Desde el comienzo tuvo un rol mujiquista en las palabras y también en las actitudes, a veces chocando con miembros del gabinete ministerial por ello. Roces fuertes sobre cuestiones de forma y de fondo. Pero eso no es lo que más se conoce de él.
Desde el comienzo tuvo un rol mujiquista en las palabras y también en las actitudes, a veces chocando con miembros del gabinete ministerial por ello. Roces fuertes sobre cuestiones de forma y de fondo. Pero eso no es lo que más se conoce de él.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSerá porque el presidente le encargó el Impuesto a la Concentración de Inmuebles Rurales (ICIR), o porque fue uno de los promotores de la idea —que terminó rechazada— de no devolver los excedentes aportados al Fondo Nacional de Salud (Fonasa) para reforzar algunos planes sociales específicos. Así fue que quedó junto a otros economistas cercanos a José Mujica con “el karma” de ser promotores de impuestos.
Al menos eso siente Gabriel Frugoni, el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Hoy, luego de algunos reveses políticos, opinó que “es cierto que han mejorado muchos indicadores como el salario real y la pobreza, pero se precisa en el futuro inmediato una transformación. El Frente Amplio tiene que cuestionarse cuáles son sus desafíos para el futuro”.
“Nunca discutimos esto y se nos llevó a discutir las herramientas”, señaló en torno a propuestas de modificaciones impositivas. Hubo una “interpretación mal intencionada” sobre esto, añadió.
“¿Vamos a tener la misma enorme disparidad de posibilidades dentro de diez años entre los barrios Carrasco y Casabó? ¿Vamos a seguir tan partidos como sociedad? ¿Y qué estamos haciendo para cambiarlo? Esa es la discusión que vamos a plantear en la interna del Frente Amplio. Necesitamos seguir avanzando pero mediante transformaciones”, insistió. Y dijo que Mujica está “interesado” en que una discusión de este tipo se procese cuanto antes.
Se refirió también a la necesidad de debatir un nuevo enfoque económico, de hacer más eficiente el gasto público y de combatir el “statu quo” de izquierda.
Con las heridas aún sin cicatrizar tras la discusión sobre el dinero del Fonasa y otros impuestos, la sensación que dejó a los dos periodistas de Búsqueda que lo visitaron ayer miércoles en su oficina de la Torre Ejecutiva es que su grupo perdió una batalla pero que el debate recién empieza.
—¿Cuáles son las prioridades de la OPP para lo que queda de este gobierno?
—Un año y medio de gobierno es mucho.
Ahora vamos a empezar a ver muchos resultados de temas que arrancaron durante este gobierno o el anterior. Algo a destacar es el monitoreo y evaluación de las políticas públicas. Ya se hicieron evaluaciones en materia de vivienda, en seguridad, se están desarrollado en salud y luego se va a seguir con la educación. Todo esto es porque nosotros defendemos la eficiencia en el gasto y ahora tenemos instrumentos de evaluación, que van a dar sus frutos.
Esto también está relacionado con el Sistema Nacional de Inversión Pública y vamos a dejar esta herramienta pronta para la selección y evaluación de inversiones.
En eso estamos. Pero hay deformaciones importantes en estos días cuando se habla del rol de la OPP.
—¿A qué se refiere?
—Se ha asociado en forma bastante liviana a la OPP con temas impositivos. Esa especie de karma se inicia porque el presidente nos pidió que construyéramos el ICIR. El resto de las propuestas que se manejaron en el tema impositivo fueron pensando en una estrategia de desarrollo a largo plazo. Fueron herramientas para llegar a otros objetivos.
El desafío en puerta que tiene el Frente Amplio es revisar y discutir las líneas de base presupuestales. La información que estamos produciendo sirve para eso. Uno no puede tener siempre un presupuesto incremental porque eso involucra pensar que lo que yo tengo de base esta siempre bien gastado.
—¿Para cuándo plantea discutir esas “líneas de base”?
—Políticamente es difícil hacerlo en la mitad del período. Lo que sí se puede hacer es tener una propuesta y discutirlo para el programa del próximo gobierno y para instrumentar en el próximo presupuesto, si el Frente Amplio continúa en el gobierno.
El 40% del presupuesto son transferencias a la seguridad social e intereses de deuda. Eso achica bastante el margen, pero siempre hay dónde recortar. Nuestra propuesta es apostar a las verdaderas necesidades que tiene el país en este momento. Nos vamos a centrar en los bienes públicos, lo que involucra a la salud, a la educación y a la vivienda. El otro bloque es avanzar en un cambio de la matriz productiva más sostenido.
Es cierto que han mejorado muchos indicadores como el salario real y la pobreza, pero se precisa en el futuro inmediato una transformación. El Frente Amplio tiene que cuestionarse cuáles son sus desafíos para el futuro.
—¿Usted plantea realizar una discusión sobre qué orientación debe adoptar el Frente Amplio en el próximo programa de gobierno?
—Sí. Ese tipo de discusiones han beneficiado históricamente al Frente Amplio y llegó el momento de volver a darlas. Si hay un tercer gobierno, el programa debería ser la Constitución y es allí donde se deben poner estas cosas.
—Sin embargo, teniendo en cuenta que las últimas propuestas impositivas de la OPP no fueron aceptadas, la sensación que hay en la opinión pública es que perdió la batalla ideológica interna. ¿Qué responde a eso?
—Eso no es así. La discusión sigue y sobre todo en este tipo de temas. Lo impositivo era simplemente un instrumento. El Frente Amplio siempre se ha basado en el intercambio de opiniones y espero y descuento que eso va a seguir siendo así.
Hemos mejorado mucho y eso es cierto. Pero, para graficar la necesidad de cambios, ¿vamos a tener la misma enorme disparidad de posibilidades dentro de diez años entre los barrios Carrasco y Casabo? ¿Vamos a seguir tan partidos como sociedad? ¿Y qué estamos haciendo para cambiarlo? Esa es la discusión que vamos a plantear en la interna del Frente Amplio. Necesitamos seguir avanzando pero mediante transformaciones. Hay un modelo que debe ser discutido para lograr más transformaciones. El asunto central es lograr un cambio de valores y para eso se necesita transformar mucho más la sociedad para que esté menos polarizada en sus posibilidades.
—¿Cómo se logra eso?
—Con una apuesta mucho más importante a los bienes públicos. ¿Queremos ser un país más productivo para consumir cada vez más? ¿Es el consumo por el consumo? ¿Nos conformamos con eso? Creo que no. Estos son problemas políticos. La economía va generando un discurso en base a determinados esquemas y equilibrios, pero a veces con eso no alcanza. Es cierto que debemos tratar de lograr el desarrollo, pero el asunto es el desarrollo en qué cosas. En algunos lugares se están cuestionando los indicadores cuantitativos y se tienen más en cuenta los cualitativos. Esta es una discusión de fondo que tiene que dar el Frente Amplio y que está muy lejos de terminar.
—¿Y por qué para usted el camino es centrarse en los bienes públicos?
—Primero porque son democratizadores por esencia. Tanto la enseñanza, como la salud y la vivienda. En los noventa se pensó que estos bienes podían ser manejados y solucionados por el mercado y hoy estamos sufriendo las consecuencias. La educación es un ejemplo. El problema de hoy es que por mejor proyecto educativo que se tenga, con un sector que manifiesta un quiebre y no participa en el sistema no es posible mejorar.
—Ese es el diagnóstico, pero ¿cuál es la propuesta en concreto?
—Atender el tema por varios frentes mediante distintos bienes públicos. Si yo no busco soluciones para este porcentaje de la población excluido que pasen por distintos lados, no se resuelve la situación. Vamos a tener que tener, además de escuelas de tiempo completos, CAIF mucho más extendidos y soluciones de vivienda para esa gente, por ejemplo.
Por supuesto que hay que mejorar mucho el sistema educativo, pero con eso solo no se logra disminuir la gran brecha que hay hoy en la sociedad. Hay que llegar a una inversión social más importante mediante el esfuerzo de todos. Por esto aparecieron propuestas impositivas que nos daban las herramientas para cuidar los números fiscales. Ahí está la interpretación malintencionada. Nunca discutimos esto y se nos llevó a discutir las herramientas. Llegó la hora de discutir los objetivos de una fuerza de izquierda en el gobierno.
—¿Para eso plantearon también no devolver los excedentes del Fonasa?
—El asunto es que el Fonasa hoy está significando una devolución de U$S 75 millones a gente que pertenece a los deciles de ingreso más altos. Esa cifra fue superior a lo que esperábamos cuando se instauró este régimen. Creíamos que este dinero podía servir para mejorar estas cosas, pero quedamos en minoría. Ahora hay que buscar otros mecanismos.
—Teniendo en cuenta los últimos episodios, no da la sensación de que haya voluntad en la interna del oficialismo en discutir este tipo de asuntos...
—Pero por más que quisieran detenerlo, no van a poder. Ya está instalado. Estas discusiones son permanentes y le dan movilidad al Frente Amplio.
—¿No le parece significativo que Tabaré Vázquez ya le haya transmitido que le confiará la conducción económica a Danilo Astori en caso de que vuelva a ser presidente?
—No quiero hablar de lo específico. Nos dicen que hay que tener cuidado con los impuestos. Es cierto. Pero también es cierto que tenemos que cumplir rápidamente estos objetivos sociales. Hay que tener mucho cuidado con desatender esos objetivos. Tenemos que poner mucho más énfasis en los valores que en los resultados. Si no estamos presos de mecánicas electorales y ofertas solo para algunos sectores.
—Usted planteó en una entrevista con Búsqueda tiempo atrás, la necesidad de que la izquierda desplace a cierto “satu quo” creado como consecuencia de los años en el gobierno. ¿Considera que eso se logró?
—Justamente por eso es por lo que estoy bregando. Debemos seguir por este camino, pero veo problemas. No solo desde el punto de vista político sino social. A nivel de sociedad tampoco se promueven ciertos valores y así es muy difícil. El Frente Amplio ha mejorado la condición de vida de mucha gente. Pero si eso solo sirve para comprar más y aprovechar todos los descuentos, hay algo que no funciona. Venimos de una época batllista que les había dado importancia a los valores y después tuvimos una recaída. Ahora llegó el momento de volver a apostar por los valores para una sociedad mejor.
Pero nuestro objetivo no es poner un impuesto. Era una simple herramienta. Dados los tiempos que tenemos, la discusión que vamos a presentar antes de fin de año va a ser para el próximo programa y presupuesto quinquenal. Y nuestra apuesta va a ser a fortalecer los bienes públicos.
Hay que discutir la presión fiscal para adelante. Si quiero lograr erradicar la brecha social, es probable que eso justifique una presión fiscal mayor por determinado tiempo. Es como una gran inversión.
—Usted planteó durante la entrevista que va a promover una discusión de fondo sobre el modelo a seguir. ¿Cuenta para eso con el respaldo del presidente, teniendo en cuenta que se negó a promover cambios tributarios?
—El presidente no dio por finalizada ninguna discusión. Simplemente debe tener muchas variables en su cabeza y va tomando los pasos que se pueden ir tomando según las necesidades. Estas discusiones que hemos ido manteniendo las vamos a seguir desde la óptica que les decía y el presidente está interesado en que esto ocurra.
“No son cifras que me pongan los pelos de punta”
—¿Cómo evalúa el panorama fiscal actual, con casi 2% del Producto de déficit?
—No son cifras que me pongan los pelos de punta porque creo que se están logrando buenas cosas. Siempre mido determinado tipo de indicadores con lo que se está haciendo y los resultados que se piensan obtener. En ese contexto, el déficit no está desalineado en forma problemática con lo que es el futuro del país.