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Justo en momentos en que un documento crítico de aspectos de la gestión del gobierno difundido por un grupo de cámaras empresariales había instalado una polémica con las autoridades, el Foro Económico Mundial (FEM) publicó la semana pasada un índice de competitividad global que mostró a Uruguay en una situación de deterioro.
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La caída del país del puesto 74º al 85º —en un ránking que abarcó a 148 economías— advertida por ese Foro de líderes globales fue señalada luego por algunos dirigentes empresariales como un alegato a su favor, en el sentido de que están aumentando las dificultades para hacer negocios en Uruguay, como plantearon en su documento. “Salieron a luz un conjunto de problemas” que “comprometen” la competitividad y la economía, habían señalado la Asociación y Federación Rural, las cámaras de Industrias, Mercantil de Productos del País, y la de Comercio y Servicios, con el respaldo de otras 17 gremiales empresariales.
Pero dicho ránking elaborado por el FEM a partir de un denominado índice de competitividad merece relativo crédito, en opinión de Jerónimo Roca, subdirector de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto. Ese jerarca argumentó en esa línea en una columna publicada ayer miércoles 11 en el sitio “Montevideo Portal”.
Bajo el subtítulo “gato por liebre”, señaló que el indicador se compone de un total de 114 variables, de los cuales 81 (71%) surgen de “percepciones” subjetivas de unos 14.000 empresarios de todos los países abarcados. “No debe extrañar, por tanto, que los resultados (...) estén en línea con el documento de las cámaras empresariales” porque, afirmó, “se trata del mismo perro con otro collar”.
Planteó que los juicios que hacen quienes responden al cuestionario del FEM puntúan en los distintos países de 1 a 7 (lo peor y lo mejor) respecto a lo que se les pregunta, y según Roca esto supone un “problema de la homogeneidad en la valoración” por la importancia que se les asigna a determinados temas en una u otra sociedad. “Diferencias culturales y en los estándares éticos entre los países pueden llevar a que la misma pregunta sea valorada de forma diferente”, por ejemplo sobre la eficiencia gubernamental, la “corruptela institucional” o el funcionamiento de la Justicia, alegó.
Por eso, a su entender “en rigor, el ránking del Foro Económico Mundial tiene poco sentido”.
“Escenificación”.
Luego analizó: “(...) ¿Las percepciones del empresariado local se han deteriorado por un cambio en las instituciones formales —políticas, regulaciones—? ¿O el cambio está en las instituciones informales, en particular, en la confianza de los empresarios de que mantendrán los beneficios que actualmente tienen? Sospecho que hay algo de esto último”.
Según Roca, en un escenario económico “de transición” como el actual, los “empresarios, sobre todo los que no han hecho los deberes, tienden a tener una visión más pesimista. Adhieren, sin más, a que ‘la fiesta de América Latina terminó’ y no ven, o no les interesa ver, señales positivas”, como una demanda de alimentos desde China que en su opinión se mantendrá.
Y agregó: “Lo malo está sobrevalorado y hasta sobreactuado. La escenificación de que corren tiempos difíciles para la rentabilidad les es funcional para salir en defensa de derechos supuestamente adquiridos, como una de las más generosas —sino la más generosa— promoción de inversiones de América Latina, según el Banco Interamericano de Desarrollo. Y también, si se puede, para avanzar en recuperar algo de terrenos que consideran perdidos, como la negociación colectiva”.
