lo que sea”.
Sin palabras.
La muerte de Valentina Cancela es una tragedia, como también lo es la muerte de las más de 600 mujeres asesinadas por violencia de género en el país en los últimos 20 años. Según el informe El feminicidio en Uruguay, presentado en junio: entre marzo de 2001 y diciembre de 2022 “cada 12 días una mujer fue asesinada por razones de género en Uruguay”.
Mientras tanto, las masculinidades siguen sin plantearse un cambio profundo, la sociedad sigue casi sin reaccionar, y el Estado sigue hablando de “bestias con exceso de amor que matan por razones sentimentales”.