Con más de 33 años de experiencia en el ámbito de la propiedad intelectual (PI), el director y socio fundador del estudio Vanrell Propiedad Intelectual Abogados, Juan Eduardo Vanrell, afirma que el sector “se horizontalizó de tal forma” que hoy se habla de esa temática tanto en ámbitos académicos y profesionales como en los políticos.
Es que la propiedad intelectual —que incluye desde marcas y patentes hasta derechos de autor y nuevas tecnologías— ha tomado cada vez más protagonismo. Y Uruguay se posiciona como “un gran exportador de ideas”, aunque los creativos aún deben sortear numerosas dificultades para ofrecer sus ideas al resto del mundo, añade el experto.
La firma Vanrell Propiedad Intelectual abrió en 2013 y es hoy el estudio con mayor número de presentaciones de Uruguay. Además, cuenta con una cartera de más de 10.000 clientes y maneja cerca de 32.000 asuntos en toda América Latina, informa el ejecutivo, quien, por otra parte, fue el primer uruguayo en presidir la Asociación Interamericana de Propiedad Intelectual (Asipi) y también en integrar el board del International Trademark Association (Inta).
—¿De qué hablamos cuando nos referimos a la propiedad intelectual?
—La propiedad intelectual ha sido totalmente multidisciplinaria. Tradicionalmente, cuando uno hablaba de PI hablaba de marcas y patentes, sobre todo de propiedad industrial; después se englobó todo como propiedad intelectual, y dentro de ese paraguas quedó también el derecho de autor. Pero luego, con las nuevas tecnologías, el tema se amplió muchísimo y se horizontalizó de tal forma que hoy de PI hablan los químicos, los ingenieros, los abogados, la gente que se dedica a marketing y hasta los políticos. Con el agregado de los tratados internacionales y los TLC, ya que la Organización Mundial del Comercio negoció globalmente un tratado marco de propiedad intelectual.
Empecé a trabajar en 1988 y después fundamos nuestro propio estudio en 2013. Pensé que iba a ser algo bastante estático y me encontré con un mundo totalmente diferente. Tuve la suerte de ser presidente de la Asociación Uruguaya de Agentes de Propiedad Intelectual y después fui el tesorero más joven de la Asipi, que tiene más de 1.500 miembros y es la que rige prácticamente toda la PI de América Latina. Luego fui dos períodos secretario y terminé siendo su primer presidente uruguayo. Después ingresé en la Inta, que es la organización más grande de PI del mundo con más de 35.000 asociados, donde en este momento estoy en el board of directors. También soy el embajador de la International Chamber of Commerce de Francia.
—¿Qué representa eso para su estudio y para el país?
—Uruguay jamás estuvo dentro de esas organizaciones. Era imposible por un tema de representación, porque son organizaciones muy grandes en las que cada país pelea por su grupo nacional. Entonces, es un honor para Uruguay. Esto me permitió vincularme con personalidades muy importantes del mundo de la PI y del comercio. En Ginebra, por ejemplo, donde tuve oportunidad de viajar más de 20 veces para exponer en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, que depende de la Organización de las Naciones Unidas. Expuse junto con uno de los presidentes de Alibaba Group hace ocho años, cuando recién empezaba a hablarse de comercio electrónico, y pude conocer los hot topics del mundo y traerlos. Al mismo tiempo, en los últimos 25 años me encontré en Uruguay con creativos e inventores fantásticos. En este momento manejamos alrededor de 40 patentes a escala mundial de inventores nacionales; uno es un sistema de construcción totalmente novedoso en el mundo. También hay un inventor que creó una soldadora para soldar el acero, que permite que los cohetes y los aviones puedan elevarse más sin que les afecte la presión. Lo patentamos en Estados Unidos, Europa, Brasil y Uruguay, entre otros países. Hay tres o cuatro inventos que estamos manejando que pueden llegar a cambiar la historia en ramas como la aeronáutica. Acá hay grandes creativos, el problema que tienen es cómo salir, cómo ofrecerlo. Es muy difícil. Hay muchos que no pueden prosperar por temas económicos, pero hay grandes ideas.
He viajado por 50 países dando conferencias, representando a las asociaciones o por mi estudio. Eso me permitió conocer personajes increíbles: cenar en Cartagena y estar en la mesa de al lado Sebastián Piñera y Álvaro Uribe, inaugurar un congreso con el presidente de Colombia, Iván Duque. Actores, jugadores de fútbol, cantantes. También hicimos panel juntos con el ministro chino de comercio en Argentina hace cinco años.
Cuando fui presidente de la Asipi creé un proyecto que se llama Asipi Educa. Tuve la oportunidad de ir a colegios impresionantes y también a lugares como la fundación Pies Descalzos, de Shakira, en Cartagena, que ayuda a niños carenciados. Además de hacer una donación, la idea era contarles qué es la propiedad intelectual dentro de su contexto, mostrarles que puede ser una herramienta de desarrollo si crean o inventan algo. Hay que mirar el contexto: no es lo mismo la señora de una zona pudiente de Montevideo que compra falsificado que una persona que no tiene plata para vestirse; solo le podés decir que probablemente esa prenda está incentivando el contrabando y que de repente está hecha con trabajo infantil. Otra de las grandes líneas que tenemos en el estudio es el tema de aduana, donde hacemos muchas incautaciones.
—¿Qué es lo que más destaca de su experiencia en esas asociaciones internacionales de marcas y patentes?
—Para que Uruguay pueda posicionarse en ese tipo de organizaciones, tiene que haber apoyo estatal y volumen de gente, que es lo que no tenemos. Esto podría haber empezado y terminado como un trabajo jurídico-administrativo, pero se fue abriendo y enriqueciendo de tal manera que se empezaron a cruzar las líneas. Y empezamos a interactuar con músicos, creativos, autores e inventores. La PI se abrió de tal forma que hoy todo joven se plantea qué app puede crear y cómo puede ganar dinero.
—¿La propiedad intelectual es un área que ha tomado más protagonismo en los últimos años?
—El sector decididamente está en la línea alta, porque cada vez se habla más de propiedad intelectual. Es un intangible, uno puede agregar un valor con su conocimiento, a diferencia de lo que es un valor industrial; hoy se venden ideas y Uruguay es un gran exportador. Es un gran exportador de software, por ejemplo. Y lo más importante: crea oportunidades de desarrollo para las empresas y los jóvenes. Por eso también es importante la educación y se intenta que todos tengan acceso a los medios para poder investigar. En ese sentido, Internet fue vital.
La propiedad intelectual es parte de la vida. Todo lo que uno hace en su vida diaria está vinculado a la PI, se trata de inventos y marcas. Casi todo es protegible y casi todo en algún momento fue registrado. Ahí es donde tenemos un problema como país, por temas económicos. Porque el patentar algo no es barato. Quizás sí en Uruguay, porque hay beneficios para las pymes y los pequeños inventores, pero el esquema va más allá de eso. Cuando inventás algo, la idea es poder venderlo al mundo y, si no querés que lo copien, tenés que protegerlo. Y ahí está la traba de Uruguay y América Latina, donde por un tema de costos no pueden hacer esa protección. Entonces la idea pasa a dominio público y la copian.
—Vanrell Propiedad Intelectual Abogados fue pionero en la defensa de los derechos de PI en el país. ¿Cómo fue creciendo el estudio?
—Abrimos en 2013 y fuimos en crecimiento permanente en cuanto a presentaciones de solicitudes en Uruguay. Éramos el estudio numero cuatro ese año y a partir de 2019 somos el que tiene más presentaciones del país; tenemos el 23% de presentaciones de marcas en Uruguay. Estamos entre los 10 estudios más grandes de América Latina, y en Uruguay, en lo que refiere a marca puntualmente, somos los top, seguro. En patentes estamos dentro de los cinco que más presentan; en derechos de autor no es algo medible porque no necesariamente se registran.
—¿Qué tipo de asuntos son los más frecuentes?
-Mundialmente, lo más saturado en nombres por lejos es la clase de medicamentos y agroquímicos, después la de alimentos y luego de ropa. En otra época una clase importante era el tabaco, pero con las prohibiciones locales y mundiales prácticamente las marcas de cigarrillos han desaparecido y quedaron solo las importantes.
Un tema grave es que a escala mundial hay un sentimiento cada vez más creciente de antipropiedad intelectual, de antimarca y antipatente. Es algo cada vez peor para las empresas, porque es muy difícil de enfrentar. Por ejemplo, si mañana no hubiera más patentes, no habría más investigación. Sin embargo, cada vez hay más ataques a la PI por determinados grupos o hasta estados al desincentivar por ejemplo el consumo de determinados alimentos o el uso de determinadas publicidades. Todo eso va en desmedro de la marca y también baja el valor de las empresas. Lo mismo con el uso de los colores y el posicionamiento de los productos; a Uruguay le puede pegar muy fuerte todo el tema de la carne, al impactar la marca país. Si sacamos todo eso, te queda la creatividad intelectual, por eso hay que estar permanentemente reconvirtiéndose.