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No tolero esto de la renuncia del Papa, me parece un despropósito. No entiendo cómo se puede renunciar a ser el portavoz terrenal de Dios (lo único que espero es que Él no se haya enterado del desplante por la prensa, si así fuera, apróntense porque se viene una peste de las lindas, no lo arreglamos con el rayo en la basílica de San Pedro a esto), no me entra en la cabeza. Además es un mal mensaje para nuestros jóvenes: si el representante de Dios renuncia porque está cansado, ¿cómo les vamos a exigir a nuestros muchachos que no renuncien al trabajo ni bien llega el verano para irse de vacaciones los dos meses?
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Lo de la edad como excusa es insostenible, no conozco ningún Papa a lo largo de la historia que haya entrado de joven a desempeñar la tarea. Es más, hasta ahora pensaba que ser viejo era un requisito esencial para el cargo de Papa, de las elecciones de Dios había entendido que la experiencia era clave para el puesto, tal como lo es para el golero de fúbol, digamos, un puesto difícil que exige madurez. ¿Qué quiere decir con esta renuncia, que Dios lo eligió mal entonces, que tendría que haber optado por uno más joven?¿No sabe elegir su personal, Dios, acaso? ¿Entonces comete el mismo tipo de errores que los mortales omniausentes y omni-inorantes y omni-impotentes? ¿Así lo quieren dejar ante el vulgo al Señor?
No me olvido del mayordomo tampoco, que algo habrá incidido, no en vano dijo que el Papa era muy manipulable —otro que cuestiona la elección del Señor—. A ese le van a arder las patitas también cuando le llegue la hora.
La Iglesia no debió haber permitido jamás la renuncia del Papa, muy blanda está la Iglesia, y no se puede dejar que tamaña institución se bandee para el lado contemplativo y abierto; tiene un rol importante que cumplir en la sociedad, cada vez menos importante, es cierto, pero necesitamos que la Iglesia siga siendo la Iglesia. ¡Porque la Iglesia es la Iglesia y hay que respetarla! Así de insignificante como la vemos hoy, en algún momento tuvo una gran incidencia en la humanidad, y ahora mismo —de alguna manera— funciona como referencia fundamental en el camino: es una cosa estática que se mantiene al margen del devenir del tiempo y por fuera de cualquier vinculación a la realidad, parece que no pero es fundamental, como las vacas cuando uno va haciendo ruta, están ahí pastando ajenas al mundo, y uno las puede ir viendo o no, puede prestarles atención o ignorarlas, pero ellas están ahí, y hace bien saber que están, tranquiliza, su presencia ayuda a establecer certezas inamovibles. Lo mismo con la Iglesia. Incluso en el caso de las monjas hasta se parecen estéticamente a las vacas, en el colorido aunque sea.
El problema es cuando la Iglesia se quiere acompasar a los tiempos que corren, con este tipo de gestos mundanos y actuales como un Papa que renuncia a su puesto porque está cansado y viejo, dando paso a la flexibilización laboral en el Reino de Dios. Yo cuando lo vi a Benedicto que se abrió un Twitter ya me di cuenta que venía mal la cosa; el Papa formando parte de esa clase de liceo de millones de personas en la que todos comentan todo lo que pasa en todos lados al mismo tiempo, ¿qué habrá entendido este hombre de la alegoría de la Torre de Babel? Ahí es cuando la embarra la Iglesia, ¿para qué innovan, si así bien al margen de la realidad funcionan más cómodos y mejor? Tienen sus clientes, sus feligreses, la gente que le aguanta los trapos y eso, ¿para qué quieren meterse en el siglo XXI de golpe? Que sigan en el siglo XVII como vienen haciéndolo que van precioso, en cualquier momento alcanzan a Cuba.
