En el inicio puede haber una línea, un bosquejo, un papel rasgado o incluso un tobillo roto. Después siguen largas horas de trabajo e investigación para que por fin la idea llegue al objeto, a una portada, al edificio o a los pies de un deportista. “El diseño es historia, es mensaje, es conexión”, dice la frase inicial de Abstract. The Art of Design, una serie documental de Netflix que en ocho capítulos muestra los procesos creativos de ocho diseñadores.
Ellos integran la lista de los más famosos y millonarios, los que contratan las grandes empresas o instituciones, los que viven en las ciudades del primer mundo y tienen todos los recursos. Pero para llegar a esas alturas, necesitaron no solo inteligencia, audacia y creatividad, sino mucho trabajo y paciencia. Lo interesante de la serie es que se centra en el proceso del diseño, que es similar al de muchas otras áreas de la creación y del conocimiento.
Christoph Niemann es el protagonista del primer capítulo. Ilustrador y diseñador de varias publicaciones, entre ellas libros infantiles, es reconocido por sus trabajos para las portadas de la prestigiosa revista The New Yorker. Él siempre admiró el poder informativo de sus tapas, donde no se emplean titulares. “Son lo mejor para un ilustrador. Ves la historia, el artista y, lo más importante, el impacto cultural”.
Niemann considera que la gente no quiere ver la realidad en una ilustración sino una especie de pasaje del mundo real al inventado. El documental lo sigue en uno de sus proyectos de “realidad aumentada” para una portada de The New Yorker. Como símbolo de la ciudad eligió el metro y los colores amarillo y negro, porque para él son los de Nueva York. Igual que las puertas del subte, las tapas de la revista separan el antes y el después de la lectura. Entonces dibujó una mujer subiendo al subte en la portada y bajando en la contratapa. El resultado es una portada llena de movimiento y volumen.
“La inspiración es para los aficionados. Los profesionales trabajamos por la mañana”, dice al recordar una frase del pintor Chuck Close. Para Niemann, no hay que sentarse a esperar horas para que llegue la inspiración. Hay que levantarse, sentarse frente al escritorio “y permitir que algo suceda”.
A Sebastián Santana, ilustrador y diseñador argentino-uruguayo, le gusta la frase elegida por Niemann. “Los diseñadores siempre salimos con una libretita por la calle y hacemos anotaciones y dibujos, pero después viene la hora de trabajar y hay que poner mucho ‘culo en la silla’, como dicen los argentinos. Hasta que no se empiezan a trazar líneas, el producto no aparece”, comenta a Búsqueda.
Ilustrador de libros infantiles y también de afiches y tapas de discos, Santana comenzó diseñando los afiches del festival Divercine, que le abrió las puertas hacia otras instituciones. Piensa que sus dibujos, sobre todo los de libros infantiles, no pueden repetir lo dicho en las palabras. “Tienen que proyectar algo más, una idea nueva. Por sí solos no funcionan, el lector necesita trabajar sobre lo que lee y lo que ve”, explica.
Cercana a la ilustración está la tipografía. Para Paula Scher, diseñadora gráfica estadounidense, “la tipografía es pintar con palabras”. Ella es socia de Pentagram, uno de los mayores estudios de diseño del mundo. En Abstract se sigue su trabajo en la creación de la tipografía para varias instituciones culturales, como lo hizo para The Public Theather de Nueva York. El tipo de fuente le parece fundamental porque las letras “tienen carácter”. “Las delgadas transmiten lo clásico; las anchas, la inmediatez”, dice.
La tipografía también es esencial para Oscar Rivas Beasley, diseñador y fotógrafo uruguayo que desde hace décadas vive en Florianópolis. “La elección inadecuada de una fuente puede tranquilamente echar todo un trabajo a perder. Y lo importante no es si usás o no la fuente favorita del año sino la pertinente al proyecto específico, porque es la que le dará el ritmo o la parsimonia”. De todas forma, él tiene una “fuente favorita del año”: la Avenir.
Rivas tuvo como primeros maestros a los directores de arte de agencias de publicidad. “Mi primer intento de hacer algo, aunque no tenía la menor idea de que eso podría ser diseño, fue dibujar la famosa silueta en alto contraste del Che Guevara, a partir de la no menos famosa foto de Korda, intervenida con el logo de Levi’s en un ojo”.
Para Rivas hay que tener claro que al diseñar no se está haciendo arte. “Estás comunicando algo de la forma más clara, armoniosa y contundente posible”. En cuanto a los vínculos entre el diseño y la fotografía, piensa que tienen las mismas premisas: “Hay algo del uso equilibrado de los espacios que funciona en ambos casos”.
La escenógrafa inglesa Es Devlin, destacada por sus trabajos en teatro y espectáculos musicales, también habla del espacio en Abstract, de cómo “escapar de los límites”. Para ello juega con las escalas, las paredes, las cajas para crear lluvia o luz. Entre sus escenografías más recientes está la de Hamlet, protagonizada por Benedict Cumberbatch. Al ambiente “eduardiano” le agregó “tierra negra, malvada”, porque para ella “el surrealismo funciona porque hay realidad”.
“Esa serie es genial”, dice Paula Kolenc, escenógrafa uruguaya que actualmente trabaja para el Teatro Solís, al referirse a Abstract. “Claro que hay una distancia muy grande en cómo trabaja Devlin, con un gran equipo, y cómo trabajamos nosotros, que tenemos que encargarnos de todo”, comenta. El último trabajo de Kolenc puede verse en la obra Como gustéis, de Shakespeare, dirigida por Levón. “El escenario tenía que ser a la vez bosque y corte, con momentos de magia que aparecen y desaparecen”. Para Kolenc, el papel del escenógrafo “tiene que estar en función del texto, tenemos que transmitir un concepto”.
En cuanto a la fugacidad de las escenografías, dice que es parte del trabajo. “Sé que después de marzo la escenografía de Como gustéis desaparece. Lo que quedan son las maquetas y las fotografías”, dice Kolenc, y Devlin agregaría: “y la memoria de la gente”.
Uno de los capítulos más impactantes de Abstract es el del diseñador Tinker Hatfield, sobre todo por su historia personal. Cuando era universitario fue deportista, y en uno de sus entrenamientos cayó mal en un salto alto con barra. Ese día se rompió el tobillo y pensó que perdería su beca universitaria, pero su entrenador le diseñó un zapato especial y logró seguir en carrera.
Hatfield estudió arquitectura y diseño, pero el germen de su profesión estuvo en aquellos zapatos artesanales. En un concurso de Nike presentó un modelo y allí empezó su carrera hacia el éxito. Fue quien mejoró la “bolsa de aire” de los Nike, pero su mayor éxito fue la línea Air Jordan, que creó para Michael Jordan. También diseñó el zapato autoajustable que aparece en la película Volver al futuro, de 1985. Ese era de fantasía, pero 30 años después, Hatfield le entregó a Michael J. Fox, protagonista de aquella película, un zapato autoajustable real por él diseñado. El futuro había llegado.
En los otros capítulos de Abstract son protagonistas Bjarke Ingels, arquitecto danés; Ilse Crawford, diseñadora de interiores inglesa; Platon Antoniou, fotógrafo griego especializado en retratos, y Ralph Gilles, diseñador de autos canadiense. La serie es atractiva no solo por sus entrevistados, sino por cómo se adapta a ellos la narración con imágenes, flashbacks, animación y juego con los planos. “Es el diseño”, diría un entrevistado, y tendría razón.
Vida Cultural
2017-03-02T00:00:00
2017-03-02T00:00:00