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    José María Olazábal, premio Príncipe de Asturias de los Deportes

    El golfista vasco logró sobreponerse a un pinzamiento de columna que en 1995 le alejó de las canchas durante 18 meses; regresó para continuar una exitosa carrera

    Tras una votación ajustada, el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, edición 2013, finalmente recayó en el golfista español José María Olazábal. El fallo, anunciado el miércoles 19 de junio en Oviedo, capital del Principado, reconoce la destacada trayectoria deportiva del golfista vasco de 47 años, así como “su capacidad de superación encomiable, su talante competitivo y unas cualidades humanas admiradas por todos”.

    El jurado consideró además, a Olazábal, un digno sucesor del espíritu ganador del legendario Severiano Ballesteros, quien también obtuvo esta distinción en 1989.

    Los logros de Olazábal, nacido en la localidad de Hondarribia, Guipúzcoa, confirman que luego de Ballesteros, es el mejor golfista español de la historia. Luego de una exitosa carrera como aficionado, durante la cual obtuvo por ejemplo el Amateur British Open, Olazábal pasó al profesionalismo en 1985. En el campo rentado sus triunfos más destacados son los dos Masters de Augusta en 1994 y 99, 23 torneos ganados en el European Tour, 6 en el PGA Tour de Estados Unidos y 7 veces integrante del equipo del Viejo Continente en la Ryder Cup, ganándola en cuatro ocasiones. Fue además el capitán de los europeos en la última edición de dicha competencia, disputada en setiembre del año pasado en el Medinah Country Club de Illinois, donde se dio la mayor remontada por parte de un equipo, en las más de ocho décadas de tradición del certamen.

    En la Copa Ryder, las estadísticas indican que Ballesteros y Olazábal conformaron la pareja más ganadora en el historial de este campeonato. Ambos fueron además pieza fundamental para la primera conquista de los europeos en suelo norteamericano en la Ryder de 1987 disputada en el Muirfield Village Golf Club de Ohio.

    Vale agregar también las dos conquistas que obtuvo Olazábal defendiendo a su país en la prestigiosa Alfred Dunhill Cup, torneo disputado en el tradicional campo del Old Course de Saint Andrews.

    En el año 2009, Olazábal fue elegido como miembro del prestigioso World Golf Hall of Fame, donde se reúne a un selecto grupo de golfistas considerados como los mejores en la historia de este deporte. Olazábal junto a Ballesteros son los únicos jugadores españoles que alcanzaron dicho honor.

    La candidatura de Olazábal al Premio Príncipe de Asturias, fue propuesta por Gonzaga Escauriaza Barreiro, presidente de la Real Federación Española de Golf, la cual además fue apoyada por los presidentes de las federaciones o asociaciones de Inglaterra, Italia, Francia, Estados Unidos, Portugal, Escocia, Suiza, Dinamarca y Austria entre otros. Por su parte la Federación Internacional de Golf (FIG) también dio su apoyo al destacado golfista vasco.

    La votación fue sumamente ajustada, al punto que Olazábal superó por tan solo un voto a la nadadora paralímpica Teresa Perales.

    Enterado de la decisión de la Fundación que confiere dicho premio, Olazábal, quien se encontraba jugando un torneo del European Tour en Alemania, manifestó su gran satisfacción. “Estoy encantado de la vida, realmente muy emocionado. Sabía que era difícil que me lo concedieran, por ello quiero dar las gracias a todos quienes me apoyaron y sobre todo a la Federación Española, que presentó mi candidatura”, declaró el golfista vasco.

    Por su nominación el golfista vasco recibió una escultura de Joan Miró, 50.000 euros, un diploma y una insignia.

    Vale recordar que la Fundación Príncipe de Asturias entrega anualmente además del Premio de los Deportes, otros seis premios a las siguientes categorías: Arte, Ciencias Sociales, Comunicación y Humanidades, Investigación Científica y Técnica, Letras y Cooperación Internacional.

    El Premio a los Deportes, instituido en 1987, es concedido a aquella persona que además de la ejemplaridad de su vida y obra, haya conseguido nuevas metas en la lucha del hombre por superarse a sí mismo y contribuido con su esfuerzo de manera extraordinaria al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión del deporte.

    Su peor momento

    A raíz de una dolorosa enfermedad que afectó sus pies por casi dos años, Olazábal, debió considerar no solo la posibilidad de dejar de jugar al golf sino además la de mantener una mínima calidad de vida por el resto de su vida. Este problema comenzó en 1995 con una sencilla operación de un pie. Ante los primeros síntomas, el diagnóstico fue un virus de quirófano, pero luego se dijo que era una artritis reumática generalizada en ambos pies. A pesar de sus enormes esfuerzos para poder caminar 18 hoyos, finalmente Olazábal tuvo que abandonar la competencia en esa temporada, renunciando incluso a jugar la copa Ryder de ese año.

    Comenzó así un período terrible en la vida del golfista vasco, quien incluso llegó a vislumbrar un futuro en silla de ruedas.

    Fue en esas circunstancias que, luego de varios exámenes, el médico alemán Hans Wihelm Muller llegó a la conclusión de que la causa principal del dolor que se manifestaba en los pies tenía un origen en la zona lumbar, debido a un pinzamiento vertebral que le forzaba a hacer un mal movimiento al caminar.

    Después de un largo tratamiento y 18 meses de inactividad, Olazábal regresó a las canchas en 1997 en el Dubai Desert Classic. A fines de ese año se dio un emocionado triunfo en el Turespaña Masters, hasta que en abril de 1999, con la conquista del segundo Major de su carrera, Olazábal volvió a integrar la elite mundial del golf.

    Su mayor victoria

    En dicho Masters, tras derrotar al australiano Greg Norman en un cerrado final, en la posterior conferencia de prensa, Olazábal se emocionó hasta las lágrimas. Momentos más tarde, tuvo la deferencia de compartir con Búsqueda algunos comentarios.

    “Resulta muy difícil explicar este momento, pues poco tiempo atrás ni siquiera podía caminar. Mi mayor sueño era poder volver a jugar aunque fuera una sola vuelta en la cancha del Real Club de Golf de San Sebastián. “Sé lo que es estar mal, he vivido situaciones complicadas a raíz de la enfermedad, sin poder levantarme de la cama. Fue muy difícil para mí, para mi familia. Para poder ir al baño, debido a los fuertes dolores, llegó un momento que debía directamente arrastrarme, por ello no quería a nadie a mi lado. En los peores momentos me veía para siempre en una silla de ruedas. No poder hacer el día a día que necesitas para llevar adelante tu vida personal y laboral es tremendo. Luego si piensas que hay mucha gente que la pasa mal con sus problemas, la sensibilidad aflora”, recordó. “Ante un problema de salud nunca hay que tirar la toalla. El camino es largo, pero si luchamos, al final siempre podemos encontrar la luz”, finalizó su comentario.

    Había ganado en un final dramático el Masters de Augusta, su segundo Major, y la dedicatoria de esa victoria fue para dos personas: el doctor Muller y el legendario Gary Player, quien ante la falta de confianza le inyectó optimismo en las rondas de práctica.

    Con coraje, actitud y determinación, Olazábal le mostró al mundo del deporte que había obtenido mucho más que un título en su destacada carrera. El Premio Príncipe de Asturias está en buenas manos.