Una joven japonesa viene a estudiar a Montevideo y en su convivencia diaria con una familia uruguaya les enseña distintas formas de reutilizar los residuos generados en el hogar, así como a implementar prácticas para reducir su cantidad y promover el reciclaje.
Ese es el eje de la nueva campaña impulsada a fines de setiembre por la Intendencia de Montevideo (IMM), denominada Montevideo Ambiente, iniciativa dirigida específicamente a adultos. El objetivo es que los ciudadanos adopten nuevas costumbres, de forma de introducir pequeños cambios en su forma de consumir que colaboren en el cuidado de los recursos. Utilizar la botella de vidrio vacía como florero, cerrar bien la canilla, clasificar los residuos plásticos o llevar un tupper a la feria para no utilizar bolsas de nylon son algunos de los consejos que pueden apreciarse en el material audiovisual.
Es que Uruguay, sobre todo la capital por acoger a la mayoría de la población y, por tanto, la mayor cantidad de basura, está “lejos de alcanzar los objetivos esperados” en materia de reciclaje, dijo a Búsqueda Fernando Puntigliano, director de Desarrollo Ambiental de la comuna.
“Tenemos que llegar a Índices de clasificación mucho más altos, aunque igualmente estamos en una situación de maduración superior a la que teníamos hace cinco años”, explicó el jerarca.
La asociación civil Compromiso Empresarial para el Reciclaje (Cempre) dijo a Búsqueda que no existen datos que indiquen qué porcentaje de la población clasifica actualmente, aunque el tema está a estudio a través de un monitor coordinado con Equipos Consultores.
Desde la organización afirmaron que en Montevideo, en el marco del Plan de Gestión de Envases, se pasó de recuperar 1.180 toneladas de residuos reciclables en 2016 a 1.470 toneladas en 2017, lo que implicaría un importante aumento anual —teniendo en cuenta que el vidrio se dejó de recolectar— del 24,6%.
Sin embargo, esa cifra corresponde a menos del 5% de los envases que podrían recuperarse, según los cálculos de la organización, ya que a escala nacional se generan 80.000 toneladas por año, unas 30.000 de ellas en la capital.
“Aproximadamente, el 30% de los residuos que se generan en Montevideo pueden ser reciclados y no es la cantidad que está llegando a las cuatro plantas de clasificación de la ciudad; además, de lo que llega, solo el 40% es reciclable”, explicaron fuentes municipales.
Y si bien las propias plantas, que dependen de la IMM, la Cámara de Industrias, el Ministerio de Desarrollo Social y la Dirección Nacional de Medio Ambiente, tienen problemas de funcionamiento (el tamaño insuficiente o la poca coordinación entre los organismos responsables), muchos de ellos se deben a la incorrecta utilización de los contenedores por parte de la población.
Por más campañas que se impulsen —el gobierno departamental ha realizado diferentes iniciativas sin alcanzar mayores impactos—, no funciona sin la colaboración ciudadana, explicó a Búsqueda Ángela Reyes, asesora en comunicación de la IMM.
Es por eso que las autoridades consideran fundamental promover la educación y prevén duplicar el presupuesto destinado a ese rubro durante el próximo año.
Campañas.
La iniciativa Montevideo Ambiente no solo se enfoca en la gestión de los residuos, sino que ofrece una visión más general respecto al cuidado de recursos como el agua o la energía eléctrica. En ese sentido, la campaña estará acompañada por la publicación de un Manual de Gestión de Residuos en los Hogares, que se enviará impreso a todas las casas de la ciudad.
“Se van a imprimir 400.000 manuales con todas las respuestas a las preguntas más comunes vinculadas a residuos que tienen los ciudadanos: qué hago con las bombitas de luz, cómo hago para compostar lo orgánico, cómo clasifico los residuos y qué pasa con ellos cuando los dejo en la puerta del supermercado, etc. Es la primera vez que se hace una campaña masiva con fuerza en las tres erres del cuidado del ambiente”, explicó Reyes.
Han sido varias las propuestas impulsadas por la IMM a lo largo de los años: Arriba Montevideo, que se centraba en algunos servicios específicos como la gestión de residuos voluminosos, las “islas de reciclaje” en el municipio C (contenedores con seis tipos de compartimentos) o la instalación de contenedores diferenciados para residuos secos y húmedos en el municipio B. También la creación de la norma Unit (Instituto Uruguayo de Normas Técnicas), que pretendía unificar los colores de los contenedores según el tipo de basura, la utilización de bolsas de diferentes tonos en los comercios —que no tuvo éxito porque terminaban todos dispuestos en el mismo lugar— o la idea de premiar a las personas que clasificaran con entradas para espectáculos, algo que nunca llegó a ponerse en práctica.
Consultado sobre esta última idea, Puntigliano comentó que se pensó implementarla, pero que en realidad llevaría aparejado “una cantidad de inconvenientes administrativos”. “En algún caso es posible que se haga, pero todavía no hay un plan concreto”, afirmó. Igualmente, añadió que sí se pretende llevar adelante un nuevo proyecto, que consiste en la instalación de contenedores de reciclaje naranja dentro de cada edificio. El fin es que los usuarios clasifiquen plástico, cartones y papeles, aunque en una primera instancia los dispositivos se ubicarán solo en la rambla de Punta Carretas, dentro del municipio CH.
Según Reyes, el eje de la nueva campaña integral apunta a producir un cambio cualitativo en el cuidado ambiental a través de la modificación de conductas, dando un paso más a solo pretender que la población no arroje residuos fuera del contenedor.
La diferencia con campañas anteriores es que esta no está asociada a un proyecto particular, como las que se desarrollaron con el surgimiento de las plantas de clasificación después de la reglamentación de la Ley de Envases. “Es necesario educar sobre los servicios que hoy ya están disponibles, que las personas conozcan y sepan utilizar lo que ya existe”, indicó la asesora.
No obstante, el sistema de clasificación y el posterior tratamiento de los residuos “está dando mucho trabajo” y los problemas de funcionamiento en las plantas de recolección de residuos secos son “innegables”, dijeron los informantes.
Esto, según Puntigliano, se debe a que “se cometen muchos errores prácticos por desconocimiento de la población” que hacen que el material que llega a las plantas no pueda ser clasificado. “En los lugares donde hay contenedores separados, tenemos con frecuencia problemas de materia fecal humana y de perros en el área de clasificados, lo que estropea prácticamente todo el contenedor”, explicó.
Cuestionado acerca de por qué las campañas fracasan o no tienen el impacto esperado, Puntigliano puso énfasis en que es un tema educativo y añadió que se trata de un proceso incremental. “Si tenemos un tanque de agua para llenar, la canilla ya está abierta y de a poquito va creciendo. El proceso de maduración lleva años, pero todavía estamos lejos de la meta que nos planteamos. La persistencia continua es lo que termina educando”, concluyó.