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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde hace algún tiempo corre la voz de que no es conveniente criticar demasiado a la oposición, porque ello en el fondo lo único que hace es fortalecer al oficialismo. Durante cierto tiempo estuve de acuerdo con esa visión, pero llega un momento en la vida de las personas en el que uno dice ¡basta!
Para empezar, digamos que la “oposición”, así entre comillas, no existe. Me gustaría saber qué tienen en común el Partido de la Gente y Unidad Popular, por ejemplo, para que se los englobe como “oposición”. Sí, claro, ambos tienen visiones diferentes a la del oficialismo, pero eso no significa que sean visiones opuestas similares. Por tanto, no es correcto hablar de “oposición”. Más correcto sería hablar de opositores, cada uno con su punto de vista, unos más cercanos a otros y otros más lejanos.
Para seguir, no es un secreto para nadie que el partido opositor que concita más interés es, obviamente, el Partido Nacional. Segundo, lejos del tercero, en las encuestas, sería el único grupo opositor que, contando con el apoyo de los demás opositores—cosa no tan simple—, podría ganarle al oficialismo en una segunda vuelta.
Pero lo que ocurre con el partido de Oribe y de Saravia es desconcertante. (O quizás no tanto para quienes hemos seguido su historia). Veamos: Si alguien quisiera ponerle palos en la rueda electoral al Partido Nacional, no lo podría hacer mejor que los propios nacionalistas. Primero fue el intendente Bascou, luego la intendenta Peña, luego el intendente Caram, etc. Yo no emito acá en estas líneas juicios de carácter jurídico sino político. ¿Qué demonios le pasa al Partido Nacional? ¿Será que muestra su viejo ADN como lo analizó hace algunas semanas una excelente nota de un columnista del diario El País? Porque recordemos que cerca de 90 años atrás, el rechazo de Herrera a los integrantes del Radicalismo Blanco le impidió al viejo caudillo (bueno, entonces no era tan viejo) alzarse con el triunfo electoral. Me refiero a la década del 20. Y luego del golpe de Terra, el partido estuvo electoralmente dividido entre Partido Nacional Independiente y Partido Nacional (herrerista). Un cuarto de siglo estuvo así, grosso modo, del 33 al 58. Es más, incluso ahora hay insólitos movimientos dentro del sector de Alianza Nacional. ¿Va a repetirse la nefasta experiencia en el 2019? Espero que no, pero lo más tragicómico es que hay blancos —me lo han dicho personalmente— que están convencidos de que ganan con la fusta debajo del brazo. En fin...
Pero sigamos analizando las tiendas de los demás opositores. El Partido Colorado creo que no ha tomado cabal conciencia de su verdadera situación. Una reciente encuesta de Radar lo ubica con el 7 (¡!) por ciento de la intención de voto. El núcleo batllista, además, ha quedado solo, luego de la renuncia del Dr. Bordaberry a la política y al traspaso de votos de Vamos Uruguay al partido de Novick. ¿ Acaso piensan que un connotado y brillante economista y académico, el Sr. Talvi, los salve en los descuentos? ¿En este país, con estos uruguayos? Por favor, el candor no tiene límites. Sr. Talvi, no se tire de cabeza al abismo, por Dios.
Y las cosas siguen. El Partido Independiente, con su magro 3% de votos, aspira a crear un espacio socialdemócrata común a varios sectores políticos. Supongo que se estará pensando en algunos sectores batllistas, otros aliancistas, otros orejanos. Con los debidos respetos, eso no da para más.
Y quedan dos grupos políticos. El Partido de la Gente y Unidad Popular. El primero es, a estas alturas, una incógnita. O se pone a trabajar ya, ya, ya, ya, o no llega a tiempo. Sí, estamos en febrero, pero tiene que hacerlo ya, como decía un antiquísimo aviso publicitario. Seguramente contará con el apoyo del 80% de los votantes de Vamos Uruguay. Si lo logra, no está mal. Pero no puede demorarse en definiciones ni en nombres ni un segundo más. En cuanto a Unidad Popular, es a quien casi con toda seguridad lo veo creciendo más. Quizás doble su apoyo en votos. Claro, cuando se tienen pocas o nulas responsabilidades de gobierno eso es relativamente fácil.
Conclusión: o de acá a octubre del 2019 los opositores se dan un gran baño de realidad —especialmente los nacionalistas— o habrá un cuarto gobierno frentista en el país. No tanto por mérito propio, sino por el desastre de los demás, a quienes les quedará como único consuelo rogarles a todos los santos que no se repita la mayoría parlamentaria absoluta, cosa en lo que probablemente tengan éxito. Nada más que eso.
Dr. Esc. César Eduardo Fontana
C.I. 1.060.462-0