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    Finísimo thriller psicológico

    “La mejor oferta” de Giuseppe Tornatore

    Luego de las muy italianas y entrañables “Cinema Paradiso” (1987) y “Stanno tutti bene” (1990), el realizador Giuseppe Tornatore nos sorprende con “La mejor oferta”. Y digo que nos sorprende porque a medida que vamos internándonos en la trama, nos encontramos  envueltos en una historia de suspenso y tensión con mayúsculas,  estupendamente armada, que no es un género al que asociáramos al realizador.

    Virgil Oldman (Geoffrey Rush) es un prestigioso anticuario y rematador de arte en Roma, conocedor minucioso de lo auténtico y lo falso del arte de todos los tiempos. Su ojo clínico le permite descubrir tesoros escondidos debajo de la superficie de una tabla sucia, lo que lo hace un profesional codiciado desde las casas de remate más importantes del mundo. Un sibarita frío, metódico, inexpresivo, impecablemente vestido, con un armario lleno de trajes y otro exclusivo para guantes —porque siempre anda enguantado— prenda ésta con la que parece protegerse asépticamente del mundo que lo rodea. Habitué de un restorán de lujo donde le sirven en copas talladas con sus iniciales, sus únicos momentos de distensión los tiene con su íntimo amigo Billy (Donald Sutherland), cómplice que oferta en los remates por las obras que el propio Oldman quiere comprar.

    La llamada de una mujer pidiéndole que visite y tase los objetos de arte en su “villa” semiabandonada es el punto de quiebre en que todo comenzará a enrarecerse, el relato cobrará visos de cierta irrealidad y un aire de misterio y tensión creciente invadirá el relato. Porque esa mujer que se llama Claire (Sylvia Hoeks) no aparece en la pantalla por un lapso muy prolongado. Víctima de agorafobia, está recluida en una habitación de su villa” y todo el contacto que tiene con Oldman es telefónico. En algún momento que parece no llegar nunca, Claire finalmente invadirá la pantalla con una belleza y una sensualidad apabullantes, a las que sucumbirá el aparentemente misógino Oldman. Como para no rendirse.

    El enigma de esa mujer que demora tanto en mostrarse, la morosidad y el suspenso en el desarrollo de la relación entre ella y el anticuario y una vuelta de tuerca imprevista hacia el final, conforman un thriller psicológico atrapante, donde lo auténtico y lo falso en el arte se entremezcla con lo genuino y lo impuro en las relaciones humanas. Un elenco donde Geoffrey Rush confirma su estatura de enorme actor desde las hieráticas escenas iniciales hasta la desesperación y la desolación de las imágenes finales; Sylvia Hoeks aporta, además de la belleza de su cara y de su cuerpo, una auténtica convicción en su fragilidad, y Donald Sutherland es el carismático pillo que ya hemos visto otras veces  y que reitera aquí con simpatía, calidez y gran profesionalismo.

    Pero la película es más que eso. Es un despliegue estético de enorme fineza, un banquete para los ojos con interiores de gran magnetismo como el apartamento de Oldman, la imponente villa de Claire, el restorán en la altura desde donde se ve fugazmente Roma, el taller de reparaciones electromecánicas de Robert (Jim Sturgess), el bar donde una enigmática enana recita números y figuras geométricas. El responsable de este placer visual constante es el director de fotografía Fabio Zamarion, quien junto a Tornatore ganó en 2007 el David de Donatello a la mejor fotografía por “La desconocida”. El color de las imágenes, los encuadres, el manejo de la luz y los movimientos de cámara son un espectáculo aparte.

    De ese disfrute majestuoso de las imágenes, hay dos escenas memorables: mientras Oldman habla por celular con una Claire aún desconocida para él y para el espectador, la cámara hace una panorámica de 360 grados por la galería de retratos femeninos de famosos pintores que el anticuario atesora en su casa, mientras este mira esos rostros, casi tan anónimos como el de su misteriosa interlocutora. Luego, el final cuando un lento travelling en retroceso abandona la figura de Oldman en un restorán de Praga decorado con engranajes, volantes, áncoras y otros mecanismos de relojería que han sido, en su momento, parte importante de la trama.

    “La mejor oferta” Italia, 2012. Dirección y guión: Giuseppe Tornatore. Duración: 124 minutos.