Jugar a dos puntas

Lo que en principio parece una denuncia a los desalmados métodos del capitalismo (¿?) se transforma paulatinamente en un thriller de suspenso, con vueltas de tuerca, gente que sabe más de lo que dice, otra que se niega a decir lo que sabe y alguna que francamente no sabe nada, como la ingenua y bonita Amber Heard, motivo romántico del joven espía. El resultado es un cine que juega con los consabidos adornos utilizados en este tipo de temas (enormes edificios con vistas espectaculares para albergar las corporaciones, elegantes restaurantes donde come la gente rica, exclusivos clubes para reunirse y planificar cómo ganar más dinero despojando a los rivales), mientras el montaje y la música se nutren de repetidos lugares comunes.