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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa revancha de la historia y la digna posición del Paraguay. Hace unos días la Cancillería de la República del Paraguay, ante la declaración conjunta “unasuriana” propuesta por el Dr. Tabaré Vázquez de recomendar mantener en su cargo a Dilma Rousseff, en dignísima postura de su vicecanciller Oscar Cabello, rechazó la firma de una declaración propuesta por el presidente de la República Oriental del Uruguay, cuyo contenido trataba de salvar del juicio político a la presidenta de los Estados Unidos del Brasil, Sra. Dilma Rousseff, acusada de corrupción y de paso tenderle la mano al ex presidente Luiz Lula da Silva (hoy acusado del mismo delito), el mismo Lula que en los momentos que Uruguay más lo necesitaba, se negó a mediar, cuando los piqueteros argentinos —azuzados por el presidente Néstor Kirchner— nos bloquearon los puentes, evidenciando el contubernio de tufo imperial existente entre Brasilia y Buenos Aires, desde la mismísima creación del Mercosur.
La invitación del presidente Tabaré Vázquez a los demás países para echar una cuerda de salvación a la presidenta del Brasil constituye un mal papel para un país cuya diplomacia se construyó —como no podía ser de otra manera en un país pequeño jaqueado por todas sus fronteras por dos países gigantes— en el respeto a la autodeterminación de las naciones, apelando constantemente a la juridicidad internacional, por lo que siempre fue respetado.
El suscrito creía que el advenimiento a la Presidencia de la República del Dr. Tabaré Vázquez significaría una vuelta a la cordura en política internacional, desterrando esa máxima nefasta y fascistizante de que lo político está por encima de lo jurídico que había esgrimido el gobierno anterior, para justificar el atropello de la suspensión del Paraguay a efectos de incorporar a Venezuela ilegalmente, con la esperanza de obtener un socio petrodolarizado, y a la vez —llevado por la ignorancia en materia histórica, política e internacional del Uruguay— romper con la sobriedad de una política de neutralidad que garantizaba al Uruguay su independencia y el respeto cosechado en el ámbito internacional.
El Paraguay, usando de su dolorosa experiencia luego de que la Triple Alianza aplastara su desarrollo independiente en una guerra perversa en la que el Uruguay gobernado por la dictadura de Venancio Flores participó (1865-1870), llevó ante esta coyuntura que muestra la corrupción populista del gobierno del Brasil, y las investigaciones en curso, una política prudente y respetuosa.
El vicecanciller Oscar Cabello afirmó que el gobierno del presidente Horacio Cartes no firmará ninguna declaración: “El gobierno paraguayo no interviene en los asuntos internos de otros países”, aseverando que el Paraguay no cree conveniente que se saque ningún pronunciamiento ni a favor ni en contra de nadie. Nos ajustamos al respeto de la soberanía de los países. No apoyamos ese tipo de comunicados.
En Brasil no estalló ninguna dictadura y los mecanismos para investigar estos hechos de corrupción se encuentran en parámetros constitucionales.
El Paraguay tuvo la mala e infraterna experiencia, cuando los presidentes Cristina Kirchner, Dilma Rousseff y José Mujica como amanuense de ambas, deteriorando la tradición diplomática de nuestro país, lo suspendieron sin contemplaciones, aunque la destitución del presidente Lugo también había sido llevada a cabo en coordenadas claramente legales de acuerdo a la Constitución del Paraguay.
Después de eso es difícil para el Uruguay no ver comprometida su neutralidad y aún su independencia ante Argentina y Brasil.
La esperanza del suscrito radicaba en que el cambio de gobierno y la personalidad del Dr. Tabaré Vázquez habría de marcar la diferencia con la labilidad política del errático gobierno anterior. Hoy el suscrito ve que “lo político sigue subordinando lo jurídico” y quiero destacar que esa perversa máxima pudiera haber sido acuñada por el Sultán de la Sublime Puerta, por Hitler, por Mussolini, por Franco o por Stalin, pero jamás por un verdadero demócrata. Creo que el gobierno oriental actual debe hacer ejercicio de estudio de reflexión y de humildad. Así sea.
Prof. Mag. Lic. Mario Dotta Ostria