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Cuando Julio Bonino asumió como obispo de Tacuarembó se dio cuenta de que sabía mucho menos de historia que lo que creía. Descubrió, por ejemplo, que al norte del río Negro la evangelización no llegó “desde los barcos” que recalaban en Montevideo, sino desde Paraguay. Y sobre todo aprendió la incidencia de la cultura guaraní en la región.
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Una de las primeras medidas que tomó para intentar rescatar la cultura local fue fundar un grupo de historia llamado Ñandé, que en guaraní significa “nosotros” pero “para andar con otros”. “Soy el único obispo de una diócesis cuyo nombre no bajó de los barcos, Tacuarembó, que es un río que tiene como afluentes el Puñapirú, el Yaguarí y el Caraguatá”, dice para ejemplificar esa herencia. “Acá la fisonomía, la forma de ser, difiere totalmente con el sur”.
El grupo de historia devino en la Fundación Ñandé, “que sustenta la actividad de un Centro de la Memoria, que investiga y publica la historia regional, y un Eco-museo comunitario que intenta poner en evidencia el patrimonio natural e histórico de la región norte del país”, explicó el obispo durante una entrevista con Amerindia. Bonino consiguió apoyo de la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República para sus propuestas.
Ni izquierda ni derecha.
Bonino sostiene que la Fundación es una de las expresiones de sus “banderas políticas”: la “descentralización nacional y la integración regional”, y que no adhiere a ningún partido político.
Cuando asumió la vicepresidencia de Mevir en el gobierno de José Mujica, lo acusaron de ser frenteamplista. “Lo hice porque quería que Mevir tuviera una representación fuerte en el norte del país. Pero terminé renunciando porque no lograba incidir”, explica. Y agrega que ahora que se opone a la megaminería, los dirigentes del Frente Amplio en Tacuarembó dicen que les “hace el juego a los blancos”.