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El viento aquel día de julio de 1955 era tan fuerte que jugar con precisión era casi imposible. La golfista uruguaya Fay Crocker comenzaba la última ronda del torneo con ventaja, pero sus perseguidores acortaban distancia. Competía contra rivales difíciles y contra la estadística: ninguna mujer había ganado ese campeonato a su edad y muy pocas deportistas lo lograron tras liderar de punta a punta.
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El pasado lunes 2, escondido bajo la euforia provocada por la actuación del seleccionado uruguayo de fútbol en el Mundial de Rusia, se cumplieron 63 años desde que Crocker superó todas esas adversidades y firmó la tarjeta con la que ganaría el US Women’s Open. Es una de las gestas más trascendentes en la historia del deporte uruguayo, dada la magnitud del logro obtenido por la golfista compatriota.
“Juego al golf desde los seis años, esta es la culminación, he llegado a la cúspide de mi carrera”, declaró con el trofeo ya en sus manos, tras completar 72 hoyos en 299 golpes.
Atrás quedaban los duros comienzos en la desaparecida cancha del Montevideo Golf Club, ubicada en el Cerrito de la Victoria, donde, además, la práctica del golf por mujeres era muy escasa. Nada impidió que Crocker dejara una marca única en el golf uruguayo, convirtiéndose en la mejor golfista sudamericana de todos los tiempos. La Asociación de Periodistas de Golf de Estados Unidos la nombró al final de la temporada como la “mejor profesional del año”. De hecho, las estadísticas muestran que 1955 fue su mejor temporada en la LPGA (Ladies Professional Golf Association), en la que terminó tercera en la lista de ganancias.
Su victoria es una proeza única, algo impensado en la actualidad, ya que no hay golfistas que participen directamente en el circuito norteamericano; por lo cual, no hay posibilidad de ser uno de los 156 golfistas que, tanto en la rama femenina como en la masculina, intentan quedarse con uno de los títulos más importantes del mundo.
La hazaña
Fay Crocker había participado como profesional en el abierto estadounidense de 1954, torneo en el que finalizó en la vigésima posición. La competencia fue ganada por la formidable Babe Zaharías, una de las mejores golfistas de todos los tiempos. Al año siguiente, el Wichita Country Club de Kansas sería el escenario de una de las mayores hazañas del deporte uruguayo.
La primera ronda se jugó el jueves 30 y terminó con Crocker en la punta gracias a una tarjeta de 74 golpes. Al día siguiente, la golfista uruguaya presentó la mejor tarjeta de todo el certamen con un score de 72 golpes, el par de la cancha. Los 146 golpes de los 36 hoyos la dejaban con una amplia ventaja de ocho sobre sus escoltas. Las condiciones de la competencia del US Women’s Open establecían en esa época que se jugaban 36 hoyos en el mismo día, lo que representaba una verdadera prueba de resistencia física y psíquica para los competidores.
En la mañana del 2 de julio, un viento de más de 40 millas por hora complicó el juego a las participantes. Crocker no fue la excepción y terminó con un recorrido de 79 golpes. Su ventaja quedó reducida a un golpe respecto de su escolta, la norteamericana Mary Lena Faulk.
La ronda final estuvo cargada de la tensión y dramatismo propios de una definición de un Major. Según testimonios de la época, “la uruguaya Crocker, con una excepcional precisión más allá de las dificultades meteorológicas, fue pacientemente cumpliendo su estrategia de juego”.
En la tarde más gloriosa de su carrera, la uruguaya hizo 74 golpes en la ronda final y ganó el Abierto de los Estados Unidos, por lo que recibió un cheque por US$ 2.500.
Crocker obtuvo el campeonato a sus 40 años, por lo que se convirtió en la ganadora de mayor edad, un récord vigente al día de hoy. Por otra parte, es una de las únicas ocho golfistas que han logrado triunfar en ese torneo, considerado el más importante del mundo en la rama femenina, de punta a punta.
En la entrega de premios, después de que el vicepresidente de la USGA John Ames le entregara la hermosa copa de plata —cuyo paradero actual se desconoce— Fay declaró: “Mi cabeza ha sido la mejor herramienta para enfrentar las difíciles condiciones de juego hoy. Hay dos clases de nerviosidad, la que deprime y la que exalta y hace jugar mejor. Cuando me pongo nerviosa es cuando juego con más actitud, con mayor lucidez.
Sus gafas gruesas, que junto a su sonrisa afable eran las dos mejores herramientas a las que recurría para combatir la timidez, lucen empañadas en las fotos que registran ese momento sublime.
La familia Crocker vivía por aquel entonces en la calle Cavia, donde mucha gente se reunía a medida que avanzaba el campeonato en Estados Unidos, recordó su hermana menor, Catherine, en un reportaje para Búsqueda realizado en julio del 2011. “Nuestro padre Federico estaba desesperado por estar en Wisconsin con Fay, pero por razones laborales le fue imposible viajar. La casa era una locura por esos días, imagínese lo que fue cuando nos enteramos de que Fay había ganado. Su frase preferida era ‘por favor, no digas no puedo; di: voy a tratar’”, finalizó su hermana.
Los números de Crocker en el circuito estadounidense luego de siete temporadas como profesional registran dos Majors (el US Women’s Open y el Titleholders), además de otras 11 victorias y 21 segundos puestos, en lo que constituye la carrera más exitosa de una golfista sudamericana.
Los merecidos homenajes
El putter con el cual Fay ganó el Abierto de Estados Unidos está en exhibición en una vitrina colocada en una de las paredes del hall principal del Club de Golf del Uruguay. Por su parte, la institución de Punta Carretas, de acuerdo a una resolución de la actual Comisión Directiva, decidió en marzo de este año darle el nombre de Fay Crocker a la sala superior de la sede social.
La Junta Departamental también se unió a los honores para la extraordinaria golfista, y en plena disputa en diciembre del año 2010 del Abierto Ciudad de Montevideo descubrió junto a autoridades del club una plaqueta ubicada en la entrada principal que reza: “En homenaje a la mejor golfista sudamericana de todos los tiempos”. Estuvieron presentes en dicho acto Catherine Crocker, su sobrina Crisitina Mullin y la alumna predilecta de Fay, la que más satisfacciones le dio, Gladys Cooper.
La Intendencia Municipal de Montevideo en el año 2003 también se unió a los homenajes para la extraordinaria golfista, denominando a la senda que va desde Bulevar Artigas al Club de Golf del Uruguay con el nombre de Fay Crocker. Por esa misma senda, con sus palos al hombro entraba cada día Fay al club a practicar o a competir. Junto a su bolsa de palos iban los sueños que la llevaron a ganar el Abierto de los Estados Unidos.