En 2012 el IPC había sido cerca de un punto porcentual menor (7,48%), en parte también por efecto del mismo plan de UTE.
Dada la inidencia de ese factor, el IPC promedio a lo largo del año refleja en mejor medida la inflación que soportaron los uruguayos en el transcurso del año pasado. Con esa medición, el aumento de precios minoristas de todo 2013 respecto al anterior fue 8,6%, el mayor nivel en nueve años.
Además, durante 2013 la inflación anual cerrada en cada mes fue siempre superior a 8%, algo que no ocurría desde inicios de la década pasada.
En cualquiera de las dos comparaciones el IPC excedió con creces lo que esperaban las autoridades económicas del gobierno (un rango de entre 4%-6%, que a partir de julio próximo pasará a ser de 3%-7%).
Para mañana viernes 10 está prevista una reunión del Comité de Coordinación Macroeconómica —la primera con Mario Bergara como ministro de Economía y de Alberto Graña como presidente del Banco Central (BCU), quien asumirá el cargo ese mismo día—. Esa instancia antecederá en unas horas al Comité de Política Monetaria. Con la inflación todavía “desalineada” y como un “problema” central para el gobierno, se espera que en esa instancia se ratifique la “estrategia” de política monetaria con sesgo contractivo vigente, dijo un jerarca a Búsqueda.
Desde el BCU aguardan que la inflación vaya convergiendo lentamente hacia el rango definido como meta, pero los analistas privados en general no coinciden con esa visión; la encuesta de expectativas que realizó la autoridad monetaria de diciembre situó su pronóstico en 8% para el 2014.
De hecho, enero lo avizoran como un mes con inflación elevada debido al aumento en el precio de la electricidad por la finalización del plan de rebajas y a su vez por el incremento de 7,4% en la tarifa del servicio. También incidirá la suba de la tarifa de OSE y del gas por cañería; y el precio de las naftas subió la pasada medianoche 3%.
Problema macro
Históricamente Uruguay fue un país de inflación de precios elevada y en gran parte del siglo XX los registros fueron de dos dígitos; incluso en algunos años llegaron a superar el 100% (de un año a otro los productos duplicaban su precio).
Pero un plan de estabilización aplicado desde comienzos de los noventa permitió llevar los aumentos de precios a niveles de un dígito. Solo en dos años (2002 y 2003) la inflación volvió a superar el 10% como consecuencia de una brusca devaluación en un contexto de crisis económica.
Ese guarismo es lo que la mayoría de los analistas ve como una barrera implícita que se fijó el gobierno, por fuera del rango oficial del BCU.
El 2004 fue el último de mayor inflación de precios si se consideran los promedios anuales: llegó a 9,2%. Luego el IPC aumentó 4,7% en 2005, 6,4% en 2006, 8,1% en 2007, 7,9% en 2008, 7,1% en 2009, 6,7% en 2010 y 8,1% en 2011 y 2012. En 2013 el IPC se ubicó todos los meses por encima de 8% en la comparación interanual y la medición promedio se ubicó en 8,6%.
Si bien estos guarismos son bajos en la comparación histórica, tanto el gobierno como las analistas entienden que se trata del principal desafío económico para Uruguay.
Medidas.
Los intentos del gobierno por atacar el problema han sido por vías diversas: acuerdos con los comerciantes para congelar o rebajar precios, reducción de tarifas publicas o ajustes por debajo de la inflación. También aplica una política monetaria de sesgo contractivo, tendiente a disminuir la cantidad de dinero circulante buscando acotar las presiones de la demanda sobre los precios.
Si bien esa idea de contraer los medios de pago se persiguió por parte del BCU desde mediados de la década pasada a través del manejo de la tasa de interés en pesos —en busca de regular el “precio” del dinero—, desde julio se utilizan objetivos de crecimiento de los agregados monetarios (controlando la cantidad en lugar del precio). Eso implica que el BCU realiza operaciones en el mercado intentando regular la velocidad a la que crece la cantidad de pesos disponibles. Se adoptó el agregado monetario M1’ —dinero circulante fuera de los bancos más los depósitos a la vista y las cajas de ahorro en pesos— como referencia, que en el último tramo del año creció más lento (13%) que en los meses previos. El objetivo de mediano plazo es que la expansión de los medios de pago ronde el 8%, lo que sería “consistente” con la meta de inflación oficial, según el BCU.
Ese organismo junto al Ministerio de Economía decidió ampliar el rango-meta para la inflación un punto porcentual en cada extremo (el centro seguirá siendo 5%) para un horizonte de un año y medio.
Desde la política monetaria se busca atacar el aumento de precios de mediano y largo plazo, ya que en períodos más cortos algunos evolucionan de forma más volátil. Por ello se suele observar la inflación “subyacente” —que aísla esos precios más variables— para evaluar los resultados.
Según cálculos de Búsqueda que excluyen del IPC los precios de la energía eléctrica, las frutas frescas, legumbres y hortalizas y los combustibles, la inflación subyacente se aceleró sobre fin de 2013 para superar levemente el 8% en comparación con diciembre del año anterior. En la mayor parte del año la medición se había encontrado por debajo del 7%.
Origen
Desde fines de mayo —cuando se hizo más fuerte la expectativa de posibles cambios en la política monetaria de Estados Unidos que luego empezaron a materializarse en diciembre— se produjo un aumento de la cotización del dólar en el mercado local. En esos meses trepó desde $ 19,4 hasta los $ 21,4 a los que cerró el 2013.
La inflación de precios se vio afectada por esa suba del tipo de cambio a partir de un mayor encarecimiento de los productos transables —sujetos al comercio exterior— provenientes desde fuera de la región. Esos bienes y servicios aumentaban en torno a 6% en la medición interanual a mediados del año y llegaron a crecer cerca de 8% al cierre del mismo. De esa forma, pasaron de explicar poco más del 20% de la inflación total a casi 30% en ese lapso.
Ocurrió lo contrario con los productos que se comercian con los países vecinos. Esas economías sufrieron los mismos efectos cambiarios que Uruguay e incluso depreciaciones más fuertes en sus monedas, lo que los hizo “más baratos” en comparación. Luego de aumentar cerca de 10% en la primera mitad de 2013 llegaron a hacerlo 7% en diciembre; así pasaron de explicar entre 20% y 25% de la inflación a 15% en el correr del año.
El incremento de los precios de los no transables se mantuvo firme alrededor del 10% interanual; los mismos están afectados por la demanda interna principalmente, que se determina por los ingresos de la población y la disponibilidad del crédito, principalmente. Pese a la desaceleración del nivel de actividad, las cifras de consumo no reflejaron ese fenómeno y los precios que se determinan al interior de la economía se mantuvieron creciendo por encima del promedio y explicaron cerca del 40% de la inflación total.
Por último, las tarifas de los servicios públicos y otros precios fijados por el gobierno crecieron a un ritmo de 7% la mayor parte del año (acelerándose los meses en que se produjo el ajuste de los combustibles); representaron 15% de la variación total del IPC en 2013.
Mayoristas.
Por otra parte, los precios al productor de bienes nacionales bajaron 1,7% en diciembre, pero en todo el 2013 registraron un incremento de 6,34%, según el índice que elabora el INE.
Eso supuso una aceleración de la inflación mayorista respecto al año anterior, cuando la suba había sido de 5,86%.
En 2013 los productos de explotación de minas y canteras fueron los que más se encarecieron (9,02%). También aumentaron de precio por encima del promedio los de la pesca (7,24%) y las manufacturas industriales (7,31%).
Los productos agrícolas, ganaderos, de la caza y silvicultura se incrementaron 4,46%.