Aunque algo totalmente previsible, lamentablemente la situación económica y financiera de Argentina continúa empeorando, y no hay señales de que eso vaya a cambiar en el corto plazo.
Aunque algo totalmente previsible, lamentablemente la situación económica y financiera de Argentina continúa empeorando, y no hay señales de que eso vaya a cambiar en el corto plazo.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEl completo cierre de los mercados de crédito para el gobierno del vecino país, en un contexto de fuertes vencimientos de corto plazo, junto a un debilitamiento de la situación fiscal (parte debido a la profundización de la recesión y parte como resultado del “afloje” del gobierno del presidente Macri para tratar de conseguir el milagro de pasar a una segunda vuelta), hacen temer la posibilidad de que, como tantas veces en el pasado, no haya más remedio que recurrir a la emisión monetaria para poder pagar las obligaciones del Estado.
Así, esta semana se conocieron estimaciones privadas de dos consultoras que apuntan que habrá que emitir el equivalente a 20% (según MacroView, del expresidente del Banco Nación Carlos Melconian) o 25% de la base monetaria (según el Estudio Broda, del reconocido economista Miguel Ángel Broda) en el último bimestre del año para financiar al Tesoro.
La cifra definitiva podrá ser algo menor si el presidente Macri opta por aumentar todavía más la “deuda flotante”, o si se decide a volver a refinanciar la deuda interna ya refinanciada hace algunas semanas, en cuyo caso el problema pasará al nuevo gobierno y a los meses iniciales del año 2020.
En este contexto, el exministro de Economía Domingo Cavallo alertó sobre el riesgo de que “aunque no se produzca en noviembre y diciembre, la hiperinflación seguirá siendo un gran riesgo en los años 2020 y 2021”.
Los meses finales de este año y la mayor parte del 2020 serán harto complicados para Argentina, y la capacidad de tocar fondo en un pozo que no sea tan profundo y comenzar la recuperación, dependerá exclusivamente de la confianza que logre generar el próximo gobierno. Una refinanciación (reperfilamiento, reestructuración o reconformación, según los verbos que se han estado utilizando) “amigable” de la deuda pública será una condición sine qua non para comenzar a pensar en recuperar la confianza de los inversores locales y del exterior, y frenar la caída de la demanda de dinero y aspirar a que tímidamente comiencen a abrirse los mercados de crédito, aunque sea a nivel interno. Pero como paso previo a una eventual refinanciación amistosa, habrá que generar los superávits primarios que muestren la voluntad y capacidad de pago hacia futuro, cuando lo más probable es que Argentina termine el 2019 con un déficit antes del pago de intereses del orden de 1% de su Producto Bruto Interno, en lugar del equilibrio que se había pactado con el Fondo Monetario Internacional.
Cómo será el plan fiscal de un eventual gobierno de la dupla Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner resultará, por tanto, un insumo crucial para calibrar las posibilidades de una solución “amistosa” al tema de la deuda (proceso que, de todas formas, insumirá mucho tiempo). Obviamente, en este aspecto las restricciones son muchas, teniendo en cuenta las promesas de reactivación de la demanda interna que se han manejado hasta ahora en la campaña electoral argentina.
Aunque no se llegue a una hiperinflación en el corto plazo, todo parece indicar que habrá un fuerte empuje de los precios en los próximos meses, que catapultará todavía más arriba al dólar en el mercado argentino, especialmente si en un contexto de mayor incertidumbre se acentúa la caída en la demanda de dinero y la dolarización de los depósitos.
Desde el punto de vista de Uruguay, eso plantea un escenario muy negativo, no solo por el impacto directo sobre la temporada turística y el comercio de servicios, sino porque mejorará todavía más la competitividad de los exportadores argentinos en terceros mercados.
Si bien por motivos políticos es entendible el empeño del Banco Central del Uruguay por contener la suba del precio del dólar vendiendo cantidades cada vez más significativas de reservas, sería deseable que sea cual fuera el resultado del casi seguro balotaje a fines de noviembre, se permita un mayor ajuste del tipo de cambio. El deterioro del contexto externo regional y mundial es cada vez más notorio y con rasgos de permanencia significativos. Pretender continuar como una “isla” cara en dólares no tiene el más mínimo sentido.