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En el más reciente mapa de riesgos del Banco Central (BCU), a nivel internacional sobresalen —identificados con color amarillo-naranja— los “crecientes desequilibrios macrofiscales” en la región por sus eventuales repercusiones en la actividad económica en Uruguay. En amarillo está el peligro de un endurecimiento de las condiciones financieras en Estados Unidos y, también, de una posible “desaceleración abrupta” en China que genere “volatilidad financiera”.
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Las consecuencias de un freno brusco de la economía de ese país tendrían efectos recesivos a escala global y una “fuerte caída de los precios” de los productos que le exporta Uruguay, señaló el organismo en su último Informe de Política Monetaria.
La economía china —uno de los principales destinos de las exportaciones de mercaderías uruguayas— tuvo un repunte en el primer trimestre, pero en el segundo la actividad se enlenteció: el Producto Bruto Interno (PBI) fue 0,8% mayor que en enero-marzo previo y superó en 6,3% al de abril-junio de 2022, cuando había confinamientos por la pandemia de Covid. A fin del mes pasado, los líderes chinos habían admitido las dificultades para el crecimiento y prometieron implementar más políticas de apoyo para ayudar a estabilizar la economía. En línea con eso, la semana pasada el Banco Central recortó un conjunto de tasas de interés clave, para apuntalar la actividad.
Otra señal de debilidad económica —relativizada por las autoridades— fue la baja de precios minoristas (deflación) ocurrida en julio, algo que no pasaba desde febrero de 2021. La oficina estadística china aseguró que fue un episodio “temporal”, con la convicción de que hay una “expansión sostenida de la demanda de mercado”.
Tao Wang, directora gerenta y economista jefa de China del banco UBS en Hong Kong, espera una relajación de la política fiscal —con más apoyo crediticio para la inversión en infraestructura— y cierta flexibilización de las políticas para el sector inmobiliario, que se ha retraído. Un caso notorio es el de Country Garden, la mayor promotora inmobiliaria de China, que días atrás anunció que sus pérdidas en el primer trimestre habrían sido de 45.000 millones de yuanes —unos US$ 6.260 millones—, aunque la cifra definitiva la comunicará en los próximos días; eso provocó una brusca caída en la cotización de sus acciones en la Bolsa de Hong Kong.
A esta situación se suman nuevos problemas que podrían afectar la demanda interna, como la baja en la inversión privada que hubo en la primera mitad del año (0,2%), el estancamiento de los niveles de productividad, el desempleo entre los jóvenes de 16 a 24 años de la zona urbana en máximos históricos (21%) —luego de lo cual la estadística dejó de ser informada— y la incorporación de 11 millones y medio de graduados universitarios a la población económicamente activa este año. Además, para David Roche, presidente de la consultora inglesa Independent Strategy, el freno demográfico implica que el país ya no puede justificar una renovación de su ciclo inmobiliario, sector que representa entre 20% y 30% del PBI. El “modelo económico de China no va a despegar de nuevo, lo que tendrá un gran impacto en los mercados globales”, opinó ese analista en declaraciones a la cadena CNBC.
Wang, entrevistada por la organización NPR, estimó que la economía china se reacelerará en el tercer y el cuarto trimestre (con crecimientos de 4%-4,5%) en la comparación con los previos, lo que resultaría en un crecimiento anual del PBI de alrededor de 5% en el promedio del año. Eso está en línea con lo esperado por las autoridades chinas y supondría una mejora frente al 3% de 2022. Pero, aclaró la especialista de UBS, también “es posible que la economía no se recupere en la segunda mitad y el crecimiento no llegue al 5% este año si el sector inmobiliario no se estabiliza, ya sea porque la política inmobiliaria no se relaja significativamente o porque resulta insuficiente para detener la caída. En ese caso, una recesión prolongada y profunda” de ese sector seguirá deprimiendo los ingresos y la confianza empresarial y de las familias, vislumbró esa execonomista del Fondo Monetario Internacional y autora del libro Dar sentido a la economía de China.
La semana pasada el banco Barclays recortó de 4,9% a 4,5% la proyección de crecimiento económico de China.
Deuda
Ante el elevado nivel de endeudamiento del gobierno y las empresas públicas no financieras chinas, equivalente a alrededor de 280% del PBI, existen dudas acerca de la capacidad de respuesta de las autoridades para impulsar la economía, consignó The New York Times.
Si bien la deuda del gobierno central es relativamente pequeña, de algo más de 20% del PBI, “muchos gobiernos locales no tienen suficiente flujo de efectivo para pagar los intereses de su deuda”, que ronda el 70% del Producto, aseguró Wang. También parte del sector empresarial chino, especialmente los promotores inmobiliarios, también se enfrenta ahora a graves desafíos para pagar su deuda dada la profunda caída del negocio inmobiliario, añadió.
UBS descarta la ocurrencia de una crisis con características típicas en la que grandes incumplimientos provoquen quiebras bancarias, severa contracción del crédito o fuerte depreciación del tipo de cambio, acotó. Según dijo la economista, el gobierno de China tiene activos suficientes para ayudar a responder a esos pasivos, a la vez que el abundante ahorro interno —mantenido por los controles de capital en los bancos nacionales— hace improbables las corridas bancarias. “Esto no significa que el alto y creciente nivel de deuda de China no sea problemático”, remarcó.