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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLlama mi atención los títulos “Críticas de Almagro a Venezuela abrieron un flanco inesperado para el gobierno uruguayo”, “La bomba de Almagro” y “La carta de Almagro, un reto a la legitimidad del régimen chapista”, publicados en el N° 1.841 de la edición de Búsqueda del 12 al 18 de noviembre próximo pasado. Considero que estos títulos son inapropiados para los contenidos de esos artículos.
Los artículos hacen referencia a una nota difundida por el secretario general (SG) de la Organización de Estados Americanos (OEA) a la presidenta del Consejo Electoral de Venezuela cuestionando las garantías democráticas de esa nación miembro, necesarias para desarrollar las elecciones legislativas del próximo 6 de diciembre. Es la OEA la que está preocupada.
Creo que es necesario que se comprenda las funciones de un SG de esta importante institución interamericana, actualmente compuesto por 35 países. Según su Carta constitutiva (ver Wikipedia): “La Secretaría General es el órgano central y permanente de la OEA (…); cumplirá los encargos que le encomienden la Asamblea General, la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores y los Consejos”. (Art. 107)
“El SG, o su representante, podrán participar con voz pero sin voto en todas las reuniones de la Organización. El SG podrá llevar a la atención de la Asamblea General o del Consejo Permanente cualquier asunto que en su opinión pudiese afectar la paz y la seguridad del Continente o el desarrollo de los Estados Miembros”. (Art. 110)
Visto sus potestades en su calidad de SG, el Dr. Luis Almagro seguramente escribió la nota de protesta pero con la anuencia del Consejo Permanente que sí está encargado de controversias según la Carta. El no es el jefe de la OEA como se indica en la nota de la página 4 de Búsqueda; ni “es un hombre libre y puede expresar lo que quiere”, según el senador José Amorín (misma página); ni es “la postura” del Dr. Almagro; ni la nota es una “Bomba de Almagro”. El SG es solo un vocero autorizado que puede, y debe, comunicarse con un país miembro cuando la OEA lo considere pertinente. Guste o no guste, es la OEA toda la que entiende que las circunstancias no son propicias para las futuras elecciones parlamentarias venezolanas. Lo confirma el propio presidente de la Asamblea Nacional Venezolana y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, con su respuesta a la nota de la OEA con términos duros manifestando que la “institución más pervertida, corrompida y desprestigiada del mundo como es la OEA en la voz de su secretario general amenaza al pueblo de Venezuela”. Nótese que no implica al Dr. Almagro directamente, sino a la institución que representa.
En lo que respecta a la “posición incómoda a nuestra Cancillería por dicha carta”, el canciller Rodolfo Nin Novoa dijo a la prensa que no hará comentario. No tiene por qué hacerlo. El ex canciller Almagro no pertenece al personal del Ministerio de Relaciones Exteriores, pertenece al personal de la OEA. En lo que se refiere a la incomodidad de la carta, eso es asunto de esa organización internacional que está en su derecho de preocuparse de velar por la democracia en los países miembros. Nada tiene que ver el Uruguay en este asunto. En lo que respecta a la carta del ex presidente José Mujica al Dr. Almagro despidiéndose de él políticamente, no dudo en pensar que no tiene la menor idea de lo que es la vida diplomática.
¿Quién es el Dr. Luis Almagro? Un exitoso embajador que ha sobresalido del plantel de embajadores uruguayos. Abogado, con trayectoria diplomática en países de primer orden, fue senador de la bancada tupamara en el Poder Legislativo de la República y ministro de Relaciones Exteriores en la pasada administración de José Mujica. Sin duda, este maduro embajador y experto diplomático sabe posicionarse para conseguir puestos altos. Él se fue y no usa más el cuello descubierto a la mujicana; ahora usa cuello cerrado y corbata y mañana, si le conviene, quizá el cuello Mao. No tomemos las notas de Almagro como propias porque no lo son. Son de la OEA. Lamento que Mujica se encuentre lastimado por su ex secretario, fiel compañero y seguro servidor. Seguramente pensó que podría darle órdenes como antes para acomodar a la izquierda latinoamericana desde la OEA. Se fue a otras tiendas, más amplias, y con excelente salario. Así es la vida de un diplomático de carrera, nunca tiene voz propia, solo hace y dice lo que le indican sus superiores.
Gordon F. Little
CI 600.388-2