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Ser frenteamplista hoy en día es una hazaña, si tenemos en cuenta cómo justificar las diferentes barbaridades sucedidas desde que se estableció este gobierno supuestamente progresista.
Cómo entender que el presidente Mujica es o fue nominado como el presidente más pobre del mundo, cuando su patrimonio se ha multiplicado tantas veces, cómo defender su gestión cuando el déficit en varios campos es desesperante como, por ejemplo, la educación, donde aquella consigna expresada por Mujica de “educación, educación y más educación”, quedó en un simple enunciado demagógico de intenciones.
Escándalos en Pluna, con una gestión por demás desprolija, con una subasta llena de irregularidades, pérdidas millonarias en ANCAP que no resisten explicación, pérdidas en otros emprendimientos que nunca debieron prosperar, a no ser por el capricho y soberbia de progresistas iluminados.
Una pesada herencia de déficit en todas las áreas gestionadas por la izquierda, una economía que se empieza a retorcer de un dolor anunciado y hasta ahora ocultado, tras declaraciones grandilocuentes de que aquí no pasa nada, que está todo bajo control aunque el piloto no se vea.
Vemos cómo una y otra vez le tuercen el brazo al presidente desde su propio partido, no podrán echar culpa a la oposición o a alguna conspiración yankee.
Los sindicatos manejados por el Partido Comunista y sus eventuales aliados del MPP bombardean una y otra vez cualquier intento de racionalidad, los defensores de la escuela pública le hacen perder clases a los niños, perjudican a familias enteras con los trastornos que provocan y al rato hay que verlos discursear sobre sus derechos y sus luchas.
En la redada se ven afectados los ciudadanos de todos los partidos, incluyendo quienes votaron por este gobierno, por lo que resulta difícil encontrar explicaciones que justifiquen tanta barbaridad y atropello.
Cualquiera decide ocupar o decretar un conflicto y nadie parece tener autoridad para restablecer la cordura y hacer que las cosas funcionen como corresponde, ya sea la salud, la Intendencia, el Poder Judicial o cualquier otro organismo que cumpla funciones en la comunidad.
Lo peor es que nos estamos acostumbrados a que esto sea así y nos resignamos cual corderos que van al matadero, sin que nadie proteste, salvo cosas aisladas y tibias por allí.
¿Cuándo va a reaccionar la sociedad uruguaya a tanto atropello, anarquía y seguir dando crédito a un discurso vacío y mentiroso como propone la izquierda y quienes nos gobiernan?
Con un asombroso protagonismo que no cesa, el ex presidente Mujica sigue de tour y aprovechando toda ocasión para opinar de todos los temas, alimentando un ego desmedido y descontrolado, el que sin la prudencia que deben tener los grandes hombres, solo macanea una y otra vez sin descanso.
Solo el tiempo dejará medir el desastroso desgobierno que encabezó, elegido por encantados uruguayos, a los que sedujo con un discurso tan facilongo como torcido y demagógico.
Luego vino Vázquez, a quien ataron bien de pies y manos y la única forma que tiene de sobresalir es irse de viaje con el pretexto de negocios que seguramente verán sus nietos.
¿Qué sería de este Uruguay si este cúmulo de desastres se dieran en un gobierno de partidos tradicionales? ¡“Mamma mía”! Los bomberos no darían abasto apagando las llamas que prendería la izquierda en todos los ámbitos.
Es por estas cosas que decimos qué difícil es ser frenteamplista para poder justificar tanto caos. Tal vez la larga lengua de los Rollings ayude a seguir convenciendo a algunos de que la utopía es de verdad.
