Algunos aspectos considerados clave para el desarrollo de emprendimientos de mejora genética son la creación de marcas de razas de carne específicas para nichos de mercado de alto valor y alianzas estratégicas con instituciones internacionales para avanzar en el trabajo de investigación.
El liderazgo tecnológico en el avance genético lo tienen los organismos con base pública y privada, como el INIA y, en menor medida, el Secretariado Uruguayo de la Lana.
Otra recomendación de los técnicos del área es establecer objetivos similares a otros proyectos exitosos que se registraron en el mundo, como el cordero neozelandés para su comercialización en Europa, la carne de novillos engordados en corrales con destino a Corea y Japón, y la producción de carne orgánica con marcas.
Montossi manifestó que en los próximos años “la genética estará manejada a nivel del gen y los marcadores moleculares para la selección de las características” de los animales.
Por eso, “el cabañero del futuro debe ser una persona muy bien informada, entrenada y asesorada, porque se vienen nuevas demandas y desafíos tecnológicos, particularmente con la incorporación de la genómica en la evaluación genética mundial”, señaló.
Al respecto, recordó que Uruguay, con la raza Hereford, participa en una evaluación genética panamericana donde se comparan los toros uruguayos, argentinos, canadienses y estadounidenses. “Pero Estados Unidos ya lanzó la evaluación genómica y Uruguay lo hará a fin de año”, dijo. Eso “permitirá a Uruguay posicionarse mejor que cualquier otro país de América del Sur”, destacó.
El director del INIA consideró que la creación de un banco de ADN en 2011 fue una “decisión de soberanía genética”, porque permite “proteger” la información genética de la ganadería uruguaya de “cualquier multinacional o interesado”.
“El día de mañana, cuando aparezcan nuevos marcadores moleculares para características reproductivas de calidad, del producto y de enfermedades, se podrán tomar de ahí”, valoró.
Eficiencia
Uno de los planes iniciados recientemente para el mejoramiento genético en la búsqueda de resultados más beneficiosos en la conversión de alimento en kilos de carne y calidad de los productos, está a cargo de un consorcio conformado por la Sociedad de Criadores de Hereford, el INIA, la Asociación Rural, el Instituto Clemente Estable, el Instituto Nacional de Carnes y el Ministerio de Ganadería.
Considerando que el alimento representa poco más del 50% de los costos de la producción ganadera, los principales beneficios de ese proyecto apuntan a una reducción de los gastos al mejorar la eficiencia en la reconversión de alimento en cantidad y calidad de carne.
El grupo de investigadores encargado del trabajo destaca además el aumento de la productividad por la mayor proporción de cortes valiosos y otros factores cualitativos, lo que deriva en una mejora en el acceso a mercados demandantes de ese tipo de productos de alto valor.
Otros beneficios de ese emprendimiento son la generación de informaciones científicas para el desarrollo de futuros planes tendientes al mejoramiento genético, lo que permite armar grupos de trabajo interinstitucionales y alianzas entre los sectores público y privado, que trascienden la duración del proyecto e implican una capacitación de los recursos humanos involucrados.
Es que uno de los mayores desafíos de la producción agropecuaria es obtener un mejor rendimiento productivo en un área de campo cada vez más acotada por la competencia entre diferentes rubros. Hoy en el mundo la demanda de alimentos es creciente y la disponibilidad de tierras productivas es la misma, a lo que se suma el interés por la preservación de los recursos naturales, especialmente del suelo y el agua.
Cómo, cuánto y cuándo comen
Para el proyecto del consorcio interinstitucional fue seleccionada una población de entrenamiento de unos 1.000 animales, que se encuentran en un campo de la Sociedad de Criadores de Hereford, en Kiyú (San José). En un período de 70 días, los animales comen “a voluntad” al tener acceso libre y permanente al alimento, lo que es una condición necesaria para asegurarse que ningún bovino tiene restricciones para recibir su ración.
Mediante un equipo de medición automático se registran los datos de la alimentación de los animales.
Los comederos tienen una balanza y un dispositivo electrónico que lee la caravana de trazabilidad. Y cada vez que un bovino ingresa y pone la cabeza allí, se lee su caravana y registra el consumo de alimento por diferencia de peso del comedero y se envía la información al software de soporte que la almacena, de acuerdo con la explicación de los investigadores.
De esta manera, el software registra diariamente múltiples variables relevantes, que van desde los kilos de alimento consumidos por animal por día, producto de la sumatoria de ingestas, hasta el número de veces que el animal come por día, horarios de las comidas, minutos por cada ingesta o animales considerados “dominantes”, que son los que comen primero.
La selección genómica consiste en la utilización de la información de miles de marcadores distribuidos en todos los cromosomas (genoma) para la predicción del mérito genético animal.
Los responsables del proyecto consideran que para maximizar el aprovechamiento del campo experimental se realizan estudios por períodos de 100 días para toritos nacidos en otoño y en primavera y de novillitos.
En una primera etapa los animales son alimentados con pasturas y los técnicos trabajan en la reducción del estrés generado por el viaje desde el lugar de origen; luego pasan a un corral por 15 días para el acostumbramiento en ese nuevo recinto, donde aprenden a alimentarse en los comederos. De ahí son ingresados a los corrales con comederos automáticos, donde comen de a un animal por vez. Posteriormente se realiza la prueba en sí durante 70 días, que deben ser respetados para lograr una alimentación estabilizada.
Los resultados y la información genotípica estarán disponibles a fines de 2016.
También otras razas bovinas como Aberdeen Angus y Braford tienen programas de mejoramiento genético con la divulgación de los resultados de las evaluaciones referidas a las características de los animales.
Genética en ovinos
Los productores ovejeros no se quedaron atrás en el avance genético logrado en vacunos y prueba de ello es la creciente integración de cabañas en las diferentes razas: Corriedale, Frisona Milchschaf, Hampshire Down, Highlander, Ideal, Merilin, Merino, Poll Dorset, Romney Marsh y Texel. Hay unas 93 cabañas ovinas en Uruguay que apuestan a la generación de mayores datos genéticos que le generen un beneficio económico.
En los últimos cinco años aumentó el número de animales inscriptos para la realización de las evaluaciones genéticas, que permiten generar datos de las denominadas Diferencias Esperadas de Progenie (DEP), llegando a una base de 165.000 registros de unos 245.000 animales, según el trabajo “Progreso Genético en Evaluaciones de Ovinos en Uruguay”, elaborado por los técnicos Gabriel Ciappesoni (INIA), Diego Gimeno (SUL) y Fernando Coronel (SUL).
Según ese estudio, con unos 25.000 corderos incorporados cada año al sistema de información hoy existen más de un millón y medio de datos vinculados a la producción ovina.
Las características genéticas más apreciadas por los productores de razas laneras y doble propósito son el peso del vellón limpio, el diámetro de la fibra de lana y el peso vivo a la esquila, comentó Ciappesoni a Campo.
Dijo que sólo unas pocas razas carniceras no tienen evaluación, pero el resto hacen mejoramiento genético. “Una cosa es que generen información de evaluación genética y otra es incorporarla en el uso” de los empresarios del ramo, aclaró. La adopción de esta tecnología por la cabaña nacional es muy alta, demostrándose en excelentes tendencias genéticas.
Por otra parte, poco a poco se ha ido incrementando el número de dueños de majadas comerciales que eligen a los animales en función de la información genética (DEP) presentada en los remates, principalmente en la compra de carneros futuros padres de sus majadas.
Ciappesoni destacó que existe un potencial para cubrir casi el 50% de la demanda de carneros anual (43.000) para la reproducción de ovinos con animales con información genética (DEP) y la obtenida por el método de selección objetiva de animales (flock testing). Hace cinco años no se llegaba al 20%.
Las razas con mayor número de animales evaluados son Corriedale y Merino.
Vacas lecheras
En el caso del ganado lechero, el mejoramiento genético de los animales favoreció una corriente exportadora a China. Este año los precios por cada vaca se duplicaron, pasando de U$S 500 a U$S 1.000 en los últimos negocios concretados para la exportación de ganado en pie de la raza Holando.
La buena reputación de la genética de esa raza criada en Uruguay es certificada por la Asociación Rural y la documentación correspondiente se presenta a los compradores chinos.
En un contexto de caída de los precios internacionales de la leche y la consecuente disminución del valor que pagan las industrias al productor, la venta de terneras es una alternativa de negocios que ayuda a la rentabilidad de los tambos, señalaron a Campo productores del sector.
Es así que la fila de ganado lechero subiendo a los barcos en el puerto de Montevideo seguirá siendo una imagen común en los próximos meses al llegar a esa zona de la rambla capitalina.
Una “lista de ingredientes” para el productor
Cuando un comprador exigente va al supermercado en busca de algún producto, mira los ingredientes que contiene. De la misma manera, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) busca brindarles a los productores una “lista de ingredientes” de los animales para “saber exactamente qué contienen”.
Así lo explicó a Campo Olga Ravignolo, de INIA, quien se especializa en la materia en el centro de investigación de Las Brujas.
El organismo comenzó el año pasado una nueva evaluación genética para la raza Aberdeen Angus. El objetivo es reconocer la potencialidad de estos animales, como su capacidad de producir descendencia, es decir, en qué “se va a destacar” y en qué va a “ser mala”, apuntó la especialista. Para el caso de las hembras “ya tenemos información de capacidad de crecimiento, de la habilidad lechera y carcasa”, pero no existen datos sobre las cualidades reproductivas y sobre la sanidad, por lo que “estamos buscando” en esta dirección, informó.
Los bovinos estudiados son los aportados por las cabañas y se trata de animales de elite, aunque los avances que se realicen a partir del estudio de estos implica una mejora en el rodeo comercial.
La meta del INIA es poder ofrecerle al productor una descripción precisa de los animales. Se intenta que pueda escoger más allá de la “apreciación visual”. Es distinta la elección si se quieren animales que produzcan “más leche” que si se buscan los que “tengan menos dificultades de parto”, ejemplificó.
De la misma manera, el INIA se centra en mejorar aspectos genéticos que impliquen una mejora en la ecuación económica, porque no todos las avances implican una mayor ganancia para el productor, precisó.
Para el caso de Angus, en los últimos años el organismo ha incorporado en esta recolección de datos genéticos aspectos sobre los cuales no se tenía información hasta el momento, como es el caso de la circunferencia escrotal, la cual está asociada a la capacidad reproductiva del macho. Contar con un “mapa” es especialmente importante, dada la cantidad de cabañas nuevas que existen para esta raza, contó Ravignolo. La idea es “comparar” el trabajo que realizan y “discutir” con ellos sus intereses para incorporarlos a la evaluación, explicó.
Estos y otros datos obtenidos son publicados en la página www.genéticabovina.com.uy.
Los estudios en la raza Braford, en tanto, “vienen un poquito más rezagados”, dijo. Los trabajos de investigación para esta raza comenzaron “un poco después” que los del resto, y “hoy por hoy existen a disposición menos características de evaluación genética”, reconoció.
Desde 2012, INIA trabaja en conseguir información sobre “espesor de grasa” de los animales de esta raza. Si se llega a la cantidad necesaria de datos, la información será publicada el año que viene, anunció.
Braford se trata de una raza con menor presencia en el campo uruguayo. Se “va originando”, por lo que se está “trabajando mucho en el sistema de registro”, señaló, pero agregó que tanto su población como el número de cabañas que se dedican a su producción han crecido en los últimos tres años.