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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEn el decurso de la vida política nacional, se podrán encontrar acciones malévolas para combatir al rival en las que seguramente se usaron múltiples maniobras. Se ha mentido, o tergiversado. Se amañaron elecciones. Se atribuyeron versiones de hechos cuyos protagonistas no eran los señalados. En fin, la política —para muchos— “es sucia”. Particularmente la defendemos, ya que no todos los actores que la manejan se prestan para bastardearla. Al contrario, pensamos que cuando se tiene vocación se logra una carrera noble y superior.
Lo dicho viene a cuento porque, al ser —como somos— cultores de la materia, podemos decir que tenemos innúmeros recuerdos valiosos de actos presenciados en nuestra larga etapa de periodismo político y crónica parlamentaria cumplida; la lectura permanente y el anecdotario familiar de antepasados que la practicaron.
Dicho esto, creemos tener nociones de hasta dónde se llega desde la oposición para desfigurar la ruta de un gobierno y desacreditarlo.
Pero, lo que está ocurriendo ahora, es de naturaleza impensable.
Veamos: cuando desde otros países empezaron a escucharse felicitaciones de varios mandatarios del mundo por la conducción y los logros sobresalientes obtenidos —especialmente ante la pandemia— era de suponer que atrás sobrevendría la respuesta de la oposición. Aunque estimamos que se trataría de relativizar las acciones, o echar andar algún que otro rumor en contrario.
No. Sucedió lo inusitado: salieron a cambiar las cifras del éxito. Pero no mintiendo guarismos porque no es posible, ya que los números están registrados: cambiando la realidad, es decir ¡enfermando a la población!
He aquí el procedimiento: sabedores de que las marchas y las aglomeraciones son el caldo de cultivo del virus, el partido de oposición, la izquierda frenteamplista, con sus mil facetas, fue organizando eventos que nuclearan a mucha gente, como actos con trabajadores, desde el PIT-CNT y otras agremiaciones; comparsas nutridas con el atractivo particular de las tamborileadas, que convocan vecindarios; la Marcha de la Diversidad; amontonamiento inusual en playas y parques con ruedas de mate incluidas. Rambla atiborrada de muchedumbres como nunca antes se vieron, pese a que el verano no ha llegado.
Así las cosas, el guarismo de contagio del Covid-19 comenzó a trepar hasta que la población aumentó su compromiso de peligro, en grado superlativo.
Ello fue analizado por el equipo de técnicos y especialistas que regulan el punto. Las conclusiones fueron reveladas este martes en una conferencia de prensa, ofrecida por el presidente de la República, Luis A. Lacalle Pou, acompañado del ministro Salinas y los asesores técnicos del tema. Allí se declaró que el agravamiento de la epidemia imponía disminuir actividades en ámbitos que congregan personas (tareas laborales públicas, enseñanza, gimnasios, reuniones, fiestas y reducción de horarios en bares y afines).
Un primer paso hasta el 18 de diciembre con la atenta preocupación de qué habrá de pasar con las fiestas y más que nada el turismo, fundamental aporte para la economía nacional.
Fin logrado, o casi… Ya no se tendrá desde el poder el éxito logrado. Se terminaron las felicitaciones al gobierno desde el exterior... No hay cómo protegerse, al contrario, la acción viene envuelta en fiestas, diversiones y ademanes amicales.
Pero debajo se encuentra la presente realidad que espanta.
Se hizo tan evidente la maniobra que el día mismo de la conferencia de prensa la nueva intendenta de Montevideo salió a dar algunas pautas de comportamiento ciudadano para evitar el aumento de propagación del virus, que “se ha hecho preocupante”.
Se nos dirá que no existen pruebas científicas concluyentes entre las acciones aludidas y las consecuencias. Y bien: firmadas no están. Aunque aparecen actores que son referentes de las gremiales de izquierda, como la marcha del 1º de mayo, que se solicitó desde el gobierno acotarla y terminó en múltiples pequeñas marchas que concentraron mayorías. La Marcha de la Diversidad, cuyos integrantes también pertenecen de manera fundamental a esa franja política. El público que se concentró en las ramblas, que no es algo habitual en esta época del año. Y la aparición de múltiples comparsas que solo se registran en épocas de Carnaval, nunca en noviembre, estas sí cuentan con la autorización del jerarca anterior de la intendencia de Montevideo —según lo reveló oportunamente el senador Sebastián da Silva— son algunas de las notas diferentes que colaboran con la epidemia.
Raquel Trobo