Hay Cabildo para rato

Hay Cabildo para rato

La columna de Andrés Danza

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Nº 2192 - 22 al 28 de Setiembre de 2022

Algo está pasando con Cabildo Abierto que cada vez está más presente en la agenda política. Sea para criticarlo, halagarlo, analizarlo o simplemente exponerlo, no hay semana en la que ese novel partido no ocupe un titular en los principales medios de comunicación. Y eso no es fácil. Dice mucho de los que lo logran. Significa que atrás hay pensamiento y estrategia. Más todavía de una colectividad política que apenas tiene tres años de vida.

Ni el Partido Independiente, que hace casi dos décadas que integra el menú principal de la política uruguaya, pudo lograr algo siquiera parecido. Mucho menos el Partido de la Gente, aquella colectividad impulsada a todo trapo por Edgardo Novick y que hoy está en vías de extinción. Eso solo por mencionar a los dos más contemporáneos y que integran el actual gobierno. Pero ejemplos en el pasado sobran, la mayoría ya desintegrados por el ácido del olvido.

El lugar que todos ellos quisieron ocupar, por fuera de las banderas mayoritarias, quedó en manos de Cabildo Abierto, que surgió como una alternativa no tradicional, aunque con todas las características más tradicionales. Integrado principalmente por militares, aunque también por dirigentes provenientes de los lemas históricos, puso en práctica un método atractivo para muchos desencantados y en las últimas elecciones nacionales logró una votación sorprendente.

Hasta ahí podría parecer un asunto coyuntural o lo atractivo que siempre tiene la novedad. Pero no parece serlo. Hay varias señales que muestran lo contrario y que involucran en forma directa a las principales piezas del tablero político uruguayo. Porque Cabildo Abierto está en la atención de los que mandan o de los que pueden mandar en el futuro. Así lo prueban los hechos recientes.

Por ejemplo, hace algunas semanas hubo una reunión convocada por el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, para analizar la situación del líder de Cabildo Abierto, el senador Guido Manini Ríos, con respecto al Instituto Nacional de Colonización (INC). Fue  en su despacho del piso 11 de la Torre Ejecutiva, el lugar en el que se resuelven asuntos importantes. Participaron los integrantes del Directorio del INC que forman parte del oficialismo.

Como esa, hubo otras, aunque no de tan alto nivel. Casi ninguna se hizo pública, como es lógico en estos casos. El problema es que lo que tiene por delante el gobierno de coalición con respecto a Manini Ríos no es una decisión fácil. Blancos y colorados directores de Colonización, al igual que el representante del Frente Amplio, cuentan sobre sus escritorios con dos informes, uno técnico y otro jurídico, que concluyen que Manini Ríos, su esposa —la ministra de Vivienda, Irene Moreira— y su suegro, son colonos de un campo en Artigas, aunque ellos lo niegan y presentaron sus descargos. Están esperando un tercer informe, jurídico, pero todo lo elaborado hasta ahora va en contra del general retirado y su familia.

Si el INC concluye que Manini Ríos, Moreira y su padre son colonos, se le genera un problema grande a la coalición de gobierno. Primero porque para llegar a esa resolución se necesita el aval de los directores blancos y colorados, socios de Cabildo, y segundo porque Manini Ríos votó en el Parlamento artículos de la Ley de Urgente Consideración que cambian las reglas de juego para los colonos, lo que sería una irregularidad si él se hubiera beneficiado.

Entonces, basándose en el sentido común, es lógico pensar que se estará buscando algún tipo de salida política a esta complicada situación. Por más que tanto Lacalle Pou como los directores del INC del oficialismo estuvieron de acuerdo sobre la importancia de tener en cuenta las cuestiones técnicas, según me transmitió uno de ellos, la decisión que tome Colonización tendrá un alto impacto político. Y como consecuencia, también está siendo política —al menos en parte— la evaluación previa a tomarla.

Los blancos y los colorados necesitan a Cabildo Abierto. Es un socio muy importante como para enojarlo demasiado o desplazarlo. El haber obtenido cerca del 10% de las adhesiones en las últimas elecciones nacionales le da un peso decisivo en cada uno de los temas divididos. Sin Cabildo el gobierno no tiene mayoría y los legisladores cabildantes ya han mostrado en más de una oportunidad que están dispuestos a votar con el Frente Amplio en algunos asuntos puntuales. A Cabildo no le sirve irse de la coalición porque sus votantes lo castigarían si adopta una decisión que lleve al actual gobierno al fracaso. Pero puede optar por una mayor distancia, como ya lo está insinuando.

Mientras, sigue manteniendo abiertas sus puertas para algunos dirigentes de primera línea del Frente Amplio. A simple vista, Cabildo Abierto parece ser la colectividad política más lejana a determinados sectores de la izquierda local pero las apariencias engañan.

Manini Ríos fue elegido comandante en jefe del Ejército durante el gobierno de José Mujica y siempre mantuvo una buena relación con él y con algunos otros tupamaros, como Eleuterio Fernández Huidobro, hoy fallecido, pero que en ese momento era ministro de Defensa. Es más, Mujica opinó sobre el caso de Colonización que el tema respondía a un problema burocrático y salvó de responsabilidad a Manini. Donde hubo fuego, cenizas quedan, dice la sabiduría popular. Aquí parece haber bastante más que cenizas.

En los últimos meses también hubo algunas reuniones privadas entre el intendente de Canelones, Yamandú Orsi, Manini Ríos y allegados de ambos. Fueron de camaradería pero también de acercamiento político. Hay buen diálogo, además de sintonía en algunos asuntos. Y por supuesto que hay estrategia política atrás de cada uno de estos movimientos.

Orsi es el candidato que promueven Mujica, el Movimiento de Participación Popular y parte del Frente Amplio para las próximas elecciones nacionales. Según las últimas encuestas, tiene posibilidades de ganar la interna partidaria y también de ser el próximo presidente. Pero si el Frente vuelve a ganar, es probable que lo haga sin las mayorías parlamentarias que disfrutó en sus tres períodos de gobierno. Necesita aliados y por eso primero tiene que ir cavando túneles para atravesar la montaña que lo separa del actual oficialismo. Este parece ser el caso, más allá de las diferencias que ambas colectividades tienen en cuestiones de derechos humanos, por ejemplo. Pero sí puede haber acuerdos puntuales en otros asuntos trascendentes.

Por eso es un error subestimar a Cabildo Abierto. Ese nuevo partido político, que sorprendió a muchos con su desempeño, llegó para quedarse. Y hasta no sería demasiado arriesgado decir que volverá a formar parte del oficialismo en asuntos centrales durante el próximo período de gobierno. Gane quien gane.