Haciendo boca

REDACCIÓN  

Lo primero que tengo para decir del Panamá Papers es que me duele que reneguemos de nuestra identidad y nos escandalicemos ante información de corte sensacionalista. Y sé perfectamente que con esta postura estoy yendo en contra de la tinta que me firma los cheques, pero antes está mi compromiso, el país en el que crecí. Desconozco a mis propios compatriotas. Es evidente que las nuevas generaciones no tienen idea de cómo se hizo parte de esta humilde nación. Mucho de lo que vemos se construyó gracias a que ofrecimos el picaresco servicio financiero que ahora, según la moda moral impuesta por el Occidente hegemónico a través de la OCDE y las redes morales (mal llamadas redes sociales, no me canso de decirlo, es un eufemismo tramposo), está mal visto: si el extranjero no confía en su gobierno y prefiere resguardar sus dólares acá, nosotros le brindamos soluciones con la mayor discreción.

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