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Tras estudiar el impacto de la migracio´n en la natalidad uruguaya entre los años 1996 y 2010, un grupo de investigadores de la Universidad de la República concluyó que hubo durante ese período una “pérdida significativa” de nacimientos asociada a la salida de uruguayos al extranjero.
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“Los resultados muestran una pe´rdida significativa de nacimientos por concepto de migracio´n en todo el período”, sostiene el artículo, que será presentado mañana viernes y fue realizado con el apoyo de la Facultad de Ciencias Sociales, la Comisión Sectorial de Investigación Científica y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
“La magnitud de la pérdida de nacimientos atribuible a la migración es especialmente importante en los años de mayor emigración neta, es decir 2001-2004 y 2006-2008. No obstante, también a fines de los noventa se aprecian importantes pérdidas atribuibles a la migración experimentada en décadas anteriores, en los setenta y ochenta”, agrega.
Denominada “Una estimacio´n de los nacimientos perdidos por migracio´n en Uruguay”, la investigación, a la que accedió Búsqueda, compara el nu´mero de nacimientos observados en el país con el nu´mero de nacimientos esperados si no hubiera existido emigracio´n. Para realizarlo, los autores asumen que la fecundidad de las mujeres uruguayas que emigraron sería la misma que la observada entre las mujeres que se quedaron en el país. “De esta manera se obtiene un número de nacimientos esperados en el supuesto de que la fecundidad de las uruguayas, independientemente de su lugar de residencia, fuese la misma que la ocurrida para las uruguayas residentes”.
En primer lugar el informe toma en cuenta la tasa bruta de natalidad y la tasa neta de migracio´n. La natalidad baja de 18,4 cada mil habitantes en 1996 a 13,8 en 2010, en una caída que “sigue una tendencia de descenso de apariencia lineal”, al tiempo que se producen feno´menos migratorios de relevancia, entre ellos una de las tres grandes oleadas migratorias de la historia contempora´nea de Uruguay, sucedida en 2002.
A su vez, “mientras la natalidad continúa su descenso” en este período la tasa de migración neta cae primero próxima a –10 cada mil habitantes en 2002, luego se recupera y vuelve a caer alrededor de 2006 a más de –4.
En segundo lugar se analizan los nacimientos perdidos, ocurridos y esperados en ausencia de migracio´n. Respecto a los nacimientos perdidos, de 1996 a 2010 el número supera en todos los años los 3.000. “Es decir que la pérdida de nacimientos por migración sería verificable entre 1996 y 2010, si se interpreta que la existencia de un diferencial entre nacimientos esperados y observados es una consecuencia de la migración”, indica el informe.
En aquellos años en los que la emigración aumenta marcadamente “se identifican dos momentos donde el diferencial entre nacimientos esperados y ocurridos se incrementa”. Uno sucede alrededor del 2002, cuando se esperan más de 55.000 nacimientos y ocurren alrededor de 52.000, mientras que el otro es alrededor de 2006, cuando se esperan poco menos de 55.000 nacimientos y ocurren menos de 50.000.
Uno de los hechos llamativos es que es el año 1996 el que tiene durante todo el período el mayor número de nacimientos perdidos (4.972), pese a que en ese mismo año la tasa de migracio´n neta se encuentra aproximadamente en cero. Los autores lo explican por los efectos que dejó otra de las tres grandes oleadas migratorias de la historia contemporánea, sucedida por la salida de uruguayos durante los años de la dictadura militar.
“No puede dejar de notarse que también entre 1996-1998, el volumen de nacimientos perdidos es incluso mayor. En este sentido puede arrojarse la hipótesis de que la magnitud de la migración de los ochenta y fundamentalmente de los setenta y sus consecuencias sobre la estructura de edades, dan como resultado una pérdida de nacimientos de considerable volumen”.
El porcentaje de nacimientos perdidos respecto al de los nacimientos ocurridos reafirma esa posibilidad, puesto que en todos los an~os desde 1996 al 2010 ese porcentaje se mantuvo entre el 6% y el 9%. “Lo que permite concluir que de existir una contribucio´n de la migracio´n a la caída de la fecundidad, e´sta no se restringiría a los momentos de alta emigracio´n que incluye el período analizado, sino que tambie´n sería importante en las de´cadas anteriores”.