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Mientras el Mercosur profundizaba en las últimas semanas lo que posiblemente sea la peor crisis comercial y política de su historia, llegaron desde otras partes del mundo señales de progreso en diversas áreas. A nivel científico, por ejemplo, físicos del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN por sus siglas en francés) anunciaban el 4 de julio el hallazgo del bosón de Higgs, una partícula que buscaron durante más de cuatro décadas y puede ayudar a responder varias preguntas aún sin respuesta sobre el universo. En el plano deportivo, la selección de fútbol de España lograba el domingo 1º la proeza inédita de ganar su segundo título consecutivo de Europa siendo a la vez campeona del mundo, tras otra demostración asombrosa de juego colectivo. Y a nivel regional, algunas de las economías más abiertas y pujantes de América Latina (Chile, Colombia, México y Perú) ponían a funcionar la Alianza del Pacífico, una apuesta audaz para avanzar en el libre comercio y el intercambio más fluido de capitales, servicios y personas, con la mira puesta en Asia.
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En otras partes de Latinoamérica, esto último pasó casi inadvertido para muchos, debido a que la constitución formal de la Alianza del Pacífico el mes pasado se realizó con menos pompa que otros proyectos regionales lanzados últimamente. Al acto en el cerro chileno Paranal del desierto de Atacama asistieron los presidentes de los cuatro países fundadores, así como representantes de Costa Rica y Panamá, naciones observadoras que pronto podrían sumarse como miembros plenos. El presidente anfitrión, Sebastián Piñera, indicó que la alianza representa un mercado de 215 millones de personas, con un Producto Bruto Interno de unos U$S 2 billones (o un tercio del total latinoamericano) y un comercio con el mundo que suma la mitad del comercio de toda la región.
Por cierto, nada garantiza que la Alianza del Pacífico vaya a tener más éxito que otros planes latinoamericanos de integración. Los expertos advierten que ya existen varios desafíos políticos y técnicos que esta iniciativa deberá sortear para servir los intereses de todos sus miembros. Pero el relativo consenso que existe entre sus estados sobre las ventajas de la economía de mercado y la apertura comercial puede facilitar bastante las cosas respecto a otras experiencias regionales como el Mercosur.
La Alianza del Pacífico ha comenzado a funcionar en momentos de dificultades económicas a escala mundial, y cuando en la región ganan terreno “políticas proteccionistas principalmente de Argentina y en segundo lugar de Brasil”, notó Claudio Loser, analista del Diálogo Interamericano, un centro de análisis basado en Washington, y ex jefe del Fondo Monetario Internacional para Latinoamérica. “Esto es una alternativa muy inteligente de decir: ‘el mundo se está moviendo en esa dirección, no miremos modelos que no sirvieron suficientemente en América Latina’”, dijo Loser a Búsqueda.
Al otro lado del océano
Los miembros de la Alianza del Pacífico ya cuentan con tratados de libre comercio entre sí y con Estados Unidos, y han logrado además separadamente acuerdos similares en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, Chile y Perú firmaron TLC con China y Corea, que a su vez acaba de cerrar la negociación de otro con Colombia, mientras que México tiene uno con la Unión Europea además de integrar el Nafta junto con Estados Unidos y Canadá.
Con esa apertura como telón de fondo, los cuatro socios de este nuevo club latinoamericano vieron crecer sus exportaciones de bienes a un promedio anual de 7% entre 2007 y 2011.
“Somos países que a nivel de la cuenca del Pacífico estamos en un grado intenso de liberalización, apertura e intensificación del comercio y la inversión”, explicó Fernando González Vigil, ex viceministro de Economía Internacional de Perú y coordinador del área de negocios internacionales de la limeña Universidad del Pacífico, en diálogo con Búsqueda.
Un objetivo de la Alianza del Pacífico es aumentar el comercio con Asia, donde sus miembros exportaron el año pasado bienes por un total de US$ 71.000 millones, una expansión de 10% respecto a 2010. Para alcanzar esa meta acordaron abrir oficinas conjuntas de promoción de exportaciones en ese continente y es posible que pronto inicien negociaciones de libre comercio con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean por sus siglas en inglés) que integran países como Indonesia, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam.
Sin embargo, los intereses individuales que persiguen los cuatro socios de la Alianza del Pacífico son distintos. La apuesta de Chile parece ser afianzarse como hub o centro comercial dominante del Pacífico sudamericano. Perú ve con agrado la posibilidad de contar con México y eventualmente Panamá y Costa Rica como puntos de trasbordo comercial. Colombia, embarcada en una campaña activa de promoción comercial y de inversiones al otro lado del océano, está reuniendo credenciales para integrar como sus otros tres socios latinoamericanos el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), al que pertenecen 21 países con tasas de crecimiento excepcionales, incluida China. Y México, que tiene el 80% de su comercio en el Nafta pero también tuvo superávit comercial con Chile, Perú y Colombia en el primer trimestre del año, se muestra cada vez más interesado en incrementar su presencia en Sudamérica, algo que esta alianza le permite hacer sin tratar directamente con Brasil.
Problemas pendientes
González Vigil remarcó que los cuatro miembros de la Alianza del Pacífico tienen economías más abiertas que otros países de la región en términos arancelarios y niveles bastante parejos de inversiones. Pero advirtió que las modalidades de liberalización varían: por ejemplo, poseen diferencias importantes entre sí en temas como comercio de servicios, propiedad intelectual, contratación pública o facilitación aduanera.
El valor conjunto de las exportaciones de México, Colombia, Perú y Chile fue casi 60% superior al del Mercosur durante 2010 (eso es, antes de que el bloque liderado por Brasil comenzara a sentir las consecuencias del proteccionismo), pero el comercio intra-zona en la Alianza del Pacífico es mínimo respecto al que tiene globalmente, y difiere en su composición. Por ejemplo, en el intercambio de Perú con Colombia las manufacturas tienen un peso importante, mientras que con Chile sigue un patrón más tradicional.
Según González Vigil, “el gran desafío es cómo ordenar la competencia” para que todos los socios de la Alianza del Pacífico ganen. Eso significa que cada país pueda tener un comercio con mayor valor agregado de bienes y servicios, reduciendo la dependencia de las materias primas, lo que requiere un intercambio intenso de manufacturas intra-zona a través del desarrollo de cadenas de producción comunes. Eso fue precisamente lo que lograron hacer los países de Asia a escala regional o subregional.
Además existe el riesgo político de que esta iniciativa genere roces o desconfianza de otros países latinoamericanos. Eso empieza por la Comunidad Andina (Can) que Colombia y Perú integran con Bolivia y Ecuador, dos países alineados con la Venezuela de Hugo Chávez, y sigue por Brasil que se pregunta si esa alianza puede abrirle aún más espacio de influencia a China en la región que pretende liderar e integrar a través de Unasur.
De ese riesgo pareció cuidarse el presidente peruano, Ollanta Humala, cuando durante el acto de Paranal dijo que la Alianza del Pacífico “es un espacio no confrontacional ni ideológico” y “que no busca ser oposición a otros espacios de integración latinoamericana”. Pero considerando que sus tres socios en este proyecto son gobiernos de centro-derecha, parece inevitable que el mismo sea visto como un foro de valores políticos definidos, alternativos a las ideas izquierdistas, nacionalistas y proteccionistas que cunden en otras partes de la región.
Tal vez para minimizar esta posibilidad, los presidentes de la Alianza del Pacífico pusieron a andar la iniciativa sin anuncios rimbombantes ni grandes estructuras burocráticas. De todos modos, ya establecieron grupos técnicos para facilitar a corto plazo el tránsito migratorio de los ciudadanos de esos países (eliminando la necesidad de visas), derrumbar barreras comerciales, avanzar en la cooperación aduanera, integrar las bolsas de valores y crear mecanismos de solución de diferencias para atraer más inversiones.
Todo esto requeriría mirar más allá de lo inmediato, como hicieron los científicos del CERN, y jugar en equipo como los futbolistas de la selección española. Pero hay quienes creen que el arranque de la Alianza del Pacífico tuvo el tono adecuado. “Es algo que si tiene éxito será porque es poco pretencioso y porque tiene un objetivo muy claro: el Asia-Pacífico”, dijo Ricardo Israel, un analista chileno consultado por Búsqueda. “Y si tiene un mensaje ideológico es la bienvenida a la inversión extranjera y a la apertura comercial”.