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    Experta austríaca formó a 32 profesionales locales en una técnica de diagnóstico de problemas neuromotores en bebés

    El método permitiría detectar en los primeros cinco meses de vida casos como la parálisis cerebral, que suele identificarse entre el primer y el segundo año

    Un video detrás de otro y otro. Son distintos bebés realizando distintos movimientos. Algunos de ellos son fluidos, armoniosos y variables; otros son repetitivos y duros; otros, más difíciles de clasificar. Lo que vale para las 32 personas que miran los videos es entrenar el ojo. Y tener el ojo bien entrenado equivale a ganar tiempo.

    Entre el jueves 8 y el domingo 11 de setiembre en el piso 25 del Hotel Radisson se desarrolló el primer curso en Uruguay de Evaluación Cualitativa de los Movimientos Generales de Prechtl. Fueron 28 horas de trabajo. La experta austríaca Christa Einspieler daba las clases, el neuropediatra Alfredo Cerisola traducía y los 32 participantes —neuropediatras, pediatras, neonatólogos, técnicos en fisiatría o cualquier profesional del ámbito de la salud que tuviera que ver con recién nacidos y pudiera pagar los US$ 650 dólares de la inscripción— escuchaban, miraban y evaluaban.

    El concepto parece muy sencillo: observar los movimientos de los bebés recién nacidos, hasta los cinco meses de edad, para poder predecir y detectar con más certeza y celeridad casos de parálisis cerebral u otros problemas neuromotores. Esto, que es útil en todos los casos, es particularmente necesario en casos de bebés nacidos de forma prematura (antes de completar las 37 semanas de gestación), en aquellos partos con cordón nucal (cordón umbilical enrollado en el cuello del niño) o en los de meningitis neonatal.

    “En los temas más graves, que son los trastornos motores del tipo parálisis cerebral o similares, tradicionalmente se detectan entre el año y los dos años, porque más allá de que pueda haber un desarrollo lento los movimientos (de los bebés) en los primeros meses son poco expresivos. Con esta estrategia se busca un diagnóstico más precoz”, dijo a Búsqueda Cerisola, profesor agregado de Neuropediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República.

    Según dijo, el curso desarrollado va en línea con un objetivo planteado a escala internacional de poder realizar este tipo de diagnósticos antes de los seis meses. Los movimientos generales, detalló, pueden aplicarse sobre todo entre el segundo y el quinto mes de vida.

    Einspieler, médica, investigadora y docente de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Graz, es una referente internacional de la técnica, al punto que le escriben padres preocupados desde distintas partes del mundo cuando notan algo raro en sus hijos. En los casos normales, ella prefiere hablar de “movimientos hermosos”, a los que acompaña con gestos: lentos o moderados, elipsoidales, circulares, armónicos, con cada miembro independiente de los otros, variables, y que suelen cesar al llorar o fijar su atención en algo. Las alarmas, precisa, suenan en caso de movimientos muy repetidos, muy simétricos (dos brazos o dos piernas a la vez), caóticos, espasmódicos o —incluso— rigidez.

    Al final de una de las jornadas de ocho horas del curso, organizado por Cerisola junto con otros profesionales y la Fundación Teletón, Einspieler habló con Búsqueda. De las clases que impartió saldrán los primeros profesionales uruguayos con conocimientos en este diagnóstico ideado por el médico austríaco Heinz Pretchl, uno de los pioneros de la neurología del desarrollo.

    “Esto es muy intenso. Reconocer patrones de movimiento distintos a los normales lleva tres días y medio de curso intensivo. Detectar casos extremos es fácil, pero algunos casos intermedios, ‘en el medio’, requieren entrenar más el ojo. Yo estoy para corroborar si la visión que hicieron es acertada o no”, afirmó quien ha trabajado con esta técnica desde 1984.

    —¿Es suficiente la simple observación para vaticinar antes de los cinco meses de vida qué puede pasar con el desarrollo neuromotor de un niño?

    —Es suficiente, sí. El movimiento de un bebé te habla de la integridad de su sistema nervioso. Si este funciona bien, sus movimientos son “hermosos”, variables. Si los movimientos son muy monótonos, repetitivos, hay un problema y puede haber una consecuencia posterior. Aclaro que no todos los problemas traen consecuencias.

    —¿Qué entiende por movimientos hermosos?

    —Hacer esto (mueve los brazos de forma independiente, con lentitud, rotándolos), que incluso puede parecer lindo a mis 70 años. Un movimiento repetitivo no lo es, la rigidez es peor todavía.

    Los problemas neuromotores suelen dar varias señales. Einspieler, que las conoce bien, dice que hay que mirar con atención, por ejemplo, si el bebé se pone tenso cuando lo tocan, si extiende las piernas y las mantiene sin aflojar por un tiempo prolongado o si mueve simétricamente los brazos o las piernas.

    Bebé recién nacido. Foto: Pablo La Rosa / adhocFOTOS

    Contención a los padres

    Esta técnica está difundida en buena parte de Europa, así como en Australia, China o India. Los cuatro profesionales nacionales versados en los movimientos generales, incluyendo a Cerisola, se formaron con ella en el exterior. El entrenamiento hace al diagnóstico más certero, y este hace al tiempo.

    Cuanto “más temprano se detecte un problema, mejor se puede intervenir. En algunos casos, se puede intervenir muy bien; en otros, más severos, la actuación profesional solo puede prevenir que los casos empeoren, aunque no se puedan curar”, explicó Einspieler.

    La experta indicó que la técnica de observación de los movimientos generales se debe aplicar especialmente en bebés prematuros. También en bebés a términos (37 a 42 semanas de gestación) que puedan haber sufrido un sangrado o falta de oxígeno al cerebro. El caso más típico es el de los nacimientos con el cordón umbilical enroscado en el cuello.

    “Que pase esto no significa que el niño tenga una alteración motriz o sufra alguna complicación. Pero sin esta técnica la familia tiene que esperar por lo menos hasta los seis meses para saber si el bebé es capaz de sentarse bien o hacer la aprensión de objetos en forma correcta. El tiempo acá es el factor clave no solo para la atención del bebé sino para la atención y contención de los padres. Si después de una bacteria (meningitis) o asfixia por el cordón uno nota que los movimientos generales son los correctos, uno puede tranquilizar a los padres. Esto es tan o más importante que la detección, porque uno puede imaginarse el grado de estrés en una familia que piensa que hay un problema grave”, detalló.

    Esta tranquilidad, según Einspieler, colabora también a evitar que los padres caigan en la tentación de querer diagnosticar ellos mismos a sus hijos. “No es buena cosa acudir al doctor Google para ver si sus bebés realizan los movimientos correctos”, advirtió.

    La técnica de movimientos generales puede llegar a aplicarse para diagnósticos prenatales. Esa posibilidad, sin embargo, despierta una segunda advertencia de la experta austríaca.

    “No es imposible, pero es difícil. Hace falta mucha más experiencia y el uso de ultrasonidos, ecografías o resonancias magnéticas fetales. Eso sí, los diagnósticos tienen que ser mucho más certeros, porque en algunos casos las familias pueden decidir la interrupción de un embarazo. Acá juegan cuestiones éticas mucho más importantes que la evaluación de un recién nacido”, dijo.