Los sábados Villa Biarritz cambia su color. La tradicional feria atraviesa la plaza con decenas de puestos de frutas, verduras, fiambres, pescados, ropa, juguetes, artesanías, lámparas. Pero el sábado 20 los vecinos se toparon con un stand que no habían visto antes. Apenas una mesa con una docena de folletos, algunos caramelos y cuatro musulmanes: tres mujeres y un hombre. Un veterano con su bolsa de compras en mano se les acercó.
—¿La vida es solo un juego para ti?, le preguntó una mujer de unos 30 años con la cabeza cubierta por una hiyab, una de las vestimentas tradicionales de las musulmanas.
El hombre se rio y respondió que a su edad “alguna idea” se hizo. La mujer se acomodó los lentes y continuó.
—A veces creemos que la vida pasa por obtener algo, una medalla de oro haciendo un paralelismo con los Juegos Olímpicos. ¿Y si en lugar de adaptar toda nuestra vida hacia eso la cambiamos con el objetivo de obtener el Paraíso?
Enseguida se acercó un hombre alto, de piel tostada, frente hundida y barba, que le entregó unos cuantos folletos. Ese hombre, que vestía una camiseta amarilla con la leyenda “¿Life it´s just a game?” es Mohammed Tahamatan (38 años), uno de los ex presos de Guantánamo liberados en Uruguay el 8 de diciembre de 2014. No habla mucho porque su español aún no es fluido, pero comprende lo que escucha.
Tahamatan es de perfil bajo. No le gusta exponerse. No habla con los medios y desde su liberación pasó desapercibido. Mientras su ex compañero de prisión, el sirio Jihad Deyab, recorrió los medios internacionales por sus protestas frente a la Embajada de Estados Unidos, Tahamatan se casó con Aziza, una uruguaya convertida al Islam con la que tuvo una hija. Mientras Deyab se fue sin aviso de Uruguay y fue detenido en Venezuela, Tahamatan se mudó al barrio Buceo y cambió su idea de dejar el país por la de una nueva etapa de su vida en Montevideo.
El pasado sábado Tahamatan, junto a su esposa y otras dos mujeres musulmanas, instalaron un puesto con información sobre el Islam para invitar a los uruguayos a conocer su religión. El ex recluso forma parte de la Academia Islámica de Investigación Educacional (IERA, por su sigla en inglés), una organización musulmana que todos los 20 de agosto realiza una jornada en simultáneo en 105 países para promocionar el Islam.
Aziza, su esposa, dijo a Búsqueda que “lamentablemente se conoce el Islam por eventos shockeantes”. “Pero los que lo conocemos sabemos que es una religión de paz, que tiene como objetivo que todos los creyentes obtengamos el Paraíso”, añadió.
“El concepto de Dios en el Islam satisface la necesidad del ser humano espiritual y racional porque explica que Alá es uno solo, que no es un ser humano porque no engendró ni fue engendrado, es todopoderoso y eterno”, explicó.
Alá y el sentido de la vida.
La mañana era fría. Una joven abrigada hasta la nariz pasó lentamente por el stand. Miró los folletos y enseguida una de las musulmanas se le acercó. Otra vez la misma pregunta.
—¿La vida es solo un juego para ti?
—Mmm… no.
La musulmana acomodó su hiyab y continuó preguntando.
—¿Y qué es para ti la vida?
—No sé cómo explicarlo, pero siento que hay algo más allá de la vida.
—Exactamente, el “Corán”, que es el libro sagrado del Islam, la religión que practico, explica que Alá nos creó con un sello. Es esa sensación de que uno sabe que hay algo más y pasa su vida preguntándoselo.
Los vecinos se seguían acercando y preguntando. Tahamatan les entregó los folletos y con quienes hablaban en inglés se animó a conversar del Islam. Al igual que sus compañeras, repite que es una religión de paz, que se debe conocer más. En el mundo hay más de 1.500 millones de musulmanes; en Uruguay apenas superan los 1.000 y están en su mayoría en las localidades de Chuy y Rivera.
Los folletos que repartieron hablan del Islam. Y en todos se repite hasta el hartazgo que es una religión de paz. Como si fuera una idea que se debe remarcar una y otra vez para tapar la mala imagen que generan los atentados que a lo largo del mundo se cometen “en nombre de Alá”.
Los textos explican cómo se convierte una persona en musulmán. Relatan que el Islam significa “paz entre el Creador y sus criaturas” y que el “Corán” es “el manual para sus fieles”.
Entre ellos hay un pequeño libro titulado: “Diálogo cristiano-musulmán”, donde se contrapone la “Biblia” al “Corán”. Dice que el Islam “es la religión natural con la que cada niño nace. Los padres o la comunidad lo convierten al judaísmo, cristianismo, etc.”. Además, afirma que “no se propaga por la fuerza sino que se extiende a través de sus profesantes ya que el Islam no tiene organizaciones especiales de misioneros asalariados; como sucede en muchas sectas cristianas”.
Y también menciona a Jesús. “Los musulmanes estamos seguros de que el profeta Jesús en su segunda venida congregará a los musulmanes en su mezquitas ya que él mismo es otro musulmán, circuncidado, que no comía cerdo y realizará los rezos con previa ablución, poniéndose de pie, inclinándose y prosternándose, exactamente como lo hacen los musulmanes de hoy en día, como ordena Alá”.
Los curiosos siguieron acercándose al puesto improvisado. Los conductores de los autos miraban asombrados, y algunos feriantes que repartían los pedidos, tomaban de pasada alguno de los materiales.
Aziza sabe que en países occidentales la cultura musulmana es desconocida y que los atentados en nombre de Alá que ocurrieron en los últimos meses en ciudades de Europa y África influyen en la imagen de la religión islamista.
“Nuestra idea no es hablar de política. Es un tema que obviamente sale, pero entendemos que no es un tema religioso sino político”, agregó.
El tema apareció en la charla con un señor de unos 50 años. El hombre de tupido bigote y boina roja repasó los atentados en París, el ataque reciente en Niza y el que ocurrió en Bruselas. Les dice a Tahamatan y a su esposa que conoce las virtudes del Islam y que sabe que es una religión de paz. Y que entiende por qué, según él, cuesta aceptar el Islam.
—A ustedes les faltó marketing. Con mejor marketing no los verían como terroristas.
Tahamatan no entiende mucho qué dice, pero sonríe y le da unos cuantos folletos.