Como una gran estancia forestada, el campo de Tacuarembó luce predominantemente verde, con aguadas que desbordan y mucho ganado pastando, un paisaje que contrasta con las calles estrechas y cada vez más transitadas de su capital, con una población estudiantil en aumento. Campo y ciudad se entrelazan en este departamento en una relación de fuerte dependencia.
Actualmente la actividad de los establecimientos ganaderos está amenazada, la forestación y la agricultura muestran una estabilización, y el movimiento comercial y de servicios —que el sector primario sostiene— vive las consecuencias del enfriamiento. El nivel de producción en el departamento empieza a debilitarse y el empleo a resentirse, transmitieron los empresarios y autoridades tacuaremboenses durante una visita que hizo Búsqueda. El cierre, esta semana, de una de las mayores fábricas, profundiza las dificultades.
Según el subdirector general de Desarrollo Social de la comuna, Carlos Menéndez, la forestación y el sector cárnico son los que jalonan la economía departamental, porque la “dependencia” de la producción primaria es muy fuerte. “Si hoy marcás un billete de $ 100 y lo seguís, pasa varias veces por algún eslabón de esas cadenas”, ilustró.
Como en otros puntos de la campaña, los empresarios ganaderos tacuaremboenses se quejan por el precio que reciben por sus animales. “Los productores están muy complicados por la baja de la compra de materia prima por parte de la industria”, dijo José Tuneu, de la gremial ganadera local. Y habla de las “pérdidas” que enfrentan los pequeños establecimientos de cría.
Afirmó que los ganaderos están “convencidos de que los frigoríficos manejan la faena, trabajan menos, para bajar el precio” de los vacunos. Esa es una tesis que indaga la Comisión de Defensa de la Competencia.
“Los industriales sin corazón hicieron un tapón”, se quejó un integrante del grupo Batoví-Zamora en el seno de la Asociación Empresarial de Tacuarembó, y responsabiliza a los frigoríficos de una conducta “autodestructiva” de la cadena cárnica, porque “origina endeudamiento” y redujo 20% el activo del productor. Todo eso genera problemas forrajeros y menor empleo en el campo, añadió.
Desde el Frigorífico Tacuarembó, el gerente de compra de hacienda, Juan Leites, dijo que el mercado de la carne está “firme” y con un “buen panorama”, si bien reconoció que se produjo una “pequeña sobreoferta” de ganado.
Esa planta estaba usando entre 70% y 75% de su capacidad instalada (unas 800 reses por día). Produce carne y también subproductos como hamburguesas.
Leites dijo que se nota un enfriamiento del mercado laboral, porque “aparecen currículos y llegan pedidos” de trabajo al frigorífico, lo que hasta hace unos pocos meses no sucedía.
Cierre.
A espaldas del frigorífico humea la chimenea de Fenirol, una planta de generación de electricidad por biomasa a través de la quema de residuos forestales y cáscara de arroz.
La firma es de capitales nacionales y emplea a unas 40 personas. Su actividad está siendo mayor que un año atrás, puesto que logró retomar la producción, dijeron fuentes empresariales. Fenirol tiene una capacidad de producción de 10,5 megavatios por hora, que en su mayoría vende a UTE. Algunos ven potencial de desarrollo en este rubro.
“Medio árbol queda tirado” en el campo, graficó el gerente de operaciones de Cambium Forestal, Juan Elhordoy. Desde 2008 esta empresa de capitales chilenos gestiona bosques en Tacuarembó y en otras partes del país (unas 80.000 hectáreas en total). En el departamento provee de madera sólida y de calidad a unos pocos aserraderos, y a la industria de paneles Weyerhaeuser, que emplea en forma directa a 700 personas y a otras 1.200 a través de contratistas. La producción de tableros creció 18% en relación a un año atrás y actualmente utiliza el 80% de su capacidad instalada, informó el director ejecutivo para América del Sur de la empresa, Álvaro Molinari.
A su juicio, la falta de un sector industrial “más fuerte” y “madurez” en la cadena forestal no hacen “tan atractivo” a Uruguay a los ojos de los inversores. Agregó que el aumento del precio de la tierra y de los costos de producción también operan como un “desestímulo”, a lo que se suma el “ruido” sobre temas tributarios.
Esta semana cerró Urupanel, que hace una década producía paneles y MDF. La firma cambió varias veces de dueño y había entrado en concurso de acreedores en 2012. En un remitido a la opinión pública, su Directorio explicó que en los últimos tres años dio “pérdidas significativas” a las que el grupo ecuatoriano accionista tuvo que destinar “más de U$S 20 millones” y anunció un concurso voluntario. Agregó que la “situación futura de la empresa habrá de depender del éxito del proceso de reestructuración” que iniciará. Los trabajadores, enviados al “seguro de paro”, ocuparon la planta desde el martes 29.
A pocos kilómetros de Paso de los Toros, en la localidad de Peralta, unos 25 aerogeneradores ya mueven sus aspas, mientras otro parque eólico privado comienza a instalarse en frente, del otro lado de la ruta.
Otro tipo de molinos instalados en Tacuarembó —de las agroindustrias Saman y Glencore— procesan el arroz que se cultiva en el departamento con mayor extensión del país (15.438 kilómetros cuadrados).
Los arroceros ya levantaron su cosecha. Pero a pesar de que el rendimiento del cultivo es de los “más altos del mundo”, les preocupa que “los costos están a la par” y eso deja una situación “de equilibrio” y no de ganancia en el rubro, explicó Marcos Ríos, que preside la regional de Tacuarembó de la Asociación de Cultivadores de Arroz.Contó que por eso los arroceros también cultivan soja, una opción “menos riesgosa, de menor inversión y más rentable que el arroz”.
“Desaceleración”.
Las tiendas de ropa de campo se intercalan con los locales de las grandes cadenas del retail, financieras y bancos en el centro de la capital. Las bicicletas ya casi no ruedan por las calles; le dejaron lugar a unas 30.000 motos, al renovado parque de autos y a las líneas de transporte colectivo que circulan desde febrero.
Sin embargo, el enfriamiento de la actividad agroindustrial comenzó a afectar las ventas de los comerciantes, que vivieron un “boom” en los últimos años. El presidente de la Asociación Empresarial de Tacuarembó, Mauricio Crespi, habla de una “desaceleración” que “puede agravarse si el empleo decae”. Pero descartó un escenario “dramático”, dijo que será cuestión de “adaptarse” a un consumo entre 15% y 20% menor que unos años atrás.
Al mismo tiempo, Crespi es optimista en cuanto a que la mayor recepción de estudiantes por parte del Centro Universitario de Tacuarembó, atraídos por las nuevas carreras que dicta, aporte “otro perfil de consumidor” (ver recuadro).
En el tejido empresarial del departamento predominan las micro y pequeñas firmas. La Asociación reúne a unas 400 del comercio y servicios rurales, entre otros rubros, que en su mayoría tienen problemas de gestión. Para volverlas más competitivas y fortalecerlas está en ejecución un programa de proveedores con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo, explicó Tania Isasa, de la Agencia de Desarrollo local.
Desde la Intendencia se apoya con fondos a los microempresarios rurales y urbanos, dijo Menéndez. Reconoció que la “pobreza rural” sigue siendo alta, al igual que el despoblamiento del campo, por lo que la ciudad crece en los barrios. Por eso, aseguró, escasean las viviendas, y los valores de alquiler y venta suben.