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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace unos días asistimos - al menos quienes nos encontramos en las filas coloradas - a la mejor noticia política de los últimos años. El regreso de Pedro Bordaberry. Después de la penosa golondrina talvista, las fuerzas políticas coloradas (segundo socio del gobierno de coalición) se encontraban dispersas y atomizadas.
Carecíamos de un líder electoral que pudiera vertebrar y orientar, otra vez, nuestras históricas banderas. Más allá de la heroica actuación del Expresidente Julio María Sanguinetti (en estricto cumplimiento del deber, según sus propias palabras), nuestros horizontes de cara al 2024 eran, por lo menos, preocupantes. Frente a las huestes cabildantes (por derecha), socialdemócratas del astorismo – encarnado en la figura de Mario Bergara - (por izquierda) e incluso del herrero-wilsonismo (por izquierda, derecha y centro), corríamos riesgo de ser desplazados del segundo lugar en la coalición y pasar a jugar un rol testimonial en la política nacional. Lo cual manifiesta un hecho grave para el país, dado que nuestro Partido ha sido el baluarte y sostén del actual gobierno (el cual no siempre premió la lealtad, pero ese es otro tema).
Es por ello, que con gran júbilo debemos celebrar el retorno de nuestro líder natural. No me voy a ocupar de responder a las mezquinas, egoístas y hasta envidiosas voces que vieron con malos ojos este retorno (pues son hojas al viento), sino al futuro que nos avecina. Para ello, es preciso hacer mención al objetivo que debe guiar todos nuestros pasos, volver a ganar las elecciones, pues solo así podremos preservar los valores democráticos, republicanos y constitucionales. Ello significa que necesitamos caminar a “más y mejor coalición”, aunque no a cualquier costo. Al acercarse la culminación de este gobierno (que preservó y amplió las libertades individuales frente a la pandemia, una guerra y la actual sequia), la existencia de una unión ad hoc entre Blancos, Colorados, Cabildantes e Independientes, nos deja enseñanzas positivas y negativas. Con respecto al primer punto, cabe recalcar la gobernabilidad que, hasta ahora, se ha mantenido. Así como el cumplimiento del compromiso electoral asumido en octubre y ratificado en noviembre. Si ponemos el foco en los aspectos “perfectibles”, debemos destacar la ausencia de un órgano institucional que nos permitiera coordinar la toma de decisión; las políticas mezquinas, como ser la situación de Salto o Artigas, los intentos de recalcar – en el error – que estamos ante un gobierno “blanco” (lo cual es falso), entre muchas otras.
Dicho esto, debemos centrarnos en una estrategia política que cumpla dos objetivos, ampliar las columnas coloradas y volver a ganar las elecciones. En lo que atañe al primer punto, es necesario plantear algunos caracteres, como ser: 1) subrayar la seriedad institucional que el Partido Colorado puede aportar al futuro gobierno de coalición, frente a golondrinas y políticos cuya marca personal es la incertidumbre; 2) construir dos – o tres – grupos o candidaturas que permitan presentarle al electorado opciones de solidez y seriedad (siendo las figuras de Bordaberry, Zubia y Robert Silva, elementos clave para ello); 3) realzar que, bajo la lógica de un gobierno de coalición, en las elecciones de octubre votar colorado no es “un error táctico frente a un posible triunfo del Frente Amplio”, sino una elección estratégica para el triunfo en noviembre. Sobre el segundo punto, la ingeniería debe estar orientada a: 1) hacer hincapié el estricto cumplimiento de las promesas electorales (sobre todo en materia impositiva, disminución de impuestos, mantenimiento del grado inversor, una política exterior estable y soberana, etc.); 2) el respeto a los valores republicanos y democráticos; 3) la existencia de un Presidente responsable y que supo timonear a la República ante las “siete plagas de Egipto”; entre otros atributos.
Finalmente, para no aburrir al lector, el posible (a esta altura real) regreso de Pedro Bordaberry, no solo viene “como agua de mayo” en la interna colorada, sino que, además, contribuirá al triunfo electoral del 2024.
Lic. Alejandro Ferreira