N° 1969 - 17 al 23 de Mayo de 2018
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá¿Recuerda, lector, estos versos de una vieja y delicada canción?
—De amor en los hierros de tu reja,/ de amor escucho la triste queja,/ de amor lejos de mi corazón,/ diciéndome así, con su dulce canción (…) Amapola,/ lindísima Amapola,/ será siempre mi alma tuya,/ sola./ Yo te quiero,/ amada niña mía,/ igual que ama la flor la luz del día.
Sí, es Amapola, el tema cuya música escribió el español José María Lacalle García en una imprecisa fecha de 1928, difundido durante décadas por el mundo entero, con millones de discos editados de múltiples y diferentes interpretaciones y que aún adoran las viejas generaciones.
Lo curioso es que la letra pertenece a un hombre que fue uno de los poetas pioneros del tango y cuyo recuerdo, para muchos, incluso historiadores, se ha perdido en el neblinoso pasado: Luis Roldán —nacido en Buenos Aires como Luis Pedro Víctor Vicente Roldán el 13 de mayo de 1894 y fallecido en la misma ciudad el 7 de agosto de 1943—, quien adquirió notoriedad como periodista de varios diarios y revistas y que durante tres décadas, en el mítico Crítica del uruguayo Natalio Botana, con el seudónimo de Luis Candela, redactó una celebrada columna de versos y notas sobre la música popular ciudadana.
Pero Roldán fue más allá y se convirtió en uno de los primeros letristas del tango y otras canciones, componiendo más de un centenar de obras. La primera fue un estilo, escrito en 1915 con el título de Más criolla que un amargo, del que también hizo la música y del que cuentan —aunque hasta hoy es una leyenda— que lo cantó, sin grabarlo, el dúo Gardel-Razzano.
Es verdad probada, en cambio, que Roldán hizo amistad con Carlos Gardel y José Razzano, nacida de encuentros en el Armenonville, que los tres frecuentaban. El dúo le cantó un fado con música de Juan Rodríguez, Mi china, y El Mago, ya solista, los tangos Carne de cabaret, La tristeza del bulín y Muchachos, me caso, el único del que se tiene certeza que haya grabado. La amistad con el llamado “zorzal criollo” fue intensa y perduró hasta el trágico accidente de Medellín.
Pero Luis Roldán siempre fue un hombre culturalmente inquieto y, sobre todo, muy prolífico.
Tres ejemplos, muy diferentes entre sí y tomados entre tantos otros, lo prueban.
En 1918, a pedido del autor de la música, el histórico Angel Villoldo hizo la letra a la canción Mentira, título que más tarde usó Francisco Pracánico para un tango del que Pugliese hizo una excepcional versión con Nelly Vázquez. En colaboración nada menos que con Adolfo Carabelli compuso el shimmy La chica del autobús. Y tuvo éxito en su pasaje por el teatro, para el cual escribió, entre otras obras, la comedia El madrigal, estrenada por Elías Alippi y la revista Quevedo en el Florida, con la colaboración de Raúl Doblas —uno de los autores de la primera y olvidada letra de Los mareados, entonces llamado Los dopados—, Mario Bellini y César Bourel.
Sin embargo, si quedan al menos retazos de la peripecia artística de Roldán, hay uno, al menos, retenido por la memoria social. A pocos meses de que Pascual Contursi estrenara en Montevideo, en los bajos del Moulin Rouge, Mi noche triste, luego inmortalizado por la grabación de Gardel como “el nacimiento del tango canción”, en 1917, Roldán, que ya hacía canciones camperas —ese, el autor de la poesía de la romántica Amapola— daba a conocer su composición más famosa, el machista y sin duda discriminador Maldito tango, que, increíblemente hoy pero explicable para la época en que fue creado, cimentó su fama:
—En un bazar feliz yo trabajaba,/ nunca sentí deseos de bailar,/ hasta que un joven que me enamoraba/ llevóme un día con él a tanguear./ Fue mi obsesión el tango de aquel día/ en que mi alma con ansia se rindió,/ pues al bailar sentí en mi corazón/ que una dulce ilusión nació. (…) Maldito tango que envenena/ con su dulzura cuando suena,/ maldito tango que me llena/ de tan acerba hiel (…) ¡Oh tango que mata y domina¡/ ¡Maldito sea el tango aquel!
Dicha sea la verdad, y más allá de lo que al darse a conocer provocó en beneficio de Luis Roldán, a la luz de la cultura popular actual, y sin pensar en las reservas morales, es una letra espantosa desde todo punto de vista, indigna del propio poeta.
Contradicciones del tango a través de su larga y espasmódica historia. Contradicciones de los propios pioneros.
Luis Roldán, quien además cultivó el canto como aficionado y hasta trilló su Maldito tango, vivió apenas 49 años.