Apenas pasan las 13 horas del viernes 25 de agosto. Las calles están desoladas en Montevideo producto del feriado, el fin de semana largo y los más de 100.000 uruguayos que aprovecharon para cruzar el Río de la Plata.
Apenas pasan las 13 horas del viernes 25 de agosto. Las calles están desoladas en Montevideo producto del feriado, el fin de semana largo y los más de 100.000 uruguayos que aprovecharon para cruzar el Río de la Plata.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa calma general tiene excepciones en algunos puntos de la capital. En Malvín Norte, a la altura de la avenida Hipólito Irigoyen y la rambla Euskal Erría, esa paz es alterada por dos elementos: un hombre en la puerta de un comercio cerrado pone música a todo volumen y canta, mientras prende el fuego en un medio tanque, por el momento sin comida. Enfrente hay otro medio tanque pero ya en acción, mientras unas 20 personas escuchan, al aire libre, en la entrada del Comité de Base No Nos Moverán, a la exvicepresidenta Lucía Topolansky, quien hablará durante casi 40 minutos con la ayuda de un micrófono que reproduce un eco insoportable.
Es que el 25 de agosto, además del Día de la Independencia, los frenteamplistas celebran el Día del Comité de Base con asambleas barriales y los dirigentes visitan para dar discursos y conversar con la militancia. “¡No le podemos regalar el artiguismo ni la figura de Artigas a Manini! Eso tiene que ser del Frente, y tenemos que meter esa imagen de quien fue el mejor de nosotros en nuestras proclamas y volantes; hay cosas de él que tienen una vigencia escalofriante”, dice Topolansky, ante el silencio atento de los militantes y la casi total indiferencia del resto del barrio.
Antes, la senadora le dedicó unos minutos a la aprobación de la Ley de Urgente Consideración (LUC), cuyos efectos nocivos, aseguró, todavía son una incógnita. Allí, habló de un artículo “perverso” de esa norma que habilita a realizar compras de más de US$ 100.000 con dinero en efectivo. “Le dieron la papita en la boca al narcotraficante”, dijo, y agregó que no se sabe aún “cuánto daño” está provocando en el combate al lavado de activos.
En Punta Carretas, horas más tarde, la excandidata a la vicepresidencia y titular de la Departamental de Montevideo, Graciela Villar, también mencionó su preocupación por el crecimiento del narcotráfico. A la par que el Estado se ha “retirado” de un “montón de territorios”, dijo, “han avanzado fuerzas como el narcotráfico o las iglesias pentecostales”.
Topolansky también aseguró que otro de los “desastres” de la LUC está en las cárceles, y principalmente en la desproporcionalidad de las penas. “Hay mujeres que hicieron cosas mal, pero no son narcotraficantes y están acorraladas por una situación, les dan cuatro años y medio de cárcel y al que pasó cuatro toneladas en el puerto de Hamburgo lo tenían suelto, esa desproporción es un horror”, comparaba, mientras que del público le soplaban el procesamiento, también por cuatro años, al excustodio presidencial Alejandro Astesiano.
El castigo del excustodio también apareció en el discurso de la presidenta de la Comisión de Género del Frente Amplio, Patricia González, durante una visita al Comité Puertito del Buceo. Allí tomó el caso de Astesiano y lamentó que una mujer del movimiento feminista había sido condenada con la misma pena que el exjefe de la seguridad presidencial. González fue más lejos y aseguró: “Hay un tema de desigualdad de clase en el acceso a la Justicia. ¿Quién está preso en este país? El que no le puede pagar a (Alejandro) Balbi. Si uno no le puede pagar a Balbi, va a ir preso. Y lo digo en serio: si te podés pagar un buen abogado, no vas a ir preso, no importa lo que hagas. El riesgo de estar preso tiene que ver con el género, pero mucho más que ver con la clase: si puedo negociar con el juez los años que me va a dar en relación con qué tipo de cosas”.
El Día del Comité de Base sirvió también para calentar motores a meses de que empiece el año electoral. Topolansky, con varias contiendas encima, aseguró que “no hay ninguna tarea más importante que ganar las elecciones”. No obstante, le quitó dramatismo a una posible derrota en 2024. “En un momento nos tocó perder, y ahora en un tiempo peleamos para ganar y capaz que después nos toca perder. No importa, porque la historia está hecha así. Lo que importa es no dejar las causas; que las ideas vayan a permanecer”.
En el Comité Puertito del Buceo, el senador comunista Óscar Andrade dio una mirada un poco distinta sobre lo que se jugaba en la elección. “Perder el gobierno no es una competencia deportiva tipo Nacional-Peñarol, implica para sectores importantísimos un retroceso de soberanía en lo popular, cultural, etc. Y ni que hablar de los fenómenos de corrupción”. El exsindicalista enumeró cómo gracias a que el Frente Amplio no está más en el poder, hoy se discute un proyecto de ley para liberar a “responsables del terrorismo de Estado”, se está “en el mes cuarenta y pico de rebaja salarial”, se “entregó el puerto”, “se ensayó una reforma jubilatoria que te hace trabajar más y ganar menos” y hay “más pobreza infantil con crecimiento económico”.
Pero esa batalla, advirtió Andrade, no será fácil: “En estos tres años les dieron US$ 20 millones a los canales privados por no cobrar el uso de banda, más casi 10 millones más por lo de Antel. ¿Qué pensamos que vamos a tener el año que viene? ¡Nos van a carnear, compañeros! ¡Te van a invitar una vez cada seis meses!”.
Para el sindicalista, no basta con llegar al gobierno para realizar las transformaciones. “Llegar al gobierno no alcanza”, advirtió. Así, puso algunos ejemplos de políticas idealmente bien pensadas que no se cristalizaron, como los centros MEC o la participación de los estudiantes en los consejos departamentales de educación, que la LUC derogó incluso antes de que se aplicaran. “Los cambios nunca se van a hacer solo desde el gobierno”, opinó.
Andrade propuso comenzar a discutir la reducción de la jornada laboral y una “reforma urbana”, para limitar las posibilidades a “los capitales que mercantilizan las zonas del territorio para cobrar cinco veces más el metro cuadrado y expulsar a los pobres hacia afuera”.
“¿Pero pensamos que nos van a aplaudir las grandes cámaras?”, preguntó. “¡Por favor! Poner estos procesos va a ser en tensión, conflicto y contradicción, y va a depender del grado de organización no solo político sino social que tengamos. Y en función del tamaño de la transformación, tengo que mirar la fuerza que tengo. Y si de este lado no tenés gente organizada, vas a marchar”.